“Hay entidades que venden fondos como depósitos”
Josep Soler, presidente de EFPA, denuncia que la banca está colocando productos con riesgo como si fuesen activos una rentabilidad fija y garantizada.
7 noviembre, 2015 01:30Noticias relacionadas
La máquina de la regulación financiera en Europa y en España está a pleno rendimiento y Josep Soler tiene la agenda muy apretada. Actualmente es el presidente de la Asociación Europea de Planificación Financiera (EFPA, por sus siglas en inglés), director del Instituto de Estudios Financieros (IEF) y recientemente ha entrado a formar parte del Comité Consultivo de Protección al Inversor e Intermediarios Financieros de la Autoridad Europea de Valores y Mercados (ESMA), la CNMV europea.
La nueva regulación se mueve en un terreno complicado, entre las asociaciones de protección de los usuarios, que piden un mayor control de las operaciones de la banca, hasta los lobbies que quieren flexibilizar la nueva normativa. Soler envía sus recomendaciones a los legisladores para crear un sector financiero que vele por la autorregulación de las entidades y la protección de los clientes. Es optimista, pero reconoce que queda mucho por hacer.
Todos los actores del mercado parecen ahora preocupados por proteger al inversor y no volver a cometer los errores del pasado. ¿Realmente hemos aprendido lección?
No lo sé. Lo vamos a ver en los próximos dos o tres años si todo funciona. En el ámbito más fácil, el de los reguladores, yo creo que sí, porque han puesto de su parte para desarrollar una nueva regulación que vaya hacia la protección del consumidor, aunque tal vez se han pasado.
Por su parte, el propio consumidor creo que lo tiene muy claro: ha retirado un poco la confianza a las entidades financieras, pero no sólo aquí, sino en todas partes. Yo creo que, al final, va a depender más de lo que hagan las entidades financieras y de cómo afronten esta pérdida de reputación por parte de la clientela. Cualquier sector económico se daría cuenta rápidamente de que no se puede vivir estando tan distanciados de los clientes. Además, el sector financiero es especial y se le debería exigir algo más, porque a un productor de caramelos no lo rescatas cuando va mal, pero a la banca sí que la rescatas cuando va mal.
Vamos a ver cómo se comportan las entidades. Los mensajes que envía son correctos de que van a tener cuidado para que no se vuelvan a producir hechos de mala distribución de productos como se produjeron en el pasado, pero es un sector complicado, porque además la competencia es muy dura y es muy cíclico. Hay gente que es optimista, yo también suelo serlo, porque veo que las entidades están haciendo sus deberes, pero luego he estado escuchando al director general de IOSCO, David Wright, que es el regulador de reguladores, y él es muy pesimista. Dice que entramos en las necesidades de cambio sin que los banqueros que lo hayan hecho mal hayan pagado suficientemente por ello, sin que se hayan puesto las normas para hacer otro tipo de banca.
Si hacemos un análisis histórico, nos lleva a pensar que desgraciadamente podríamos volver a tropezar en la misma piedra, pero vamos a olvidarnos de esto y vamos a trabajar para que no vuelva a suceder.
¿Cuáles crees que fueron los errores más graves del sector bancario?
En primer lugar, malos incentivos. En segundo, trabajar demasiado con el corto plazo, lo que supone aprovechar todo el negocio que puedas hacer en un momento de boom de demanda de crédito o de tipos bajos. Este modelo no lleva a una sostenibilidad a largo plazo de la actividad, al revés, es cuando se producen los errores. Y el tercer error es que una parte del sector financiero olvidó un tema muy importante que es la fiducia, es decir, retomando el ejemplo de la fábrica de caramelos, han de vigilar que no vaya veneno en los caramelos. En el sector bancario, la fiducia quiere decir aquel esfuerzo por encima del que representaría ser puramente tu cliente, esto es, el esfuerzo extra que supone dejarle el dinero a una persona y tratarle con especial cuidado. La obligación fiduciaria era un principio histórico de la banca, que estaba por encima de la relación con el cliente, y que se ha olvidado.
Creo que estos tres elementos son los principales errores que se han cometido. Habíamos olvidado que el cliente debe ser asesorado. Si vendes coches de segunda mano te puedes permitir sólo vender, pero en banca tienes que pensar más allá.
¿Cree que con la nueva regulación se eliminan todos los incentivos perversos para que exista una verdadera autorregulación de las entidades?
La regulación todavía no está traspuesta a las normativas nacionales y habrá que ver cómo se traspone y si mantiene el espíritu y los objetivos de las directivas comunitarias. En segundo lugar, habrá que ver cómo se aplica, cómo se supervisa y qué resultados va a tener. Nos va a llevar un poco de tiempo, pero creo que las intenciones son correctas y me atrevo a decir que el cumplimiento que se pretende dar por parte de las entidades es bueno.
