La decisión de pasar o no de la Fase 0 a la Fase 1 en el proceso de desescalada del confinamiento como consecuencia de la epidemia del Covid-19 ha desatado tensiones políticas, frustraciones, confusión y una sensación de relación profesor-alumno en la que avanzar a una fase "superior" se trata de un "aprobado" y permanecer en la fase 0, un "suspenso".
Exceptuando la bronca por el caso de Madrid, que obedece a unos intereses políticos de alto nivel, en algunas otras Comunidades ha habido esa sensación de que “el profesor nos tiene manía, y eso que nos había salido muy bien el examen”.
Esta frustración obedece, probablemente, a que no se ha seguido un criterio objetivo, sencillo y transparente, como la regla 14-0, según la cual el desconfinamiento se llevaría a cabo en territorios de pequeña dimensión que llevaran 14 días consecutivos con cero casos, y que describí en un artículo en este diario hace un par de semanas (véase Desconfinamiento 14-cero).
En cualquier caso, al final se ha optado una solución asimétrica, que era lo razonable, pero que está llena de riesgos y es de difícil ejecución.
Riesgos como el de permitir, al haber elegido la dimensión provincial, que la costa sur de Murcia (Mazarrón, Águilas), que llevaba varias semanas sin ningún contagio y, por tanto, era susceptible de un desconfinamiento total, pueda sufrir la llegada de visitantes de Murcia capital o Cartagena, que aún no están limpias del todo, sin poder establecer los municipios costeros ninguna barrera a la entrada de dichos turistas.
No haber optado por el 14-cero sólo ofrecía la disyuntiva de "o todos confinados dentro de un km", que es la Fase 0, o "libertad de movimientos dentro de cada provincia" sin importar la asimetría evidente entre un municipio y otro.
La elección del criterio provincial impide, además, que municipios de Almería frontera con Águilas (como son Pulpí o Cuevas del Almanzora) no tengan esa libertad de movimientos, pese a no haber tenido tampoco ningún caso recientemente.
Exceptuando la bronca de Madrid, en algunas otras Comunidades ha habido esa sensación de que "el profesor nos tiene manía"
En otros territorios de Castilla y León, Cataluña y Comunidad Valenciana sí se ha optado por una dimensión geográfica más pequeña, las áreas sanitarias. Ello va a servir de test sobre si el riesgo se reduce o no al introducir esa asimetría dentro de cada provincia.
También va a servir de test sobre si es más fácil controlar que no haya movimientos entre provincias (están todos prohibidos, por no estar nadie en la Fase 2) o entre municipios o áreas sanitarias.
Algunos argumentaban que "saltarse una frontera" entre municipios es más fácil que entre provincias por el potencial uso de carreteras comarcales. ¡Como si esas carreteras comarcales no valiesen para saltar de una provincia a otra!
En cualquier caso, el uso de unos criterios cuantitativos, sencillos y transparentes, habría servido de incentivo a que los propios territorios se autorregularan en su deseo de evitar contagios entre sus propios ciudadanos. Y la información crea rápidos estados de opinión en la ciudadanía.
Por ejemplo, ofrecer en una encuesta en mi cuenta de Twitter (@migsebastiang) los datos de Madrid sobre el número de infectados en esos 14 días, se tradujo en un resultado espectacular: un 90% de los encuestados era partidario de permanecer en la Fase 0 y sólo un 6% prefería pasar de fase.
Por mucho sesgo que tenga la muestra, el hecho de que votaran 22.000 personas y lo abultado del resultado indican que, si hay información, la ciudadanía no siente esa sensación de "alumno cuyo profe le tiene manía" por no pasar a la Fase 1. Todo lo contrario.
Información sobre territorios y autorregulación.- De la misma manera, tener información sobre el flujo de contagios de tu barrio o municipio, puede incentivar a autorregularte en la misma dirección en la que desean los planificadores sanitarios, pero sin necesidad de un control sancionador o de un listado de regulación difícil de recordar, complicado de entender y casi imposible de garantizar su cumplimiento.
Pongamos algunos ejemplos. En la Fase 1 se permite visitar a otras personas en sus domicilios, pero nunca en grupos de más de 10 y "guardando las distancias de seguridad".
Esta es una norma imposible de vigilar, excepto si se desborda esa cantidad y hay quejas de los vecinos, y, en general, sólo se cumplirá si las personas afectadas deciden hacerlo. Establecer un mecanismo de control puede ser costoso e inútil. Sin embargo, conocer la situación del territorio del visitado o del visitante puede favorecer la autorregulación.
En la Tabla 1 recojo los datos de los nuevos casos en los últimos 14 días en cada uno de los 21 distritos de Madrid, tanto en términos absolutos como en relación a la población (casos por 100.000 habitantes). Desgraciadamente ningún distrito es "14-cero" y no debería ser desconfinado. Pero, de hacerse, será más fácil su cumplimiento si los ciudadanos conocen esta tabla.
Se andarían con más cuidado de salir si están en un distrito de alta incidencia, como es el caso de Retiro o Moncloa-Aravaca, y más tranquilos en el caso de Barajas, Hortaleza o el Centro. Lo mismo le pasaría al comercio, que tendría más incentivos a abrir en un distrito con pocos casos, y permanecer cerrados en los sitios con elevada incidencia.
El resultado es que con la información y autorregulación se consigue el resultado deseado: que haya menos movimientos y contactos en los distritos más “contaminados”, lo que contribuirá a la erradicación del virus.
Algo parecido ocurre con la regulación de ocupación de las terrazas en la Fase 1. ¿Cómo se mide exactamente el 50%? ¿Sobre el total de superficie, el total de mesas, el total de sillas? ¿Es peor que todas las mesas estén ocupadas por una persona, o que la mitad estén ocupadas por 4 personas? Probablemente lo segundo.
En cualquier caso, la información sobre la situación vírica del territorio podría ser clave para que el encargado decida abrir o no, y la gente decida arriesgarse a acudir o no.
En la misma tabla he puesto algunos ejemplos de municipios "limpios", como Chinchón, Buitrago, Cobeña o Becerril, donde no tiene ningún sentido imponer una restricción del 50% en sus terrazas, cuando todos esos pueblos están libres del virus desde hace semanas.
Lo que tienen que hacer es vigilar a los visitantes que vengan de fuera y obligarles a mantener la distancia de seguridad. Pero eso no será por imposición de una norma de obligado cumplimiento, sino por la propia voluntad tanto del encargado del establecimiento como de los habitantes del pueblo, que querrán preservar su tesoro de "pueblo limpio de Covid-19".
En el otro extremo están los pueblos con elevada incidencia de la epidemia. Colmenar del Arroyo es un pueblo precioso e interesante por sus bunkers de la Guerra Civil perfectamente conservados. Pero, con una incidencia de 2.786 casos por 100.000 habitantes, lo mejor que puede hacer es autoconfinarse y guardar una cuarentena lo más estricta posible hasta terminar con el virus en 15 días.
Abrir una terraza no tiene sentido, ni siquiera bajo la norma del 50%. Y tampoco visitar el pueblo en estas circunstancias. La información hará innecesaria la norma, pues será sustituida por la autorregulación, voluntaria y eficiente.
La información sobre los 21 distritos y los municipios está disponible en la Comunidad de Madrid. Pero no lo está la información sobre los 105 barrios de Madrid.
Esa información, además de un derecho de los ciudadanos, facilitaría un ejercicio de autorregulación que sería mucho más eficiente para conseguir erradicar el virus que una larga lista, complicada y cambiante, de normas y regulaciones de difícil cumplimiento.