¿Papá, me avalas? El riesgo de ser avalista de una hipoteca
- La nueva ley hipotecaria da más protección a los avalistas, pero hay alternativas más seguras
- "Si se puede evitar el aval, muchísimo mejor", concluyen los expertos
Noticias relacionadas
Avalar o no avalar. Es el dilema al que no pocos padres, dada la precariedad laboral de sus hijos, se enfrentan para vencer las reticencias de los bancos a concederles una hipoteca. Esta decisión, más allá de los vínculos familiares, conlleva riesgos importantes que el potencial avalista debe conocer. Además de informarse con detalle de los deberes y derechos que supone convertirse en avalista de un préstamo hipotecario, los expertos proponen analizar detenidamente la operación que propone el banco y la solvencia del hipotecado. También sopesar los pros y contras para detectar si hay otras opciones menos ‘peligrosas’ para echar una mano a nuestros familiares .
Desde el sector se lleva tiempo alertando de que a pesar de la mejora de la situación económica, los bajos sueldos y la inestabilidad laboral siguen lastrando el acceso de la vivienda a la juventud. Un reciente estudio de Fotocasa afirma que estas dificultades, lejos de disminuir, aumentan, ya que la necesidad de contar con ayuda familiar para la compra de vivienda con hipoteca se ha incrementado respecto al año pasado: “Si en 2018 el 11% de los compradores solicitó hipoteca y ayuda familiar, en 2019 se incrementa al 13%”, aseguran desde este portal inmobiliario.
Un avalista de un préstamo hipotecario es aquel que se obliga a pagar las cantidades pendientes de pago procedentes de dicha operación financiera en sustitución del deudor principal
Esta inestabilidad laboral y en algunos casos la escasa antigüedad de los contratos de trabajo de quienes piden una hipoteca provocan, entre otros motivos, que los bancos tiendan a pedir avales para tener otra garantía de pago demás de la vivienda, asegura Araceli Durán, abogada del Departamento de Consumo y Banca del Legálitas. Un aval, continúa, que suelen dar las familias.
Durán señala que lo primero que hay que saber es que un avalista de un préstamo hipotecario es aquel que se obliga a pagar las cantidades pendientes de pago procedentes de dicha operación financiera en sustitución del deudor principal. E informa de que la responsabilidad del avalista puede ser de dos tipos: solidaria, lo que significa que en caso de impago de la hipoteca por parte del deudor, el banco puede reclamar ese impago tanto al propio deudor como al avalista, directamente; o subsidiaria, que implica que si el deudor no paga la hipoteca, el banco primero debe reclamar a éste y solo cuando se compruebe que el deudor no tiene bienes para atender el pago, el banco podría ir contra el avalista.
Precisa que en la práctica, y en la mayoría de las hipotecas, lo habitual es que el avalista sea solidario, “porque la finalidad del acreedor, es decir el banco, es no poner límites a las garantías de pago que pudieran perjudicar la recuperación del capital prestado con sus intereses, costas y demás gastos”. Eso quiere decir, ni más ni menos, que en el caso de que el hipotecado no pague, será el avalista el que tenga que responder de la deuda, que será el capital pendiente de pago, así como intereses ordinarios, los de demora y los costes procesales. Y remarca que “del cumplimiento de las obligaciones responde el deudor con todos sus bienes, presentes y futuros”, por lo que hay que tenerlo todo muy claro antes de firmar.
¿Puedo dejar de ser avalista?
Otra pregunta que se repite en los bufetes es si existe la posibilidad de que un avalista se “quite” de un préstamo hipotecario. La abogada de Legálitas aclara que “la figura del avalista siempre va a permanecer dentro de la operación de préstamo hipotecario que se ha firmado con el banco ante notario", salvo en dos supuestos: que “se cancele dicho préstamo por pago o por constitución de un nuevo préstamo que nos apruebe el banco sin incluir dicha figura”, o que una sentencia judicial declare nulo dicho aval por considerarlo una cláusula abusiva, como hizo recientemente -concretamente en abril de 2018- un juzgado de Navarra que liberó a unos padres del aval que constituyeron para garantizar la hipoteca de su hijo por considerar que no fueron debidamente informados por el banco. Durán recuerda que el Juzgado de Primera Instancia de Estella declaró que “dicha cláusula es abusiva porque no supera el test de transparencia que reclaman los tribunales a los bancos en la redacción e información de las condiciones de la hipoteca, de forma que los avalistas desconocían las consecuencias de dicha firma y que su patrimonio quedaba comprometido por la misma”.
