2021 va a pasar a la historia del sector bancario como el año en el que se produjo la mayor destrucción de empleo. Sólo en un ejercicio las entidades han llevado a cabo Expedientes de Regulación de Empleo (ERE) que se llevarán por delante 16.563 puestos de trabajo, lo que supone un verdadero récord de caída, un 10% en apenas doce meses. Fruto de la digitalización y las fusiones, la plantilla del sector mengua cada día y ya es un 40% más pequeña que hace trece años, en la antesala de la crisis financiera, cuando alcanzó su máximo histórico.
Siete entidades han puesto en marcha ERE en los últimos doce meses: Santander (3.572 salidas), Ibercaja (750), BBVA (2.725 salidas definitivas y 210 excedencias), CaixaBank (6.452), Sabadell (1.380), Unicaja (1.314) y Abanca (en negociación, pero de momento se han puesto sobre la mesa 370 despidos). En total, estos procesos, que han marcado el año en el sector bancario, se van a traducir en 16.563 puestos de trabajo menos.
Siete ERE que se han sumado a decenas de despidos colectivos puestos en marcha en la última década por las entidades financieras. Juntos han provocado una merma del empleo bancario del 10% en sólo un año y del 40% desde el máximo histórico de la plantilla de la banca, registrado justo antes de la pasada crisis financiera.
Un mapa muy diferente
El sector bancario era muy distinto en 2008. Con una banca online incipiente, entonces las oficinas eran el canal básico de comercialización de los productos de las entidades y poblaban el territorio español con presencia en prácticamente cada esquina. En aquel momento España contaba con decenas de entidades financieras, que daban trabajo a 270.855 empleados, lo que supone una plantilla 1,7 veces superior a la actual, de acuerdo con los datos del Banco de España.
La crisis financiera cambió radicalmente el mapa bancario del país. El sistema de las antiguas cajas de ahorro quedó prácticamente desmantelado y decenas de entidades desaparecieron al ser integradas en otras, intervenidas por el Estado o subastadas.
Esta gran reestructuración implicó que cientos de sucursales echaran el cierre, con su consecuente destrucción de puestos de trabajo. Entre 2008, cuando se registró el máximo histórico en el número de empleados de la banca, y 2014, tras el estallido de la crisis financiera en España, la plantilla del sector financiero se redujo un 25% (lo que equivale a 67.550 puestos menos).
Desde entonces se han ido sucediendo numerosas fusiones entre entidades que han dejado un panorama con apenas una decena de bancos grandes o medianos, situación a la que se suma desde hace algunos años la transformación digital de las entidades y, especialmente, de la relación que sus clientes mantienen con ellas.
Transformación de la sucursal
Este proceso de digitalización está dejando atrás el papel de la oficina como canal de distribución de productos y le está concediendo un rol como lugar de asesoramiento sobre servicios complejos.
Y es que mientras miles de clientes aún necesitan de las funciones más tradicionales de las oficinas, especialmente los de mayor edad, las sucursales se van reduciendo en número, ampliando en tamaño y cambiando su perfil. No es extraño encontrarse hoy en día sucursales en las que se puede tomar un café o sentarse a teletrabajar un rato.
Esta reconversión también se está traduciendo en una reducción del empleo. Entre aquella plantilla máxima de 2008 y la que va a quedar tras los siete ERE que se han negociado desde diciembre del pasado año va a haber una diferencia de más del 40%. En estos trece años se habrán recortado 112.233 puestos en el sector.
Y, de esta diferencia, casi un 15% se habrá producido en tan solo un año, 2021, el ejercicio que será recordado por la destrucción de más de 16.500 puestos y por la ruptura, al menos temporal, de la paz social entre direcciones y trabajadores bancarios.
Vuelta a las huelgas
Y es que 2021 ha sido también testigo de la vuelta de las plantillas de la banca a las huelgas, un método de presión que en los últimos treinta años apenas habían utilizado y que a lo largo de estos meses ha sido más que habitual. La última se celebró el pasado 2 de diciembre, justo antes de que se sellara el acuerdo sobre el ERE de Unicaja. La plantilla de la entidad andaluza celebró dos parones generales en réplica de las estrategias de los empleados de BBVA, CaixaBank y Sabadell.
Detrás de estas mayores protestas se encuentra, entre otros motivos, una queja por la rebaja en las condiciones de los ERE de la banca respecto a los años que siguieron a la crisis financiera. Se acabaron la edad de oro y las prejubilaciones con el 90% del sueldo. Ahora las indemnizaciones, que siguen siendo elevadas en comparación con otros sectores, se acercan más al 50% en el caso de las prejubilaciones.
Antes, además, los ERE solían saldarse con la salida de los empleados cercanos a la jubilación, si bien en estas últimas negociaciones algunas entidades han impuesto límites para lograr la aceptación de empleados de menor edad.
2021 ha sido testigo de un fortísimo recorte de empleo en el sector bancario que difícilmente se repetirá en los próximos años, aunque la imparable digitalización de la clientela se llevará por delante cientos de sucursales. Es por eso que el empleo de la banca va a tener más que ver con la ingeniería y las matemáticas para explotar el potencial de los datos que con la distribución de productos. Una transformación del sector que afectará a todos los niveles.
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