Tres hombres contra dos mujeres. Los varones se mostraron exultantes, bromistas y condescendientes tras conocerse la decisión. Sus contrapartes intentaban introducir algo de sentido común pero se enfrentaban contra una decisión que estaba tomada de antemano. La de entregar las llaves de Internet a las operadoras de telecomunicaciones estadounidenses y dejarles hacer, básicamente, lo que ellas quieran con la red. Para colmo, una de las comisionadas que han votado en contra ha hablado de injerencia rusa en el proceso.
La Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) de Estados Unidos ha tomado una de las decisiones más traumáticas de la primera legislatura de Donald Trump y ha aprobado una nueva norma sobre el servicio de Internet que acaba con la "neutralidad de la red" que estaba garantizada por una norma de 2015 aprobada durante el gobierno de Barack Obama.
¿Las consecuencias? Dramáticas. Esa ley impedía a los proveedores de telecomunicaciones bloquear, ralentizar o cobrar más por priorizar contenidos online. Ahora, las operadoras lo podrán hacer a placer.
Imagine el lector que el Gobierno español permitiese a los operadores de autopistas tratar de forma diferente a los coches que pagan el peaje y establecer carriles para ricos y para pobres, reservando espacio a quienes están dispuestos a pagar más y privando de ese espacio a unos coches convertidos en vehículos de segunda clase.
La mayoría republicana en la institución reguladora votó este jueves a favor de la nueva regla que deroga el principio de "neutralidad de la red", que salvaguardaba Internet como un servicio público de libre e igual acceso. Un servicio en el que todos los datos (ya fueran vídeos, mensajes, páginas web) contaban por igual y la capacidad de las operadoras de entrometerse en la circulación estaba coartada por principio.
La Comisión tomó la decisión por tres votos a favor y dos en contra (los demócratas) de poner fin a la regulación que impulsó en 2014 el entonces presidente de EEUU, Barack Obama, y que se aprobó un año después.
Jessica Rosenworcel, comisionada de la FCC y uno de los dos votos en contra, fue extremadamente dura en sus comentarios tras conocerse la decisión: "La Historia no será amable con esta votación para destruir un Internet abierto. Pero no ha acabado. No me detendré aquí ni ahora, y ninguno debéis hacerlo. Mantengamos la lucha. Armemos un buen jaleo. El futuro depende de ello".
En su voto contrario a la decisión, afirmaba: "La neutralidad de la red es la libertad de Internet. Apoyo esa libertad. Disiento de esta irritante decisión de terminar con las normas sobre neutralidad de la red. Disiento del proceso corrupto que nos ha traído hasta este punto. Y disiento por el desprecio que esta agencia ha mostrado con nuestros ciudadanos al tomar esta senda. Esta decisión pone a la FCC en el lado equivocado de la historia, en el lado equivocado de la ley y el lado equivocado del público americano".
El voto particular está plagado de frases que resumen el sentir de los activistas de la neutralidad de la red y de las grandes compañías del sector. Empresas como Google, Amazon, Facebook o Netflix, entre otras, que quedan en manos de las decisiones de los operadores estadounidenses. "El futuro de Internet es el futuro", afirma. Su visión es la misma que la de muchas empresas estadounidenses que se han hecho con un papel relevante en el mundo aprovechando, precisamente, una apertura que la comisionada considera "revolucionaria".
"La FCC se ha arrancado sus propios dientes, abandonando su responsabilidad de proteger a los clientes de banda ancha del país. La FCC está entregando las llaves de Internet a un puñado de corporaciones multimillonarias", afirmó por su parte la otra comisionada crítica con la decisión, Mignon Clyburn, en el otro voto particular.
En una entrevista con Mashable, Clyburn había afirmado que, después de 19 años en regulación, ésta ha sido la peor semana de toda su carrera".
Uno de los argumentos de los partidarios de terminar con la neutralidad de la red en EEUU es que terminar con la regulación previa no impide que la Comisión Federal de Comercio (FTC) pueda detectar fallos en la competencia.
Pero no se trata de una agencia experta en comunicaciones. "Para escapar de las revisiones de la FTC, todo lo que tienen que hacer los operadores es añadir nuevos cambios en las condiciones de servicio", explicaba Rosenworcel.
Rusia, en el medio
¿Lo más grave? Las acusaciones de injerencia por parte de Rusia. La comisionada recordó que en el procedimiento se han presentado 24 millones de comentarios, de los cuales dos millones contenían identidades falsas, medio millón procedían de direcciones rusas y que se han caído del registro público otros 50.000.
