El Ibex 35 se ha dejado 222.000 millones de euros en las últimas tres semanas. Lo que empezó como una corrección fruto de la preocupación por el avance del coronavirus fuera de China ha derivado en el pánico generalizado entre los inversores.
La Organización Mundial de la Salud ya ha dicho que estamos ante una pandemia global y los organismos internacionales reconocen que habrá un fuerte impacto para la economía mundial. Unos augurios que han puesto todavía más nerviosos a unos inversores que no encuentran consuelo en las medidas de los bancos centrales ni en la clase política.
Muestra de ello es que la liquidez anunciada por el Banco Central Europeo no ha sido capaz de calmar a unos mercados ávidos de más medidas. ¿De qué? De una acción coordinada de los gobiernos europeos que muestre de una vez por todas su determinación para acabar con la pandemia, reactivar la economía y meter en vereda las finanzas públicas.
Es el mensaje que lanzan los inversores que ven también cómo los ‘hedge funds’ se han puesto las botas con las posiciones bajistas. Ahí está el caso de Bridgewater, que se ha hecho con el 0,6% de Telefónica o Iberdrola y el 0,7% de Santander, BBVA y Amadeus.
Cierto es que el mercado es libre, pero también lo es que estamos ante circunstancias excepcionales que requieren medidas excepcionales. No hablamos de cerrar las bolsas como hizo China, pero sí de exigir a los reguladores globales que empiecen a controlar a los bajistas.
Eso es precisamente lo que ha hecho la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) de cara a la sesión de este viernes. Prohibir las ventas en corto para templar los ánimos y reducir la volatilidad que hay en el mercado.
No es la primera vez. Ya se hizo en 2011 y 2012 en plena crisis de deuda para calmar la extrema volatilidad a la que estaban sometidos los mercados. Una buena decisión que intentará expulsar a los que quieren hundir las bolsas y sacar rédito de una situación que exige el compromiso y la unidad de todos.