El futuro de Jerome Powell al frente de la FED, en riesgo: crecen las presiones sobre Biden para que lo releve
Facciones del Partido Demócrata quieren a la economista y exsubsecretaria del Departamento del Tesoro, Lael Brainard.
24 septiembre, 2021 02:05Noticias relacionadas
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El presidente Joe Biden tiene hasta febrero para decidir si desea nominar a Jerome Powell para un segundo periodo al frente de la Reserva Federal de Estados Unidos, pero otros demócratas y grupos activistas liberales están presionando para que escoja a alguien más progresista para liderar el banco central.
La controversia revela la extraordinaria importancia que tiene la función de presidente de la Fed. La mayoría de los expertos consideran que la confirmación de Powell será lo más probable, pero eso no detendrá los esfuerzos de los activistas para persuadir al presidente demócrata a que tome otra decisión.
Es el caso de J. Bradford DeLong, profesor de economía en la Universidad de California en Berkeley e investigador asociado en la Oficina Nacional de Investigación Económica. Una de las voces más conocidas en los debates económicos y un reconocido demócrata.
Fue subsecretario adjunto del Tesoro de los Estados Unidos durante la administración Clinton, donde estuvo muy involucrado en las negociaciones presupuestarias y comerciales. Y cree que renovar a Powell sería un “error histórico”.
Lo que es evidente es la importancia del cargo: “Quien sea que ocupe ese trabajo es el planificador económico más importante del mundo, es por eso por lo que los mercados están al tanto de cada adverbio y cada gesto que venga del encargado de la Fed”, según palabras de David Wessel, director de Centro Hutchins para Política Fiscal y Monetaria de la Institución Brookings.
Powell fue nombrado por Trump
La Junta de la Reserva Federal está compuesta por siete “gobernadores” designados por el presidente para un término en conjunto de 14 años. También escoge entre ellos al presidente, el vicepresidente y un director para periodos de cuatro años.
En 1987, Alan Greenspan fue nominado por el presidente republicano Ronald Reagan para presidir la Junta de Gobernadores de la Reserva Federal de Estados Unidos, en reemplazo de Paul Volcker. Ocho años después, al presidente Bill Clinton, un demócrata, impresionado por la determinación de Greenspan de usar la política monetaria para compensar el saneamiento fiscal de su gobierno, lo renovó por dos periodos más.
Y a pesar de que los republicanos, durante el mandato de Clinton, lo acusaban de implementar una política monetaria demasiado laxa, George W. Bush lo volvió a nominar para un insólito quinto mandato (al final estuvo 19 años en el cargo).
Cuando Greenspan se jubiló en enero de 2006, fue sucedido por Ben Bernanke, un designado de Bush que impresionó al presidente demócrata Barack Obama con su intención de trabajar sobre una base bipartidaria para sobrepasar los límites percibidos de la política monetaria en la lucha contra la Gran Recesión.
En 2009, Obama volvió a nombrar a Bernanke, quien mantuvo la línea al seguir con las políticas de alivio cuantitativo (QE) de la Fed a pesar de los gritos de indignación de los republicanos.
Esto prueba que no debería ser un problema el que Powell fuera nominado por Trump. Sin embargo, las diferencias entre republicanos y demócratas parecen mayores en la actualidad. Janet Yellen, actual secretaria del Tesoro y sucesora de Bernanke (fue la primera mujer en presidir la Fed), apenas estuvo un mandato ya que era “demasiado demócrata” para Trump.
Ahora, parece ser que el presidente Joe Biden, demócrata, está pensando en volver a nombrar a Powell para otro mandato de cuatro años. Como dice J. Bradford DeLong:
“Por qué haría algo así no lo puedo entender. Las opiniones de Powell sobre la regulación financiera y la gestión macroeconómica no están ni remotamente alineadas con las del consenso casi unánime de los demócratas."
Cree que aunque haya pasado los últimos cuatro años siguiendo las políticas de tasa de interés y de que sí concuerdan con la visión demócrata prevaleciente, es importante considerar si cree realmente en ellos o se dejó llevar por las presiones de Trump, que en política monetaria no se ajustó al discurso habitual de su partido.