Y, pese a todo, la FCC no ha tenido ni una audiencia pública sobre la neutralidad de la red.
Ajit Pai, el presidente de la FCC y hombre de Trump en esta decisión, aseguró que ésta ayudará a los consumidores porque permitirá una mayor variedad de servicios. Asimismo, aseguró que el cambio permitirá eliminar "regulación pesada que impide la innovación y retrasa la inversión, y empodera a los americanos para elegir el servicio de banda ancha que se ajuste mejor a sus necesidades".
Comcast, uno de los operadores que habló sobre esta materia, también insistió en que las consecuencias no serán tan graves como se pintan. "No es el fin de la neutralidad de la red. A pesar de las repetidas distorsiones e información poco objetiva, y a pesar de los ataques equivocados e imprecisos de los detractores, nuestro servicio de Internet no va a cambiar. Los clientes de Comcast seguirán disfrutando de los mismos beneficios de un internet abierto hoy, mañana y en el futuro. Punto".
¿En qué nos afecta y en qué no?
Un elemento sustancial de esta decisión es que, más allá de los riesgos de contagio, no afecta en su día a día a los ciudadanos europeos. Bruselas tiene una serie de normas claras en defensa de la neutralidad de la red que, si bien suponen problemas los militantes más radicales, son mucho más garantes.
En EEUU, las operadoras podrán decidir qué servicios van por redes más rápidas. Imagine el lector que Movistar pudiese hacer que sus propios servicios de vídeo fuesen mucho más rápidos que los de sus rivales, menoscabando la capacidad de estos de competir. O asegurar que quien no paga por vías rápidas queda relegado, como en el ejemplo de las autopistas de peaje antes mencionado. En un entorno en el que todos los actores de Internet compiten en un plano de igualdad, dar las llaves a las operadoras es obligar a las empresas de contenidos a ir de copilotos.
Esta normativa permitiría a los operadores ofrecer paquetes diferenciados de contenidos a su gusto. Más servicios, sí, pero menos capacidad para que entren nuevos actores que, hasta ese momento, sólo dependían de su capacidad de ilusionar a los consumidores.
Los activistas contra la anulación de las normas sobre neutralidad de la red coinciden en un punto: El problema no es de desregulación, de generar más libertad. El problema es de dar a una parte del mercado, los operadores, un control casi absoluto sobre sus rivales. Para colmo, hablamos de un país en el que la competencia entre operadores apenas existe y donde las decisiones de los operadores sobre contenidos pueden convertirse en las de sus abonados.
La diferencia europea
Como hemos dicho, en Europa las cosas son distintas. Los operadores tienen libertad para hacer ciertas cosas. Por ejemplo, Vodafone puede ofrecer servicios como Pass que permiten ofrecer determinados tipos de contenidos sin que cuenten en la franquicia de datos. Puedes pagar 10 euros por tener todo el vídeo que quieras.
Los partidarios más radicales de la neutralidad de la red creen que esto atenta también contra este principio de apertura. Pero, a diferencia de lo que sucede en EEUU, las autoridades europeas obligan a las operadoras a mantener igualdad absoluta entre distintos tipos de servicios. Puede que el vídeo tenga una facturación distinta, pero tiene que tratar a todos los rivales igual, ya se llamen Netflix, HBO o Sky.
Pero que nadie se lleve a engaño: Aunque no afecte por ahora a nuestra vida cotidiana, lo que ha pasado en EEUU es importante. Especialmente, si tenemos en cuenta que sus principales perjudicados van a ser las compañías de Internet locales. Las GAFA (Google, Apple, Facebook y Amazon) y todas las startups que aspiran a llegar a algo en el mercado global. Incluyendo las europeas.
No todo el mundo piensa así. Laurent Paillasot, responsable de Orange en España, aseguraba esta semana ante un grupo de periodistas que el camino estadounidense y la liberación de las trabas regulatorias será, en realidad, una bendición para el país que preside Donald Trump y dejará a Europa atrás.
Habrá que estar muy atentos a la evolución de las actuaciones de los operadores en EEUU. Pero en el peor de los casos, la capacidad de empresas europeas de tener impacto en este gigantesco mercado, dominado por operadores que, como es normal, siempre van a primar más sus intereses que la apertura del mercado, podría verse constreñida para siempre.