Fue en mayo de 2018 cuando Iberdrola anunció su entrada, por primera vez, en el mercado eólico marino de Estados Unidos. Su plan era hacerlo con un macroproyecto de 800 megavatios (MW); en concreto, un parque eólico marino en la costa este de EEUU.
Entonces, la sociedad Vineyard Wind- participada al 50% por Iberdrola a través de su filial Avangrid, y por Copenhagen Infrastructure Partners- recibió la autorización del Massachusetts Electric Distribution Companies (EDC), aunque llevaba desarrollando el proyecto desde 2016, diseñándolo, dicen desde la eléctrica, con entidades y asociaciones pesqueras de la zona. Pocos meses después, en noviembre, la sociedad anunció la selección de MHI Vestas Offshore Wind como proveedor preferente para suministrar los 84 aerogeneradores del nuevo parque.
Las fechas que manejaba la compañía presidida por Ignacio Sánchez Galán pasaban por iniciar la construcción en 2019 y las operaciones en 2021, tras la adjudicación y firma de contratos a largo plazo entre el promotor y las compañías de distribución eléctrica de Massachusetts.
Hoy, explican desde la eléctrica, el 70% de los contratos de suministro ya están asegurados. El complejo, calculan desde Iberdrola, generará aproximadamente 2 gigavatios de energía eólica, suficiente para cubrir la demanda de 1 millón de hogares en Massachusetts.
En esta planificación, no obstante, la eléctrica se ha encontrado con algunos obstáculos que están ralentizando las operaciones. En este sentido, el propio Galán apuntaba durante la Cumbre del Clima de la ONU, que se está celebrando en Nueva York, que después de que las autoridades estatales solicitasen revisar el proyecto por las quejas de los pescadores del área, probablemente antes de final de año tengan listo el estudio de impacto medioambiental, relacionado con el fondo marino y el emplazamiento.
Por tanto, "no hay ninguna razón para que el departamento de Interior del estado no nos dé la aprobación para el mes de marzo", confiaba el presidente de Iberdrola ante un grupo de periodistas.
La eólica marina, protagonista
El proyecto estadounidense no es, no obstante, el único en eólica marina que protagoniza la eléctrica vasca. Los otros están centrados en Reino Unido, Alemania y Francia.
En este sentido, en 2014 puso en marcha el West of Duddon Sands (WoDS) en al costa noroeste de Inglaterra, con una potencia de 389 MW, en el que invirtió 1.600 millones de libras. Tras él llegó el Wikinger, con una potencia de 350 MW, en aguas alemanas del mar Báltico, en marcha desde el pasado mes de diciembre; en él, invirtió 1.400 millones.
A estos se suman las adjudicaciones del pasado abril en la segunda subasta pública organizada por la Agencia Federal de Redes (Bundesnetzagentur). En concreto, son dos parques eólicos marinos en las mismas aguas alemanas, que sumarán una capacidad total de 486 megavatios (MW): Baltic Eagle (476 MW) y Wikinger Süd (10 MW).
Además, Iberdrola está finalizando las obras del East Anglia One, en Reino Unido. Con 714 MW de potencia, es el mayor proyecto español de la historia en el sector de las renovables y uno de los parques marinos más grande del mundo - ocupará 300 kilómetros cuadrados-, cuando entre en funcionamiento, en 2020, tras una inversión de 2.500 millones de libras. La eléctrica, no obstante, ha solicitado al Gobierno británico ampliar esta instalación hasta los 2.000 MW.
Por último, en Francia la eléctrica prevé la entrada en operación en 2022 del parque eólico de Saint-Brieuc, ubicado frente a la cosa de la Bretaña francesa, con una potencia de 496 MW.
Con los proyectos en marcha, la compañía habrá instalado 2.000 MW eólicos marinos a finales de 2022, a los que se añadirán otros 1.000 más allá de ese año. Así, esta forma de generar energía limpia forma parte de la estrategia de la compañía, que prevé destinar al negocio renovable un 39% de los 34.000 millones de euros de inversión contemplados para el periodo 2018-2022; es decir, 13.260 millones de euros.