BlackRock, la mayor gestora de fondos de inversión del mundo, siempre gana. O casi siempre. Y mejor que lo siga haciendo. Del movimiento de los activos que atesora (valorado en 5 billones de euros, casi 5 veces el PIB de España), están pendientes grandes instituciones del planeta, tanto públicas como privadas, que han confiado sus inversiones a este gigante para obtener el mayor beneficio posible. Desde las 90 de las 100 fortunas más cuantiosas a millones de particulares que esperan contar con el mayor respaldo económico una vez que se jubilen.
Un volumen de activos apabullante que crece por encima de lo que lo hacen los principales países. Con esos 5 billones de activos en gestión (casi 5 veces el PIB de España), solo Estados Unidos y China -con 18 y 11,5 billones de euros, respectivamente- estarían por encima del patrimonio que maneja la gestora fundada hace 25 años por Larry Fink, lo que la convierte en el ‘tercer Estado’ en la sombra.
Un poder, asentado en los últimos ocho años tras la quiebra de Lehman Brothers, como, afinadamente hace un año explicaba Heike Buchter, una periodista alemana afincada en Nueva York.
De trocear activos a asesor de Estados y bancos
En un texto, publicado a mediados de 2015, relataba Buchter cómo, hasta entonces, BlackRock se había dedicado a trocear paquetes de activos hipotecarios para minorar pérdidas. Para, después, dar el salto exponencial al ser requerido por Estados y bancos de medio mundo para enderezar el rumbo de sus finanzas.
Detrás de esta fe ciega de inversores y asesorados se encuentran los secretos programas algorítmicos que maneja –esos que la nueva directiva regulatoria MIFID II pretende atajar para que no alteren de manera inesperada las cotizaciones de las empresas-, los que dictan cada día qué comprar y qué vender, marcando la pauta a seguir a los mercados financieros.
Un software, conocido como Aladdin, que registra innumerables eventos históricos, desde las fluctuaciones de diferentes productos financieros hasta cataclismos climáticos, escándalos políticos y demás variables, y los compara con el momento presente, de cara a analizar el riesgo de la inversión.
Presencia progresiva en la bolsa española
Algoritmos que, en el caso de España, han llevado a BlackRock, a la chita callando, a aumentar progresivamente su presencia en el Ibex 35. Hace un año, acreditaba estar en 19 valores. Ahora lo hace en 23.
Y no le va nada mal. En ese periodo, el valor de esta participaciones se ha incrementado en más de 3.000 millones. Capitalizaban entonces por algo más de 12.000 millones de euros, y lo hacen ahora en torno a 15.500 millones, equivalentes al 2,65% de todo el Ibex, con un acumulado actual de 584.000 millones de euros.
A lo largo del pasado año aguantó firme las debacles bursátiles acaecidas -sobre todo, la derivada del referéndum que determinó la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea- para, posteriormente, mover compras y ventas en el momento más adecuado.
Un repaso a sus inversiones en la bolsa española, a través de las comunicaciones realizadas a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), sirve para comprobar cómo los porcentajes de participación suelen posicionarse en torno al 3%, en unos casos, y en el 5%, en otros.
Más de la mitad, en Santander, BBVA y Telefónica
La mayoría del 2,65% del capital en compañías del Ibex lo ostenta Blackrock mediante la tenencia, directa o indirecta de los títulos, aunque también lo hace a través de instrumentos financieros derivados, contabilizando, en este caso, el 9% de los 15.500 millones por los que capitaliza ese porcentaje. Más de la mitad de este capital lo concentra la gestora estadounidense entre el Banco Santander, el BBVA y Telefónica.
Normalmente, BlackRock, cuando decide entrar en empresas cotizadas, no suele hacerlo con una idea especulativa de la inversión. Pero en dos de las empresas españolas ha hecho una excepción.
Además de la tenencia de acciones, en el Banco Popular y, sobre todo, en la cadena DIA, también lleva tiempo posicionado a corto. En la entidad financiera suma el 0,48% de su capital en esta operativa, mientras que en la distribuidora sube y baja del 1% desde hace dos años.