Bitcoin irrumpe en el orden mundial de las divisas
El 16 de diciembre de 2017, tras un rally que llevó a multiplicar su valor por 16, el bitcoin alcanzó un máximo histórico dejando su cambio a las puertas de los 20.000 dólares. Pasados tres años desde ese momento hasta hace unos días, la criptomoneda más conocida ha superado su nivel histórico tras experimentar otro empujón alcista en 2020 que le coloca de nuevo a las puertas del cielo.
Dejando de lado cuestiones técnicas relativas al blockchain, la clave para entender lo que pasa en el mundo de las criptomonedas está en el hecho de que comenzamos a ser testigos de la quiebra de la fe depositada en el dinero fiat, concretamente, el dólar.
El helicóptero monetario de la Fed ha supuesto la monetización de un gasto extraordinario de 2,2 billones de dólares solo este año, el triple que en toda la GCF, provocando que la deuda emitida en dólares llegue a un nivel récord como consecuencia del incremento del déficit público. La estrategia conjunta del Tesoro y la Reserva Federal por la cual se está monetizando el gasto público no es exclusiva del banco central norteamericano razón por la cual el balance conjunto de los principales bancos centrales ha seguido su imparable senda alcista (ver gráfico). Sirva un dato, el balance de la Fed se ha multiplicado por cuatro en este siglo mientras la economía lo ha hecho por dos.
Cuando el multiplicador monetario aumenta el camino hacia un escenario de mayor inflación resulta inevitable. Así pues, economías deficitarias y masivamente endeudadas que se dirigen a una más que probable espiral inflacionista conforman un excelente caldo de cultivo para devaluar sus divisas. El dólar encabeza esa pérdida de confianza en el dinero un hecho que no es menor pues, como moneda de reserva mundial, se trata de la divisa sobre la que pivota el comercio global y es base de referencia para el precio de las materias primas.
Es tan sencillo como imaginar un escenario en el que las transacciones potencialmente empezarán cada vez más a realizarse en otro tipo de divisa (¿yuan?), o porqué no, con otro tipo de dinero. Ahí es donde las criptomonedas comienzan a generar interés.
El dólar encabeza esa pérdida de confianza en el dinero un hecho que no es menor pues, como moneda de reserva mundial, se trata de la divisa sobre la que pivota el comercio global
Hasta el momento, la alternativa al dinero fiat siempre ha sido el oro cuyo reciente ascenso en precio se explica no tanto por la volatilidad de los mercados sino, de nuevo, por la pérdida de confianza en el dólar. Muchos bancos centrales promueven ya el uso del oro como reserva de valor. No en vano el hecho de que en los últimos años hayan sido los mayores compradores de oro multiplicando el volumen de las transacciones para su acumulación como reservas, dan una pista.
El banco central de Italia manifestaba recientemente el riesgo de contrapartida del dinero que emiten bancos centrales y su eventual pérdida de valor, reafirmando la confianza en el oro. Sin ir más lejos, el banco central de Uzbekistán emitió en noviembre lingotes de oro certificados con códigos QR en un claro intento de promover su uso como medio pago y reserva de valor.
Pero el oro no es la única alternativa al dinero fiat. En el escenario descrito las criptomonedas empiezan a ocupar un espacio cada vez más relevante. El hecho de que ofrezcan un sistema de pago antideflacionario le ha dado la notoriedad que merecen. Es cierto que hay cientos de criptomonedas, pero ninguna ha sido capaz de rivalizar con el bitcoin en términos de capitalización, descentralización, ubicuidad y seguridad, combinados.
Tal y como se puede intuir, el comportamiento del bitcoin ha sido paralelo al del oro precisamente por la inestabilidad que soportan hoy las principales divisas mundiales (dólar, euro y yen). Basta con ver el movimiento del dólar en su cambio con el oro y el bitcoin para entenderlo.
Nos dirigimos sin duda a un nuevo escenario desconocido para todos en el que ya se puede hablar abiertamente de disrupción monetaria. La falta de sostenibilidad de las finanzas públicas unido al masivo endeudamiento de las economías desarrolladas, cuestionan la confianza en sus divisas. En un mundo de tipos de interés negativos y con fallos en las divisas emergentes hacen que el bitcoin tenga una utilidad incuestionable. La cuestión no es si tiene sentido especular con el precio del bitcoin sino entender que el orden actual de divisas va camino de romperse lo que nos llevará a buscar alternativas en las que oro y las criptomonedas conforman ya su propio espacio.
*** Alberto Roldán es economista y gestor.