Carlos Torres ha logrado esquivar, por el momento, el fantasma de las presuntas escuchas de Villarejo. El presidente del BBVA ha pasado con nota una junta de accionistas que amenazaba con ser la madre de todas las tormentas, pero en la que no hubo nada más que algunas turbulencias. Y eso que en la mayor parte de las intervenciones de los ‘dueños’ el excomisario tenía su protagonismo.
Llegaba Torres a esta junta con la tranquilidad de que Francisco González ya era cosa del pasado gracias al paso al lado que daba este jueves. Llegaba también con un buen argumentario bajo el brazo. Primer punto, desde junio de 2018 existía una investigación abierta sobre los contratos de Cenyt (la empresa del excomisario) con el BBVA.
Segundo, cuando se conocen las primeras informaciones sobre el espionaje a Sacyr todo cambia. A partir del nueve de enero la investigación se hace más profunda y se dotan los medios necesarios. Tercero, la auditoría tardará todavía meses en ofrecer resultados. No se puede decir nada sobre su evolución porque la Audiencia Nacional ha decretado el secreto de sumario y cualquier análisis interno está sometido al escrutinio judicial.
Llega Del Rivero
Tres argumentos ya conocidos y expuestos en poco menos de tres minutos antes de las intervenciones de los accionistas. Intentaba mitigar la gran tormenta que nunca llegó, aunque no pudo prever la aparición de uno de los viejos fantasmas del BBVA: Luis del Rivero pedía la palabra. Lo hacía en calidad de accionista del banco, de expresidente de Sacyr, de antiguo líder del grupo que trató de asaltar accionarialmente el BBVA en 2005 y presuntamente escuchado por el excomisario Villarejo a instancias del BBVA de Francisco González.
Nervioso, casi tapado por el micrófono -que estaba ligeramente más alto que él- y sin papeles, cargaba Del Rivero contra Francisco González. Acudía bien asesorado, pues en su intervención no pronunció en ningún momento las palabras Villarejo, espionaje o escuchas. Tan sólo refirió a ello cuando habló de la participación que el BBVA mantiene en Telefónica, que debe ser “porque a lo mejor nos interesa oír”. Comentario que, obviamente, provocaba las risas en el Palacio de Euskalduna.
Su relato se centraba en responder punto por punto a la carta de despedida de Francisco González. Empezó por el recuerdo a las cuentas secretas del BBV, que provocaron la salida de Emilio Ybarra tras la fusión con Argentaria y del llamado clan Neguri. “Una disculpa para acabar con los consejeros de la época”, dijo el expresidente de Sacyr.
El clan vasco
¡Oh Sorpresa! El segundo punto de su relato se basaba en que, precisamente, los miembros del Neguri y todas las familias vascas fundadoras del BBV estaban con él en su intento por hacerse con el BBVA que presidía FG. Pero donde sí que sorprendió Del Rivero fue cuando afirmó que el Gobierno de Zapatero no apoyaba la operación.
Básicamente vino a decir que fracasó porque el Ejecutivo quiso que no triunfara, porque si hubiera querido otro gallo hubiera cantado. “Zapatero era inflexible”, sostenía mientras relataba cómo sacó las tropas de Irak, anuló el trasvase del Ebro, desarrolló el Estatuto catalán y leyes “tan conflictivas” como la de violencia de género. ¡Ahí es nada! Todo “un Bambi de acero”, decía Del Rivero citando a Alfonso Guerra.
Por si esos motivos no fueran suficientes para justificar el fracaso de la operación por culpa del Gobierno, Del Rivero traía a la palestra a los italianos de Enel y su lucha por Endesa, en donde “Pedro Solbes acabó como consejero en Italia”, afirmaba.
A medida que pasaba el tiempo su voz se volvía temblorosa, atropellado en sus pensamientos y apurado por un tiempo que se le acababa, presionado por Domingo Armengol, el secretario general. Del Rivero seguía su ataque a Francisco González y dibujando en el imaginario colectivo la bandera de Villarejo ondeando sobre el Palacio de Euskalduna. La expectación era máxima, porque venía el momento de afrontar la gestión de Francisco González.
FG vs Botín
Puso encima de la mesa argumentos de sobra empleados contra González, y algunos otros que no lo eran tanto: que el banco vale menos ahora que el Santander, algo que no ocurría cuando llegó; que FG rechazó una oferta por el negocio en Venezuela de 1.100 millones y ahora vale 175 millones; que no quedan ya participaciones industriales y que en los 5.300 millones de beneficio del año pasado han influido, y mucho, las plusvalías por la venta de BBVA en Chile.
La remuneración de González también fue motivo de crítica. “250 millones ha percibido frente a los 75 millones que cobró Emilio Botín del Santander”, bramava.
Se agotaba el tiempo, parecía que Del Rivero tenía mucho más que decir, así que optó por acortar para dar un consejo a Carlos Torres: si quiere salvaguardar la reputación del BBVA, forme un comité independiente formado por banqueros reputados como Juan María Nin, Emilio Ybarra, Pedro Domingo Ampuero o Pedro Luis Uriarte que se ocupen de coordinar a los auditores que investigan el caso Villarejo.
Campana y se acabó. El turno del expresidente de Sacyr llegaba a su fin para que, minutos después, Torres respondiera a todos aquellos accionistas que hablaron de Villarejo. El argumentario es conocido, pero hizo mención especial a Del Rivero para recomendarle que se vaya “a la oficina del cliente” a dar consejos y hacer sus peticiones.
¿Resultado?
Minutos después la junta llegaba a su fin. Previamente se votaron todos los puntos del orden del día con un paseo militar para el equipo de Torres en las votaciones. Su reelección se llevó el 98% de los votos, la ratificación de su número dos el 99% y el resto de puntos estuvieron por encima del 95%. ¿Quién dijo proxy advisors? Ellos aconsejan, los accionistas y los fondos votan lo que consideran oportuno.
Ya lo dejaba entrever Torres cuando dijo “visitamos a clientes e inversores y no hemos detectado ningún impacto externo”. Partido ganado, Villarejo queda alejado por una temporada. Ahora está por ver qué concluyen las investigaciones y, sobre todo, que no haya más fantasmas a punto de salir del armario.
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