El fabricante automovilístico alemán BMW ha asegurado este domingo que sus coches "no son manipulados y cumplen con los requisitos legales", incluidos los modelos diésel, mientras crece la polémica en Alemania por un presunto cártel creado por la industria del automóvil.
BMW ha emitido un comunicado tras el revuelo provocado por una información de la revista Der Spiegel, según la cual Volkswagen, Audi, Porsche, BMW y Daimler formaron un cártel desde los años noventa del pasado siglo para acordar cuestiones relacionadas con tecnologías, costes, suministradores e, incluso, la limpieza de las emisiones de gases en los vehículos diésel.
Según el semanario, las empresas discutieron sobre el tamaño de los depósitos para el AdBlue, disolución de urea utilizada para reducir las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx) y, para limitar costes, acordaron depósitos pequeños que resultaron ser insuficientes.
BMW rechaza "categóricamente" esa acusación y subraya que su tecnología "difiere significativamente de otras en el mercado", al tiempo que explicó que las conversaciones con otros fabricantes sobre el AdBlue tenían como objetivo "la instalación de la necesaria infraestructura para los depósitos en Europa".
Según apunta, al contrario que otros fabricantes, sus vehículos diésel utilizan una combinación de varios componentes, lo que le permite cumplir con la regulación y le evita tener que llamar a sus coches a talleres, como están haciendo otros marcas.
No obstante, señaló que mejorará "de forma voluntaria" el software de los motores Euro 5 de forma gratuita para reducir las emisiones, en el marco de un plan de medidas que la industria y las autoridades locales diseñan de cara a la denominada "cumbre del diesel", prevista para el 2 de agosto.
Revuelo en Alemania
Tras el escándalo de la manipulación de las emisiones contaminantes de los motores diesel, las informaciones sobre un presunto cartel han abierto una nueva polémica en Alemania, donde la oposición, formada por Los Verdes y La Izquierda, denunciaron la connivencia del Gobierno y el sector.
"Si las acusaciones resultan ser ciertas, es el caso del cartel más grande y el mayor escándalo de la historia de la economía alemana", advirtió en declaraciones al diario Handelsblatt el líder parlamentario de Los Verdes, Toni Hofreiter.
A su juicio, es difícil de creer que la Oficina Federal de Vehículos a Motor (KBA), que trabaja en estrecho contacto con los fabricantes, no supiera nada.
Hofreiter acusó al ministro de Transportes, Alexnader Dobrindt, de "haber encubierto todos los problemas desde hace dos años" y advirtió a la canciller Angela Merkel, de que si quiere llegar hasta el fondo del asunto debe hacerlo con otro responsable tras "años de amiguismo entre el Gobierno federal y la industria".
Oficialmente el Ejecutivo alemán no se ha pronunciado sobre las informaciones de Der Spiegel y mantiene la "cumbre del diesel", en la que participarán los fabricantes automovilísticos y los gobiernos de los estados federados donde tienen sus principales plantas.
"Hay también un cartel de la industria del automóvil y de la política. Una cumbre del diésel el 2 de agosto sería absurda, porque los autores deliberarían consigo mismos", denunció en Twitter el diputado de La Izquierda Herbert Behrens, que presidió la comisión de investigación parlamentaria sobre el escándalo de las emisiones contaminantes del diesel.
Por su parte, Uwe Hück, presidente del comité de empresa de Porsche, marca del grupo Volkswagen como Audi, se mostró indignado en declaraciones al dominical Bild am Soontag.
"Ya no puedo soportar todas estas mentiras", señaló Hück para cargar contra la dirección de Audi, a la que acusó de haber suministrado a Porsche "motores enfermos" y de haberlo negado de forma reiterada desde que saltó el escándalo de los diésel.
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