¿Recuperación en V, en U, en W, en símbolo de Nike?
Esta no es una columna traspapelada que tendría que haberse publicado en marzo, abril o mayo de este año, que era cuando las formas de la potencial recuperación eran trending topic en algunos foros ligados a los mercados.
Esta es una columna que pretende provocar al lector acerca de lo poco que valen, cuando invertimos, las predicciones y las bolas de cristal.
Porque muchos apostaban a cuál iba ser la forma de la recuperación (si es que la hubiere) de los mercados financieros. Algunos, incluso, se olvidaban de formas y le ponían números, normalmente negativos, al año 2020.
Normalmente, cuando no se ve nada, lo mejor es parar. No tomar ninguna decisión. No mudarse. Pero es entendible que, en un momento de total incertidumbre, donde era difícil ver la luz al final del túnel, algunos decidieran escapar.
Pues, a día de hoy, un mes antes de terminar el año 2020, algunos mercados financieros presentan resultados que pueden parecer sorprendentes. El índice de renta variable más representativo, el S&P 500, a cierre del pasado viernes 20, acumula una rentabilidad del 11,95% en el año (incluyendo dividendos).
Algunos, incluso, se olvidaban de formas y le ponían números, normalmente negativos, al año 2020
De hecho, la gran mayoría de carteras diversificadas, aun habiendo vivido momentos de volatilidad históricos, están hoy en territorio positivo desde inicio de año. Así que la recuperación (en mercados financieros, no económica) se ha dado. Y la forma parece una V que sigue alargándose por la derecha.
Invirtiendo a medio o largo plazo, con qué rentabilidad se cierra un año, cuál es la forma de una recuperación o de una recesión o cuántos días se tarda en recuperar el nivel máximo anterior, tienen poca o nula importancia. Más aún: tratar de adivinar cualquiera de las anteriores es una pérdida de tiempo.
Sí es importante, en cambio, tomar decisiones en el día a día de la gestión con la vista puesta en el horizonte u objetivo de inversión, tratando de no materializar pérdidas momentáneas y, cuando se gestione por y para otros, tener muy en cuenta la volatilidad (es decir, el riesgo) que están sufriendo y percibiendo los clientes: no todo es la rentabilidad y sí, en cambio, rentabilidad ajustada al riesgo.
Para seguir con lo poco que valen las predicciones y las bolas de cristal en un momento puntual cuando invertimos, repasemos las claves de la recuperación tan importante que han experimentado algunos índices y mercados:
La coordinación entre estos dos agentes ha sido tan extraordinaria y sólida que cuesta encontrar ejemplos de algo semejante en la historia
1) El apoyo monetario por parte de los principales bancos centrales en un momento de shock nunca antes visto ha sido, como dicen los anglosajones, carente de defectos.
2) Con algún bache o titubeo temporal, el apoyo fiscal por parte de los gobiernos ha sido también importantísimo. De hecho, la cooperación y coordinación entre estos dos agentes ha sido tan extraordinaria y sólida que cuesta encontrar ejemplos de algo semejante en la historia.
3) El carácter intrínseco de los mercados financieros explica muy bien, no sólo la recuperación sino la asimetría con la economía real:
a. Del total de empresas en funcionamiento sólo una ínfima parte son cotizadas. Para ponerlo en contexto, en España en 2019 el número de empresas en activo era más de 1.000 veces superior al de todas las empresas cotizadas en mercados organizados.
b. El valor de cotización de estas compañías refleja, en gran medida, las expectativas futuras de beneficios esperadas por los inversores.
4) Las buenas y muy esperanzadoras noticias sobre las vacunas.
Lo poco que valen las predicciones y las bolas de cristal en un momento puntual cuando invertimos
5) La extraordinaria y sorprendente capacidad del ser humano para adaptarse a situaciones tan nuevas y complejas.
Salvo la primera, ¿quién podía predecir en marzo alguna de las otras cuatro claves? Yo no. Y lo que tocó fue remangarse e ir tomando decisiones a la vez que la montaña rusa de esas semanas amenazaba con hacernos descarrillar.
***Gonzalo Pradas es director de Openbank Wealth