En el tema del asesoramiento financiero, hay una normativa de segundo y tercer grado que va a ser tan importante como la del primero. La de primer grado dice que hay que proteger al cliente y mantener un poco de independencia para el asesor financiero y la de segundo dirá que, además, tienen que estar bien cualificados y saber asesorar al cliente. ¿Vamos a hacer una regulación suficiente? Esto todavía no lo sabremos, tiene que salir a final de año. La ESMA va a publicar sus guías de qué directrices van a poner a los profesionales financieros, no sólo para aconsejar, sino también para dar información sobre productos de inversión. Veremos en diciembre si la norma que sale aguanta la presión de los lobbies y aguanta unas medidas potentes de exigencia de cualificación a los asesores y también si esto se aplica bien en cada país.
Lo que salga a final de año va a marcar todos los requisitos que tienen que cumplir todos los profesionales que nos aconsejen, nos asesoren e incluso nos informen sobre los productos financieros que afectarán a nuestra jubilación y a la planificación e inversión de nuestro ahorro.
¿Va a desaparecer la figura del asesor de oficina bancaria que los productos que la entidad le ordena en cada momento?
Te lo pueden vender, pero primero tendrá que ser muy transparente, tendrá que decirte: “yo tengo interés en venderte este producto porque cobro de él”. Además, ese señor tendrá que estar cualificado. Lo que no se puede es ir a un hospital y que te haga el diagnóstico una persona que le interesa que encargues una operación porque eso le da dinero. Ahora necesitas un médico que tendrá que tener un juramento hipocrático, de modo que ahora tendrá unos condicionantes personales.
¿Tendrán que someterse a algún tipo de examen?
Veremos cómo lo aplica cada país. Lo que dice la normativa MiFID II es que tendrá que estar cualificado con estándares conocidos y reconocidos por todos y que afectará tanto a las personas que asesoren, como a las que informen. En principio, no podrás entrar en una agencia bancaria o en una sociedad de valores sin que te enseñe productos una persona que no tenga un mínimo de cualificación. Ahora bien, veremos cuál es el resultado final, porque hay entidades que presionan para que nos quedemos a medio camino.
El Banco Central Europeo (BCE) está aplicando controles a los directivos de la banca para comprobar sus capacidades y su cualificación para estar al frente de las entidades. ¿Esto ayuda a crear una banca con más ética?
De momento, las normativas de solvencia y de resolución de crisis y de supervisión única por parte del BCE ayudan a crear una banca más solvente y más segura. Después, yo creo que debe haber otro tipo de regulación y, sobretodo, autorregulación. Al final, cualquier tipo de regulación la puedes superar, por tanto, no nos engañemos, tiene que haber un compromiso de las entidades y de los profesionales para, como dicen en Inglaterra, “cambiar la forma de hacer banca”. Es su changing banking for good (cambiando la banca para bien) y esto lo puedes impulsarlo con regulación, pero sobretodo con autorregulación.
En España hay 12.000 asesores regulados en la EFPA (asociación de asesores financieros), pero como no es obligatorio, nos estamos autorregulando. A nivel individual, es espectacular que 12.000 personas a las que no se les exige esta regulación, lo hayan hecho voluntariamente.
Estas son decisiones importantes, pero que no dejan de ser personales. ¿Cree que la banca ha tomado conciencia de la importancia de la autorregulación?
Veo que conviven dos fuerzas y que no sé cuál va a ganar. Una de decir: se han de hacer las cosas mejor y otras con muchas ganas de volver a caer en algunas prácticas que pueden liarla. Hay algunas cosas que no puedo decir, pero, la de salida de depósitos que se está produciendo, algunos están entrando en fondos con excesivo riesgo para el perfil de algunos clientes. No quiero generalizar, pero algunas de estas personas que tradicionalmente estaban en estos depósitos sin riesgo, están entrando en fondos que tienen, por ejemplo, una parte de renta variable (bolsa) quizá excesiva para su perfil de riesgo. Y esto lo digo al mismo tiempo que afirmo que si hay un problema que tenemos con el ahorro en este país es que no asumimos suficiente riesgo. Gente con mucho ahorro y con unas buenas rentas que está ahorrando todo en productos sin riesgo, esto también pasa mucho, pero hemos de vigilar también lo contrario, que es lo que da más sustos.
Hay personas que no pueden asumir riesgos, o que tienen un horizonte de inversión muy corto, porque están cerca de la jubilación, y que al mismo tiempo están entrando en fondos mixtos de renta variable, en los que nadie sabe dónde estará el precio en unos años. Esto a mí no me gusta.
¿Qué porcentaje de los fondos mixtos que se venden se están colocando con mala praxis?
No lo sé, pero veo que están subiendo excesivamente los fondos mixtos y curiosamente, al mismo tiempo, están bajando los depósitos. Para solucionar esto se necesita autorregulación de las entidades, mejores prácticas y un asesoramiento personalizado.
Y las entidades que quieren seguir con la banca vieja sin autorregulación, ¿se pueden saltar fácilmente esta normativa?
