El ofrecimiento de ayuda de compañías norteamericanas como Amazon o Google a su administración de cara al desafío logístico que supone la vacunación contra la covid-19 pone de manifiesto la enorme importancia y las prioridades que tiene que recibir dicho esfuerzo.
Ha pasado ya casi un año y han muerto más de dos millones de personas en todo el mundo desde que la Organización Mundial de la Salud declaró la pandemia, y seguimos en un escenario en el que la media diaria mundial de fallecidos por la enfermedad se acerca a las 15.000 personas, muchos millones estamos sometidos a diferentes niveles de confinamiento, y la actividad económica sigue resintiéndose sensiblemente.
Pocas cosas se me ocurren en este momento más importantes que conseguir que la vacuna llegue a la gran mayoría de la población. La vacunación es la única manera que tenemos en este momento de poder empezar a pensar en mirar a la pandemia por el espejo retrovisor, y de poder centrarnos en la tan necesaria recuperación económica.
Mientras la pandemia siga ahí, seguiremos teniéndolo todo en suspenso, incluyendo una transformación económica y tecnológica absolutamente fundamental y acuciante de cara a luchar contra el mayor problema de la humanidad, la emergencia climática.
La vacunación es la única manera que tenemos en este momento de poder empezar a pensar en mirar a la pandemia por el espejo retrovisor
¿Qué implica, en términos de liderazgo, entender que la vacunación debería ser el proyecto más importante y prioritario de toda la humanidad? Precisamente eso: ser consciente de que todo en tu compañía merece ser postergado si puedes poner tu experiencia y tus recursos al servicio de ese proyecto.
¿Qué dijo Amazon el mismo día de la proclamación de Joe Biden como presidente? Señor presidente, aquí estamos: tenemos más experiencia en logística que nadie, tenemos locales repartidos por toda América, y podemos apalancar nuestras operaciones, nuestra tecnología, nuestras comunicaciones y nuestro expertise para asistir en los esfuerzos de su Administración de cara a acelerar la campaña de vacunación.
Amazon no es cualquiera, y su ayuda no es para ser subestimada: su participación y su escala podría tener un impacto inmediato en la lucha contra la pandemia. Pero además, no está sola: unos días después, otro gigante tecnológico, Google, ha ofrecido el uso de sus oficinas, de su tecnología y de su capacidad de información para llevar a cabo vacunaciones: podrás consultar los ubicuos mapas de la compañía para saber dónde acudir a ponerte la vacuna (incluyendo, si es preciso, sus propias oficinas), e informarte sobre la vacuna, su necesidad y su seguridad en muchas de sus páginas.
Ante una emergencia mundial como una pandemia, el liderazgo resulta más importante que nunca: cualquier compañía debería estar dispuesta a poner al servicio de la administración de su país todos los recursos que pudiese para lograr que las vacunas sean administradas lo antes posible, y que la espantosa sangría de infecciones y muertes se detenga lo antes posible.
Cualquier compañía debería poner al servicio de la administración de su país todos los recursos que pudiese para lograr que las vacunas sean administradas
No podemos permitir que lo prolongado de la pandemia reduzca su condición de emergencia mundial y la convierta en una parte aparente de la vida cotidiana. No, tener que salir de casa con la cara cubierta por una mascarilla y confiando poco menos que en la suerte para no infectarse no es normal, por mucho que llevemos casi un año en esa situación.
No es normal, y requiere que, como directivos y como empresas, pongamos todo lo que esté en nuestras manos para solucionarlo. Contribuir a esa solución implica dejar de quejarse y de esperar a que los gobiernos o quien sea nos saque las castañas del fuego, y ofrecer todo lo que tienes para ayudar.
A estas alturas, deberíamos estar a toda máquina fabricando vacunas, distribuyéndolas e inoculándolas como si no hubiera un mañana, reclutando para ello la colaboración de todo aquel que pueda tener algo que ofrecer para contribuir a ese fin. Como sociedad, no debería haber más prioridad que esa.
Liderazgo quiere decir precisamente eso: formo parte de una sociedad, y ante una emergencia, estoy dispuesto a poner lo que sea necesario y a colaborar de la manera que sea para tratar de salir de ella, de contribuir a que termine lo antes posible. A eso lo llamamos responsabilidad: a hacerlo no por un posible beneficio de imagen, no por capitalizar una atención determinada, no por ganar un lucrativo contrato, sino porque es mi deber como ser humano, como directivo, como compañía o como todo ello junto.
No es difícil imaginar cómo algunas compañías pueden contribuir al esfuerzo de vacunar a toda la población mundial en un tiempo récord. Ahora solo queda que, además, los gobiernos del mundo estén dispuestos a entender el concepto de emergencia, y a dejarse ayudar.