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Mercados

Inversores a prueba de volatilidad: el desafío de volver a tener que valorar el riesgo

De mano invisible nada. En los últimos años, los mercados han estado mecidos por una mano bien visible. Y poderosa, capaz de bombear billones de euros por los conductos financieros. La de los bancos centrales. Por eso, ahora que están de retirada, su repliegue trae de vuelta viejos amigos. Como la volatilidad.

2 diciembre, 2018 05:00

VIX. Es el nombre del índice de volatilidad más conocido del mundo. Lanzado en 1993 por el Mercado de Opciones de Chicago, sus pasos se toman como referencia para pulsar el sentimiento existente en el mercado. Por eso, de manera más gráfica, se le conoce como el `índice del miedo¿. Y transmite más miedo cuando está alto y cuando sube -sobre todo cuando sube mucho y rápido- y menos cuando está bajo o desciende.

En 2017, el VIX registró una media de 11 puntos, bajísima desde cualquier perspectiva histórica. Desde su creación hasta finales de 2017, su promedio se situaba en los 19 puntos, lo que da una medida de lo que representa esa media de 11 puntos, salpicada con fases en los que estuvo por debajo de los 10 puntos.

El panorama, sin embargo, está cambiando en 2018. A un mes para que acabe el ejercicio, su media alcanza los 16 puntos, con picos de furia, como el vivido en febrero, en los que ha llegado incluso a los 50 puntos, algo que no se veía desde 2011. Lejos, eso sí, de los extremos niveles de 2008, cuando superó incluso los 80 puntos tras la quiebra de Lehman Brothers.

LAS COSAS DE LA NORMALIZACIÓN

¿A qué se debe este cambio de escenario? Al regreso de la normalidad. Los niveles de 2016 o 2017 eran irreales. O mejor dicho, artificiales. Estaban condicionados por las manos visibles ¿y poderosas- de los bancos centrales. La abundante liquidez con la que venían alimentando a los mercados desde 2008, superior a los 10 billones de euros, y unos tipos de interés en mínimos históricos -incluso por debajo del 0%- facilitaban la vida de los inversores.

Había dinero de sobra para todo. Para la renta variable, para la renta fija pública y privada, para el petróleo, para las criptomonedas, para los activos inmobiliarios¿ Y cuando eso pasa, aunque parezca lo contrario, no es positivo. Primero, porque riega la falsa sensación de que ganar dinero es fácil en los mercados. Y segundo, porque invita a bajar la guardia a la hora de valorar los riesgos. O como se dice en el universo financiero, genera complacencia.

Pero claro, en algún momento los bancos centrales tenían que hacer menos visible su mano. Y eso ha empezado a ocurrir de manera más ostensible en 2018. ¿La liquidez de los principales bancos centrales ha comenzado a contraerse¿, constata Benjamin Melman, director de Asset Allocation y Sovereign Debt  de Edmond de Rothschild AM.

El ejemplo más notable corresponde a la Reserva Federal (Fed), el banco central más influyente del mundo, que este año va a elevar los tipos en cuatro ocasiones -los ha subido ya tres veces y queda una cuarta en diciembre- y que desde octubre de 2017 ha reducido su balance en 360.000 millones de dólares -unos 320.000 millones de euros-.

Aunque después de todo lo inyectado desde 2008 esta cantidad parece menor, resulta relevante por el mero hecho de poner de relieve que ya no va a ser todo tan fácil. ¿No hay comparativa en la historia con las políticas monetarias que se han aplicado en los últimos años, que ahora se convierten en un amplificador de la volatilidad¿, constata Beltrán de la Lastra, presidente y director de inversiones de Bestinver. Y remata: "La retirada de los estímulos no se realizará sin baches".

Es decir, que volverán los sustos, y los nervios, y los vaivenes. Han vuelto ya en 2018, un año que ya ha sido más complicado para la gestión. En resumen, la volatilidad, para recuperar un escenario en el que resulta preciso volver a valorar bien los riesgos y los activos. Vamos, lo de costumbre, por mucho que en los últimos años haya quedado opacado por la batería de medidas de los bancos centrales.

EL PRECIO DE LA RENTABILIDAD

Una volatilidad que, tras años aletargada, intimida, pero es bienvenida por los profesionales de la gestión. Al fin y al cabo, no deja de ser un calibre que permite medir la preparación y la estrategia de inversión de cada uno. Y la templanza, una virtud también en el mundo de la inversión.¿La volatilidad es el precio que hay que pagar para construir una cartera a largo plazo¿, sostiene Beltrán de la Lastra.

La aceptación de este es el escenario vigente resulta clave para los inversores. Para los profesionales y, sobre todo, para los particulares, más expuestos a los cambios de humor del mercado. Es decir, a comprar cuando los precios ya han subido y a vender cuando ya han bajado. Sobre todo, después de estos años en los que muchos de esos inversores, a fuerza de unos tipos al 0% que han restado todo atractivo a los productos más conservadores, se han visto empujados a productos y activos en los que se sienten menos cómodos. Como previenen desde Fonditel, ¿hay inversores en activos que no les corresponden¿.

Artemis Capital Management, una firma financiera especializada precisamente en la gestión de la volatilidad, lo tiene claro. ¿La volatilidad es un instrumento de la verdad¿, destaca a modo de saludo en su página web. Esa verdad está de vuelta en los mercados. Y promete más emociones fuertes en 2019.