En este sentido, subraya que, desde el pasado mes de junio, con la aprobación de la nueva ley hipotecaria, la ley es más protectora con los clientes y exige que el banco informe también al avalista de todos los pormenores de la hipoteca. Ahora, tanto los titulares de la futura hipoteca como sus avalistas tienen que pasar por la notaría al menos un día antes de la firma para recibir asesoramiento gratuito y responder a un test, unos trámites imprescindibles para que el notario autorice la escritura.
Otra cuestión que preocupa, y mucho, es qué sucede cuando los padres han avalado la hipoteca de un hijo o hija y hay un divorcio por medio en el que la casa se la queda por sentencia judicial el yerno o la nuera. Araceli Durán aclara que ello no implica que la figura del avalista desaparezca y sea únicamente la parte que se queda con la vivienda la que tenga la obligación de pago de cara a la entidad. “El banco va a poder seguir reclamando a cualquiera de los titulares e intervinientes en el préstamo hipotecario, ya que el banco no fue llamado al procedimiento de divorcio y el día que constituyó el préstamo se hizo con unas características y requisitos que no pueden ser cambiados por el nuevo estado civil de las partes”. En estos casos, para la desaparición del aval sería necesario que se hiciera un nuevo préstamo con otras garantías (si así lo exige el banco) o que se resolviera la operación mediante una venta.
"Un avalista tiene mucha responsabilidad y ningún beneficio. Esa ayuda puede salir cara. Es más seguro prestar o regalar a los hijos una parte de la entrada de la casa o del dinero que necesiten para los trámites"
Para calmar el nerviosismo que pueden sentir los avalistas de hipotecados divorciados, que temen impagos por parte de los ‘ex’ de sus hijos, la abogada aconseja hacer cuentas: informarse del valor de tasación de la vivienda en el momento de la constitución del crédito y calcular si con el 70% de ese valor es suficiente para pagar la deuda (el capital pendiente de pago) y el 5% de los costes que puede provocar un proceso judicial. Si es así, el padre ‘fiador’ puede quedarse tranquilo, ya que su patrimonio no correría peligro.
Derechos de los avalistas
Resumiendo, el principal derecho del avalista es que “si se inicia la ejecución hipotecaria debe ser notificado para que no se vulnere su derecho de defensa y para que pueda proseguir la ejecución, en su caso por la cantidad que falte en caso de que el importe adquirido por el inmueble no fuera suficiente para cubrir la deuda”. Asimismo, tiene derecho a ser informado del compromiso y consecuencias económicas que supone la firma del préstamo (tal y como establece el artículo 14 de la Ley de contratos de préstamo inmobiliario). Igualmente, es muy importante recordar que “que iniciada la vía judicial, si el bien hipotecado es la vivienda habitual, el deudor podrá liberar el bien y reactivar la operación, si se pagan las cuotas adeudas, más intereses, más costas. Existiendo posibilidades, además de negociar con el banco y buscar una solución (restructuración de la deuda, dación en pago…) antes de que se produzca la subasta”.
Vistos los riesgos considerables que corre un avalista, la especialista de Legálitas concluye que “si se puede evitar el aval muchísimo mejor” y hace notar que “una de las formas de ayudar a nuestros hijos, en lugar de constituirnos como avalistas, es realizar un préstamo entre particulares”. Parecida opinión tiene Miquel Riera, analista de hipotecas de HelpMyCash.com, quien considera que un avalista “tiene mucha responsabilidad y ningún beneficio”. “Esa ayuda puede salir cara”, advierte, por lo estima más seguro “prestar o regalar a los hijos una parte de la entrada de la casa o del dinero que necesiten para los trámites”.