La Covid-19 ha llevado al límite el sistema sanitario público español, exhibiendo sus costuras. Entre ellas, una financiación escasa. Así lo indica la evolución de la inversión que hacen las autonomías. Antes de la pandemia, las regiones gastaban 1.416 euros por habitante al año en políticas de sanidad, solo un 1,4% más que hace 11 años, antes de la crisis financiera de 2010, la conocida como Gran Recesión.
En 2009, justo antes de la crisis, se alcanzó el mayor pico de gasto público en sanidad por habitante de la década, unos 1.396 euros. Luego vino la recesión, que llevó a importantes reducciones de esta partida, hasta tocar fondo en 2013, con 1.223 euros. Aunque después se recuperó, el avance ha sido escaso. El dato más reciente indica que el gasto por habitante solo ha crecido 20 euros.
Así lo señala la información del Ministerio de Sanidad sobre el gasto sanitario público consolidado, cuyos datos más recientes son de 2018. Dichos datos muestran que, dependiendo de la autonomía de la que se trate, esta partida es muy dispar. Hay diferencias de hasta 540 euros entre las regiones.
Concretamente, Andalucía y Madrid fueron las que menos dinero destinaron a la sanidad, con 1.212 y 1.274 euros por habitante respectivamente, a pesar de estar entre las regiones más pobladas de España.
Llama la atención el bajo gasto de estas dos comunidades, ya que hay una diferencia de 187 euros con la siguiente comunidad en la cola de la baja inversión en sanidad: Canarias, que destina 1.399 euros por habitante.
En el lado opuesto, País Vasco, Asturias, Extremadura y Aragón son las comunidades que más gasto por habitante registran, todas ellas por encima de los 1.600 euros. En concreto, País Vasco destina 1.753 euros; Asturias, 1.676; Extremadura, 1.626, y Aragón, 1.601.
Por otro lado, aunque de media la inversión en sanidad ha mejorado desde la crisis económica, esta mejora no se ha registrado en todas las regiones.
Recortes
Tres de ellas mantienen un gasto en sanidad por habitante inferior al de 2009. Se trata de Castilla-La Mancha, Canarias y Andalucía, que se dejan en 2018 un 5,7%, 4,9% y 2,7%, respectivamente, con respecto a las partidas de hace nueve años.
Mientras, Madrid se ha estancado, con un incremento de solo seis décimas. Por su parte, Murcia, La Rioja y Cataluña registraron un ligero incremento de alrededor del 1% entre 2009 y 2018.
En cambio, las dos regiones que más incrementaron el gasto sanitario por habitante son Cantabria y Castilla y León, con crecimientos del 11% y 13%.
Sin embargo, el contexto de pandemia ha redefinido estas cifras. La crisis de la Covid-19 ha llevado a las regiones a aumentar sus recursos sanitarios, sobre todo gracias a los refuerzos financieros del Estado. Entre ellos se encuentran, por ejemplo, 6.000 millones no reembolsables que el Gobierno ha estado entregando a las regiones en los últimos meses a través del Fondo Covid.
Esto ha permitido que, según la previsión del Gobierno, el gasto sanitario público se vaya a poner en el 7,6% del PIB, lo que conllevará un importante incremento del gasto sanitario por habitante, aunque este fenómeno será temporal y por el impacto de la pandemia del coronavirus.
Sin embargo, en 2021, el gasto sanitario, aunque será inferior al de 2020, estará por encima de los niveles precovid. De hecho, aumentará en unos 8.575 millones respecto al de 2019, hasta ponerse en el 6,9% del PIB. ¿Se mantendrán estas cifras en 2022? Eso espera un sistema sanitario necesario de una financiación creciente, sostenida y a largo plazo, que todavía se está recuperando de la década pasada.
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