Él teme que, dado que cada vez más voces dentro del partido republicano ven necesario ajustar la política monetaria sustancialmente de inmediato, se vea presionado a hacerles caso. Powell les escuchará y seguirá esta línea, una vez haya sido renovado.
Incluso da un nombre. Cree que la alternativa obvia a Powell es Lael Brainard, una economista, exsubsecretaria del Departamento del Tesoro de Estados Unidos y que se ha desempeñado en la Junta de la Fed desde 2014.
“Brainard mantuvo el curso en su puesto durante los días oscuros de la administración Trump. Para una administración demócrata, que actualmente cuenta sólo con una mayoría mínima en el Senado, su nombramiento como presidenta de la Fed debería ser una decisión fácil.”
Wesell opina lo mismo: "Es difícil para algunos demócratas comprender por qué el presidente debe confirmar a un republicano blanco cuando hay una mujer altamente cualificada para el puesto que es demócrata”.
Se pide un cambio de políticas
Hace unos días, más de 20 grupos activistas, como Greenpeace USA, el Sindicato Internacional de Empleados de Servicios y el Sierra Club, firmaron una carta que pide a Biden nombrar a un nuevo presidente de la Fed que aborde una serie de aspectos no asociados normalmente con el banco central.
La demanda pide que la Fed incluya también el cambio climático y el racismo sistémico entre sus actividades de banco central. Son demandas que no encajan en el perfil de Powell, hombre blanco, millonario y republicano.
La senadora demócrata Elizabeth Warren, desde hace tiempo una de las más firmes críticas de Washington al enfoque del banco central sobre la regulación financiera, también pide cambios.
Recientemente, con la polémica sobre las operaciones de trading de dos altos funcionarios de la Fed en 2020, afirmó: "Lo he dicho antes y lo diré de nuevo: a los miembros del Congreso y a los altos funcionarios del gobierno no se les debería permitir comerciar o poseer acciones".
Y recuerda que Powell fue en general favorable a los esfuerzos de la administración Trump de levantar algunas de las regulaciones impuestas a los bancos después de la crisis financiera de 2008.
Las ventajas de Powell
Fue el expresidente demócrata Barack Obama quien nombró a Powell, un republicano, para un puesto en la junta de la Fed en 2012 para llenar un espacio vacante. Años después, el expresidente republicano Donald Trump lo ascendió a presidente pero no podría haberlo sido sin Obama.
En sus años en la Fed, Powell ha sido elogiado por muchos demócratas por implementar una política monetaria encaminada a reducir lo máximo posible la tasa de desempleo, incluso a riesgo de una mayor inflación, lo que lo ha hecho impopular entre los conservadores.
Los expertos no ven problemas a la nominación de Brainard, pero coinciden en que su política monetaria no será muy diferente a la de Powell.
Wessel reconoce que un argumento para confirmar a Powell es que señalaría una consistencia en el liderazgo de la Fed. En ese sentido, “restauraría la norma institucional de que no es un trabajo que cambia cada vez que hay cambios en la Casa Blanca”.
“¿Por qué sacudir el barco cuando se tiene a alguien en quien el mercado parece confiar y tiene alguna experiencia? ¿Por qué hacer un cambio que no es necesario?”
Reacción de los mercados
Habitualmente las bolsas premian la estabilidad, una renovación de Powell, cuyo mandato ha coincidido con una racha fabulosa de máximos históricos en los índices bursátiles y que ha establecido una política de “dinero fácil”, es una muy buena opción.
Si el cambio fuera para poner en su lugar a Brainard, es posible que a corto plazo el impacto fuera negativo. No porque la política monetaria se fuera a endurecer, más bien lo contrario, sino porque es una defensora de una mayor regulación para los bancos y el sistema financiero en general.
En cualquier caso, a medio plazo un tándem en política económica con Yellen en el Tesoro y Brainard en la Fed, difícilmente puede disgustar a un mercado al que le seduce tanto la política monetaria expansiva.