Prisa se acerca al equilibrio financiero, algo impensado hace seis meses cuando la compañía advirtió en sus cuentas que estaba en causa de disolución. En lo que va de año se ha cerrado el pacto con la banca para refinanciar su deuda hasta el año 2022 y el martes se anunció que hay acuerdo para una ampliación de capital de 563 millones de euros.
Fuentes próximas a estas operaciones consultadas por EL ESPAÑOL, coinciden en que la clave para desbloquear los acuerdos ha sido la salida de Juan Luis Cebrián como presidente ejecutivo de Prisa. Una situación que ha dado alas a los diferentes intereses representados en el consejo de administración para impulsar su retirada definitiva como presidente de El País y del comité editorial del grupo.
No es nuevo que el consejo quiera apartarle. De hecho, lo intentaron en diciembre, aunque sin lograr su objetivo final. La novedad es que ahora Soraya Sáenz de Santamaría, principal valedora de Cebrián y responsable de que siga dentro del grupo como “supervisor editorial”, no está contenta con el trato que está recibiendo Moncloa por parte del diario El País. Porque exigen mucho. Muchísimo.
'El País' paga el precio
El detonante de este malestar fue la encuesta que publicó El País el pasado 13 de enero dando como ganador de unas hipotéticas elecciones generales a Ciudadanos. En Moncloa se considera que este tipo de informaciones perjudican al partido, en especial porque se producen semanas después del batacazo electoral en Cataluña, donde el PP consiguió solo cuatro escaños.
El equipo de Soraya Sáenz de Santamaría interpreta además que esta encuesta de Metroscopia es una declaración de intenciones de Prisa: el grupo se sube al carro de Ciudadanos y deja de lado la alianza tejida entre Cebrián y la vicepresidenta para que el primero mantuviese sus cargos. El problema es que ambos tienen visiones muy diferentes de los términos de su acuerdo.
Cebrián interpreta que el pacto con Soraya solo incluye la defensa a la Constitución y la actuación del PP ante la crisis catalana. Esto explica el editorial que El País publicó el pasado viernes, apoyando a Rajoy por recurrir la decisión del Parlament de nominar a Carles Puigdemont como candidato para la sesión de investidura, pese a que el Consejo de Estado le respondía que no había base legal para ello. Este editorial destacaba como un faro frente a los publicados por el resto de medios. Incluso algunos que, al menos en teoría, son más cercanos al PP, como ABC o La Razón, hablaban en sus editoriales de que se trataba de un "error político". La conclusión aparente es que, a merced de Cebrián, El País ha terminado siendo más papista que el Papa.
Pero Soraya y su equipo quieren aún más y entienden que su respaldo a Cebrián está sujeto a un apoyo total al Partido Popular en todas las facetas. Y El País se encuentra en medio de esta disputa, como ha quedado reflejado en sus contradictorios mensajes de las últimas semanas. Un conflicto clave para entender el futuro del fundador del diario, ya que sin el apoyo de Soraya, el consejo tendría luz verde para abordar seriamente la salida de Cebrián.
En esta línea, las fuentes del consejo consultadas por este periódico indican que la actual situación de Cebrián es, cuanto menos, delicada. Formalmente se mantiene como residente de Ediciones El País SL y del comité editorial, pero el objetivo es que no siga vinculado a la compañía en el futuro. Un punto en el que coinciden la mayoría de los consejeros.
La Fundación El País sigue bloqueada
El primer movimiento en su contra ha sido el bloqueo de la Fundación El País, mediante la cual el expresidente ejecutivo buscaba controlar editorialmente el periódico de Prisa. En el último consejo de 2017, se anunció que se pondría en marcha una comisión para abordar el tema, pero durante las dos reuniones del consejo de 2018 no se ha vuelto a tratar formalmente el asunto.
Las fuentes consultadas indican que Cebrián “no tendrá su Fundación”, por lo que no lo tendrá fácil para seguir ligado a El País. En su contra tiene a Amber y a los consejeros rebeldes que en la última junta de accionistas manifestaron públicamente su oposición a que siguiese en el grupo. De hecho, como ya contó este periódico, el representante del fondo, Joseph Oughourlian, lidera la oposición a esta exigencia.
Los bancos y Telefónica tampoco confían en el fundador de El País. Santander, con el apoyo de Telefónica, intentó sustituirle por Javier Monzón. No obstante, y a pesar de que luego pactaron con Moncloa una sucesión tranquila con Manuel Polanco como presidente no ejecutivo, el interés es controlar el consejo y la presidencia a medio plazo. Y en esta ecuación no entra Cebrián, a quien se da por amortizado.
Ampliación de capital
La semana pasada Prisa anunció que se aprobaba formalmente la ampliación de capital. En total 563 millones, después de que se acordara una inyección adicional de 113 millones de euros que se suman a los 450 millones aprobados inicialmente. En un comunicado enviado a la CNMV, el grupo aseguró que este nuevo montante se producía por la elevada demanda y "los compromisos firmes y manifestaciones de interés recibidos de los principales accionistas de la sociedad".
Esto demuestra que, al menos en el papel, hay consenso entre los principales accionistas de la sociedad por acudir a la ampliación y por mantener el actual equilibrio de poderes en la compañía. Unos acuerdos impulsados por la refinanciación de la deuda alcanzada hace una semana y que posterga el pago de 1.500 millones de euros hasta el año 2022.
El futuro de Cebrián
Alcanzados estos acuerdos -entre los accionistas y con la banca acreedora- el futuro de Juan Luis Cebrián se convierte en la única incógnita de la nueva Prisa. Es verdad que ya no interfiere en el día a día de la empresa, pero muchos en el consejo consideran que hasta que no se materialice su salida definitiva el grupo no podrá seguir avanzando y seguirá atado a los lastres del pasado.
De momento, Manuel Mirat ya ha montado su propio equipo con una mezcla de nuevos directivos centrados en la transformación digital (Alejandro Martínez Peón) y la vieja guardia, con Pedro García Guillén y Felipe de Lucas. Ello, mientras el nuevo presidente no ejecutivo, Manuel Polanco, ha pasado a un discreto segundo plano.
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