Los colegas de Emilio Saracho en la banca de inversión -el sector del que proviene el presidente del Banco Popular- están de enhorabuena y se frotan las manos. Desde su llegada al cargo, a finales de febrero, para sustituir a Ángel Ron, las necesidades por conocer el futuro de la entidad han obligado a contratar a estos asesores para que lo sondeen todo y, si es posible, lleven a buen término las operaciones.
Y son muchas. La venta del banco, una nueva ampliación de capital o desinversiones de activos no estratégicos que, en las actuales circunstancias, prácticamente son todos. Contratos y más contratos de asesoramiento en los que el banco se juega hasta 200 millones de euros en comisiones.
Ya en junio de 2016, el Popular, ante sus acuciantes necesidades de capital, se vio obligado a desembolsar unos 100 millones de euros de comisiones a la docena de inversores que asesoraron y, finalmente, lograron, el éxito de la ampliación por importe de 2.500 millones de euros.
Las comisiones del Popular, el gran objetivo
La operación, según la plataforma de mercados financieros Dealogic, supuso el 13% de los 770 millones que la banca de inversión amasó en comisiones en España el pasado ejercicio, que no sirvieron para evitar que fuera el peor desde 2003.
Este año, las cosas parecen ir mejor. Solo con los 2.400 millones de euros movidos en las salidas a bolsa de Prosegur Cash, Neinor y Gestamp se han superado en 1.000 millones todo el volumen alcanzado durante todo 2016 por esta vía.
Pero lo mejor está por llegar. Las comisiones a abonar por el Banco Popular se perfilan como la tabla de salvación, con todas esas operaciones abiertas de par en par, para las que la entidad presidida por Saracho ha contratado ya a media docena de asesores.
La 'success fee', madre de todas las comisiones
Si no llegan a cerrarse, el coste es reducido, pero si salen adelante, las comisiones se disparan. Los bancos de inversión cobran por todo. Por buscar, intermediar, opinar y consultar, pero, sobre todo, buscan llevarse la ‘comisión de todas las comisiones’ -la anhelada ‘success fee’- que perciben cuando se logra el éxito de la operación.
Cada uno de estos contratos es un mundo aparte. “Requieren de muchos recursos y muy cualificados, por lo que no resultan baratos. Y, al final, la horquilla de honorarios que manejan estos bancos es muy amplia. Depende del tamaño de la operación, de la dificultad para acometerla, del coste de oportunidad y del alcance del trabajo”, comentan desde uno de los gabinetes técnicos inmersos en estas negociaciones.
TotalBank y WiZink
En el caso del Banco Popular, las contrataciones de estas entidades asesoras se suceden. JP Morgan -en un tenso consejo del Popular de finales de abril, por ser la empresa de donde procede Saracho- resultaba elegido para dirigir, junto a la banca Lazard, el proceso de venta por un monto de entre 4.000 y 5.000 millones de euros.
Antes, el mismo consejo ya había confiado en la banca suiza UBS para ver el interés que pudiera existir en pagar unos 500 millones de euros por TotalBank, la filial del Banco Popular en Estados Unidos.
También tiraba la entidad española de los servicios de Bank of America Merrill Lynch para colocar el 49% del capital que ostenta en WiZink, el negocio de tarjetas de crédito heredado de Citibank y Barclays, y cuyo 51% restante fue vendido al fondo oportunista Värde Partners. Con la desinversión de esta participación, el Popular pretende obtener al menos 1.000 millones de euros.
Morgan Stanley ha sido, por el momento, el último banco de inversión contratado por el Banco Popular. Lo ha hecho para que certifique la acogida que puede tener una nueva ampliación de capital, de entre 2.500 y 3.000 millones de euros, ante las grandes dudas detectadas por JP Morgan y Lazard entre los pretendientes a comprar el banco. Un informe de Société Générale maneja necesidades de capital que oscilan entre los 6.000 millones que necesitaría Bankia y los 12.000 millones del Banco Santander.
Las ampliaciones, maná para la banca de inversión
La ampliación sería la operación más lucrativa. “Son el auténtico maná para los bancos de inversión”, apunta un gestor conocedor de lo que se mueve en estas operaciones. En el caso de la ampliación llevada a cabo por el Popular el pasado año, los bancos cobraron 100 millones de comisiones al asegurarse una comisión próxima al 4% sobre el volumen de emisión. Lo hacían para cubrirse las espaldas ante la eventualidad de que, como aseguradores de la ampliación, no pudieran garantizarla y tuvieran que asumir la diferencia de su bolsillo.
En esta ocasión, las comisiones a cobrar por una nueva ampliación podrían no ser tan altas, toda vez que algunos de los accionistas de referencia del banco han mostrado su interés por cubrir un porcentaje elevado de la emisión, y también lo han hecho inversores institucionales si, finalmente, el precio se sitúa en torno a los 0,5 euros por acción.
En el caso de que, finalmente, saliera adelante la venta, adjudicando el banco al mejor postor, las fuentes consultadas apuntan que, con un precio de unos 5.000 millones de euros, la comisión a repartirse entre JP Morgan y Lazard estaría en torno al 0,85%. Unos 45 millones a partes iguales.
El cierre de operaciones como TotalBank o WiZink, o las que pudieran añadirse con las posibles ventas del Banco Pastor, la filial de Portugal, el negocio de seguros o la banca privada, obligarían al Popular a asumir el pago de comisiones de otros 30 millones de euros.