(Se lo piensa unos segundos) En estos momentos va a tener dificultad, va a tener que justificarlo, pero como no toda la normativa está implementada todavía, diría que quizá pueden hacer cosas que sería conveniente que no hicieran, sí. También es cierto que la regulación nunca va a cubrir todos los posibles, es imposible, no te da las garantías totales. Es imposible sin autorregulación.
Al final, esto no afecta al negocio a largo plazo, pero las entidades tienen que estar dispuestas a renunciar a algo de negocio a corto plazo para el negocio a largo plazo. El largo es inversión, el corto es especulación.
Uno de los mayores problemas de mala praxis de las entidades financieras fue la venta de las preferentes. ¿Estamos a salvo de este tipo de escándalos?
Va a ser mucho más complicado que ocurran. En el fondo, el que vendía preferentes no incumplía ninguna norma. En estos momentos, vender preferentes como se hizo en el pasado será incumplir la normativa del mercado financiero. No por el producto, sino por las personas a las que va dirigido, de qué forma se vende, los avisos que dan al cliente, etc. Es un tema más de idoneidad del cliente, de transparencia del producto y de conducta.
¿No se pueden vender melocotones podridos? Puede que haya alguien a quien le encanten los melocotones podridos. El problema es cuando esos melocotones se venden sin informar que detrás de la piel que tiene buena pinta, aquello es un desastre. Pero al final se debe permitir que se vendan melocotones podridos, porque puede haber alguien a quien le gusten. No mezclemos las cosas, yo no creo que haya que prohibir productos.
¿No será necesario que se produzcan más inspecciones en las entidades para comprobar que se cumple la normativa?
David Wright, el director general de IOSCO, el supervisor de supervisores, dice que el elemento que más le interesa que funcione es el mystery shopping. Esto es, agentes de los supervisores que van a las entidades sin que se sepa que son inspectores y que van a ver quién me explica los productos, qué me hacen firmar, etc. Esto sí que es esencial. Esto no lo estamos sugiriendo desde la EFPA, esto lo dice David Wright.
¿Pero esto no se va a llevar a cabo?
No lo sé, yo sólo puedo asesorar desde la ESMA. Creo que en países como España puede funcionar. Esto se puso en marcha en Inglaterra y ha funcionado muy bien.
Dentro del objetivo de proteger al inversor, el Gobierno, junto con la CNMV ha puesto en marcha el famoso código de colores. ¿Cree que esta medida es efectiva?
Desde EFPA dijimos que el semáforo no era una clasificación de riesgo definitiva, es un indicador, una advertencia, pero nos falta conocer quién está detrás comprando el producto. No tendría que dar la impresión a los inversores de que pueden invertir sólo mirando al semáforo. Al revés, deberíamos aconsejar a algunos inversores que una parte de su dinero tendría que estar en el rojo. El semáforo da una imagen de que se puede pasar cuando es verde y no se puede pasar cuando está en rojo, pero esto no es así en finanzas. Según mi perfil de inversor tendré que pasar por el verde, por el amarillo y por el rojo en según qué ocasiones. ¿Esto se va a entender así? No lo tengo claro.
Además, nosotros pedíamos que se pusiese en marcha alguna normativa complementaria al mismo tiempo, como que los asesores que van a vender los productos financieros estén cualificados. El semáforo en solitario no sé si puede funcionar, porque todo el mundo sabe lo que es el semáforo. ¿Va a haber campañas para explicar esto? No lo creo…
El Banco de España y la CNMV pusieron en marcha hace siete años los planes de Educación Financiera. ¿Se ha avanzado algo?
Se han hecho cosas, por ejemplo, una web muy útil, que es un instrumento importante. Se ha enseñado en las aulas algo de cultura financiera, pero todavía queda mucho por hacer. Creo que no se ha sido suficientemente ambicioso. Creo que hay muy buenas intenciones, pero que, como hemos llegado un poco retrasados a este tema respecto a otros países, tendríamos que ser más ambiciosos. ¿En qué momento podremos decir que todos los alumnos de España que acaban la Educación Secundaria como mínimo tienen unas nociones básicas de educación financiera? Como mínimo, que conozcan los riesgos de sobreendeudarse, de sobrepasar los límites de la tarjeta de crédito, la diferencia entre ahorro y especulación… Pero estamos todavía muy lejos de esto. Por cierto, no es tan complicado dar unos talleres a los alumnos de cuarto curso de la ESO.
¿Y para llegar al resto de la gente que no está en la escuela? ¿Cómo se llega a ellos?
Hay alternativas, por ejemplo, con la televisión, que llega a mucha gente. Eso sí, que los programas no sean un tostón. Se pueden hacer talleres, centros de trabajo como sindicatos o asociaciones que den programas de educación financiera, etc. Pero, al final, al que no quiere, no se le puede obligar, pero a los chavales de la ESO sí que se les puede obligar. Nosotros desde EFPA vamos como voluntarios a asociaciones y centros de enseñanza a dar cursos y talleres sobre educación financiera.