La última ronda de resultados anuales de la gran banca española ha puesto de manifiesto que los riesgos empiezan a aflorar en determinadas carteras de crédito que hasta ahora gozaban de una salud de hierro. En concreto, el sector ha sumado 38.908 millones de euros al denominado ‘stage 2’, el ‘cajón’ en el que se incluyen los créditos en los que se detecta un incremento del riesgo respecto al momento de su concesión, pero sin que hayan llegado a caer en impago.
Es decir, préstamos que los bancos han pasado a vigilar de cerca para evitar que caigan en el foso de los saldos ya dudosos que se clasifican en el ‘stage 3’. En total, los seis bancos que cotizan en el Ibex 35 (Banco Santander, BBVA, CaixaBank, Bankia, Sabadell y Bankinter) acumulaban a cierre de diciembre 158.908 millones de euros en créditos bajo el paraguas de esta ‘vigilancia especial’, frente a los 120.000 millones que rondaban a cierre de 2019, según datos de las entidades.
El crecimiento experimentado en los últimos meses se debe a las reclasificaciones que las entidades han realizado para seguir el consejo de los supervisores. Tanto la EBA como el Banco de España llevan meses pidiendo a la banca que sean cuidadosos en la medición de riesgos de sus carteras, especialmente tras la flexibilidad regulatoria introducida durante la pandemia, que ha permitido, por ejemplo, no incluir los impagos de las moratorias o las refinanciaciones en el baúl de los morosos.
Morosidad bajo control
Aunque estos casi 40.000 millones de euros no hayan caído todavía en dudosos, su inclusión en ‘vigilancia especial’ evidencia, precisamente, ese cuidado extremo que está teniendo el sector para anticiparse a posibles impagos.
De hecho, a pesar de lo abultado de la cifra, las entidades han logrado despedir 2020 con unos ratios de morosidad muy controlados, incluso algunas por debajo de los de hace un año, aunque detrás de ese control estén medidas como las moratorias, los préstamos avalados por el ICO o los ERTE que han sostenido a muchas familias y empresas en los peores momentos de la crisis.
Cobertura frente al riesgo
Aun así, hay que tener cuidado, y las entidades también han engordado los niveles de cobertura para estos créditos que están a solo un escalón de caer en el saco de dudosos. Banco Santander es el que cuenta con un mayor saldo de crédito en 'stage 2', aunque hay que tener en cuenta que las cifras incluyen toda su exposición global, y no solo las de España.
En total, ha pasado de 53.000 millones a 69.000 millones de euros en el último año. Es decir, durante la crisis ha añadido 16.000 millones de euros a sus créditos en ‘vigilancia especial’, motivado principalmente por el deterioro macroeconómico provocado por la pandemia.
La cifra total supera los 43.423 millones de euros en BBVA, desde los 33.360 millones de hace un año, mientras que CaixaBank suma 20.820 millones de euros, también por encima de los 15.555 millones registrados al cierre de 2019.
En su informe financiero anual, la entidad destaca que estos 4.100 millones de euros de nuevos préstamos que entran en vigilancia, suponen un 3,3% sobre el total. “En el cuarto trimestre de 2020 se ha llevado a cabo un ajuste experto con criterio prudente y de forma anticipativa que ha implicado migraciones dentro de la cartera sana. El resultado de este ejercicio explica el incremento del saldo en ‘stage 2’”, indica.
La banca mediana también ha hecho un esfuerzo adicional de anticipación ante el incipiente deterioro de algunas de sus carteras sanas como consecuencia de la crisis. En su presentación de cuentas, Bankia explicó que en el cuarto trimestre del año ha reclasificado 4.200 millones de euros de "empresas vulnerables de cara a anticipar potenciales deterioros”, hasta dejar la cifra en 12.200 millones de euros, un 9,2% de la cartera total.
Por su parte, Banco Sabadell también incrementó esta partida hasta dejar la cifra total en 11.840 millones, mientras que Bankinter mantiene en 1.625 millones su cartera en 'stage 3', un nivel similar al detectado a cierre de 2019.
Pico de morosidad
La tendencia que el sector ha registrado no implica que todo ese saldo de crédito vaya a caer en el pozo de la morosidad que se prevé más profundo para este año. Un plazo que expertos como la agencia de rating S&P retrasan incluso hasta 2022, precisamente por la extensión de medidas como las moratorias o los mayores plazos de carencia y devolución en los préstamos ICO. Pero sí son una señal de que si el deterioro económico continúa, los impagos que ahora solo se intuyen se convertirán en una realidad.
Pese a todo, los bancos defienden estar gestionando este riesgo con una actitud extremadamente conservadora, como reflejan los enormes volúmenes de provisiones y las holgadas ratios de cobertura que se crearon en 2020.
Además, las primeras cifras de las moratorias vencidas también evidencian que los clientes van pagando cuando llegan los plazos, demostrando un férreo control de la morosidad por parte del sector que, sin embargo, temen perder si fallan los dos principales factores para la recuperación: el éxito en el ritmo de la vacunación y la buena implementación de los fondos europeos.