El coronavirus ha acelerado todo. Tras años leyendo noticias sobre el 5G y la inteligencia artificial nos habíamos acostumbrado a hablar de estas tecnologías en abstracto. Pero llegó la Covid-19 e impulsó la implantación de la vida digital. Ha sido visto y no visto porque si en enero era una tontería comprarse un móvil con 5G, en diciembre va a tener sentido.
Telefónica anunció ayer un gran despliegue para que todas las grandes ciudades españolas cuenten con 5G antes de que acabe el año. España llega algo tarde a esta apuesta, pero va a poder tomar la delantera gracias a que cuenta con la mayor red de fibra óptica de Europa. Es precisamente la falta de esa red lo que ha hecho que otros países de la UE abracen antes la tecnología del 5G para suplir sus carencias.
Acondicionar una infraestructura sobre otra ya construida y en buen estado siempre es más sencillo que levantar una de cero. Y eso es lo que quiere hacer Telefónica.
Es en los tiempos más difíciles cuando hay que agudizar el ingenio. José María Álvarez Pallete sorprendió este lunes al mercado y a sus competidores del sector con el alcance de su estrategia para popularizar el 5G en España.
La ambición de su plan es de tal calado que ahora va a merecer la pena comprar un dispositivo de última generación, ya que en la pantallita del móvil aparecerá el 5G en buena parte del territorio nacional.
España llega algo tarde al 5G, pero va a poder tomar la delantera gracias a que cuenta con la mayor red de fibra óptica de Europa
Con la tecnología disponible de forma masiva y la demanda en aumento, es cuestión de tiempo que los fabricantes potencien estos dispositivos y se produzca la necesaria bajada de precio para extender a todos los rincones la tecnología que marcará nuestras relaciones laborales y personales y nuestro modelo económico y social en los próximos años.
Frente al despliegue intensivo que están haciendo sus competidores, Telefónica va a apostar por una estrategia extensiva para cubrir las zonas en las que habita el 75% de la población española.
Es decir, mientras Vodafone y Orange han apostado por una tecnología más similar al 5G real -el que llegará cuando se produzca la subasta de espectro de los 700 Mhz-, Telefónica ofrecerá una algo más limitada, pero que permitirá descargar películas en tres segundos, canciones en milésimas de segundo... y mantener una videoconferencia sin ninguna interferencia.
Es aquí donde está asomando el 'brote verde' que da título a esta columna: en el impacto que tendrá el despliegue en la competitividad de las empresas españolas.
Donde asoma el 'brote verde' es en el impacto que tendrá el despliegue 5G en la competitividad de las empresas españolas
Desde que el coronavirus puso fin a la 'transición de lo analógico a lo digital', Álvarez Pallete ha sido una de las caras visibles del Ibex 35 en favor de la firma de un nuevo contrato social que permita preparar a España para los desafíos del siglo XXI.
En julio presentó su Pacto Digital para reconstruir mejor nuestras sociedades y economías y en septiembre ha lanzado la 'operación 5G' de Telefónica.
Cuando arranque 2021, el 5G será una realidad en las 148 ciudades de más de 50.000 habitantes de España, en casi todas las de 30.000, en más del 50% de las de 20.000 y algunas de 10.000.
Al dotar de esta red a las empresas españolas de manera masiva en un momento en el que la Unión Europea va a liberar fondos para invertir en digitalización, se abre una gran oportunidad para que las empresas incorporen la mejor tecnología para adaptarse a la era de la Inteligencia Artificial.
Con 5G, se podrá teletrabajar con más calidad, pero también exportar mejor, sacar el máximo rendimiento a sectores como la logística y explorar nuevos negocios en nichos de alto valor añadido, como la telemedicina.
Cuando llegó el coronavirus, se pensaba en abstracto en que el cirujano más reputado pudiera operar en cualquier parte del mundo sin moverse de su casa. Ahora estamos más cerca de esa realidad. España tenía que contar con la autopista necesaria para disfrutarla, aunque los mercados financieros no sepan premiarlo, como quedó demostrado este martes con la caída a mínimos de la acción de Telefónica.