Lleva dos meses como consejero delegado, pero Antonio Coto ya ha vivido el castigo histórico en Bolsa de Dia. La compañía, que rebajó el pasado lunes su previsión de crecimiento y suspendió el dividendo, ha protagonizado una semana negra. Después de perder un 50% de su valor en apenas 10 días, la compañía ha perdido el euro y, a cierre de mercado el pasado viernes, su acción se situaba en 88 céntimos.

Un enorme golpe que Coto intentó parar el miércoles anunciando cambios en su estructura organizativa, mientras que evitaba pronunciarse sobre la suspensión de empleo y sueldo de su director financiero desde el mismo lunes. Como resulta evidente a la vista de los datos sobre el parqué, su anuncio no fue suficiente.

Ahora, y con el ruso Fridman -máximo accionista- insistiendo en que sigue apoyando a la compañía, Coto tendrá que entenderse con la mano derecha del magnate ruso, Stephan DuCharme, quien ocupará el cargo de presidente en funciones a partir del 31 de diciembre. 

Mientras, todos los ojos se posan sobre Coto para conocer cuál será el contenido del nuevo plan estratégico de la compañía, que desvelará las líneas maestras de Dia para los próximos meses. Tendrá que estar a la altura. O sufrir las consecuencias.

"Estrechos vínculos de la comunidad son fundamentales para asegurar nuestra licencia social para operar. Nos hacemos con los más altos estándares operacionales y de responsabilidad ambiental para asegurar que somos un buen vecino", reza la web de Alcoa. Eso, justo antes del comunicado en el que anunciaba el inicio de un procedimiento de consultas para despedir a los 317 trabajadores de su planta de Avilés y a los 367 empleados de los dee La Coruña.

El grupo afirma que ambas plantas son "las menos productivas del grupo Alcoa debido a problemas estructurales intrínsecos" y se compromete a negociar un plan social. Pero nada impide el golpe para los trabajadores de dos plantas que, según la compañía, pecan de "una menor capacidad de producción, una tecnología menos eficiente y elevados costes fijos".

A esos problemas se le suman la sobrecapacidad de producción de China, el elevado precio de las materias primas y el coste de la energía, que´han generado pérdidas significativas en estas plantas en los últimos dos años. El coste de la energía se cita, habitualmente, como una de las causas de que la desindustrialización siga azotando España.

La compañía mantendrá su producción en una sola planta, la de San Ciprián, en Lugo, que produce tanto aluminio como alúmina. 

Son malas noticias para un sector industrial que ya ha sufrido el anuncio de 200 bajas de Cemex en Almería y Baleares, el cierre de la planta de Vestas en León, con más de 400 trabajadores a la calle, o el de La Naval de Sestao, con otros 180 puestos de trabajo en juego. Todos "buenos vecinos" en el juego de desconectar la industria española.