Mejorar la eficiencia ha sido uno de los grandes retos del sector bancario en los últimos años en los que los tipos de interés en mínimos han azotado sin piedad los balances de las entidades. El brutal ajuste a golpe de cierre de oficinas y despidos había ayudado a mantener esta ratio que compara los costes sobre los ingresos de una entidad. Pero el esfuerzo realizado no ha sido suficiente y la industria bancaria española sigue sacando mala nota en términos de eficiencia.
El nivel que los inversores establecen para medir si una entidad es eficiente o no se sitúa en el 50%. Una cifra superior indica que el banco en cuestión gasta más de lo debido en comparación con sus ingresos, por lo que cuanto menor sea el porcentaje, mejor.
En este escenario, y con datos a cierre de 2019, solo tres bancos cotizados en la bolsa española sitúan su eficiencia en línea con lo que exigen los inversores. Se trata de Santander, Bankinter y BBVA, con una ratio del 47%, del 47,4% y el 48,5%, respectivamente.
Los menos eficientes
La foto sale peor para el resto de entidades cotizadas. En concreto, la ratio de eficiencia supera el 66,8% en CaixaBank (tras el ERE acometido el pasado año), el 62% en Bankia, el 55,6% en Sabadell, el 66% en Unicaja y el 60% en Liberbank. Las tres últimas, de hecho, se comprometieron ante los analistas en la última ronda de presentación de cuentas de 2019 a centrar todos sus esfuerzos de este año a la reducción de costes para mejorar la eficiencia.
Pero la crisis del coronavirus ha frenado en seco sus planes. La caída de ingresos es un hecho en un sector centrado ahora en evitar una crisis de liquidez para empresas y familias. Así que, para mejorar la ratio de eficiencia, la solución solo por la reducción de costes.
Una nueva ronda de despidos y cierres de sucursales parece la alternativa. Pero, hoy por hoy, esta opción parece poco probable, en plena lucha de las entidades por 'aprovechar' la crisis para borrar los errores del pasado y arrimar el hombro en la recuperación económica y, de paso, la reputacional. De hecho, Banco Santander o BBVA ya han descartado destruir empleo en sus plantillas en este periodo de pandemia.
“Entidades como Unicaja o Banco Sabadell sí tenían planeado recortar más oficinas este año, pero no creemos que lo hagan hasta que pase lo peor de la crisis económica derivada de la sanitaria”, explican desde una consultora nacional.
Los analistas tienen claro que las fusiones serían la solución más obvia para mejorar la eficiencia del sector ante este escenario, pero retrasan este tipo de operaciones hasta, al menos, 2022.
“Cualquier operación de este tipo ha quedado aparcada... ¿quién va a plantear ahora, por ejemplo, una ampliación de capital cuando todos los recursos deben destinarse al rescate de familias y empresas?”, se preguntan desde una entidad financiera consultada, que descarta entrar en el "limitado proceso de fusiones" en los próximos años.
Presión regulatoria
“Eso no impide que, cuando pase la crisis, los reguladores presionen de nuevo para una nueva ola de fusiones que, seguramente, los propios bancos necesitarán mucho más que ahora”, explican fuentes financieras, desde donde de nuevo apuntan a la banca mediana como protagonista de estos futuros movimientos.
“La fusión entre Liberbank y Unicaja podría retomar su atractivo el próximo año”, después de que las entidades cancelasen sus conversaciones en 2019, con una oferta de Abanca de por medio.
Ibercaja también entraría en esa ecuación Liberbank-Unicaja si su proceso de salida a bolsa se paraliza por completo, teniendo en cuenta que el Gobierno ha ampliado el plazo de la operación que, en principio, debía realizarse antes de fin de año.
Operaciones por áreas de negocio
Los expertos apuntan a que en este escenario, las entidades podrían apostar más por “operaciones por composición de carteras”, con el objetivo de ganar cuota de mercado en distintas actividades que mejoren la parte de los ingresos en la cuenta de resultados.
En un reciente informe, los analistas de Goldman también apostaban por esta estrategia, poniendo como ejemplo la posibilidad de un 'mix' de productos como las hipotecas de CaixaBank, Unicaja, kutxaBank o Cajamar, con el negocio más empresarial de Sabadell o Bankinter.
Tras la compra de EVO, la entidad comandada por María Dolores Dancausa ha rechazado participar en el próximo baile de fusiones... llegue cuando llegue. Y con la gran banca descartada de momento por parte de los expertos, Sabadell y Bankia siguen siendo objeto de los rumores en el mercado.
Según los analistas consultados, habrá que esperar entre uno y dos años para que estas operaciones se concreten, con lo que el sector tendrá que buscar otras fórmulas más allá de los despidos para mejorar su eficiencia, en un momento en el que la caída de los ingresos y las mayores provisiones esperadas para enfrentar la subida de la morosidad son la principal preocupación en la industria.