Muchos universitarios españoles sueñan con un puesto profesional en una gran empresa, a ser posible, multinacional. Además de mayores sueldos, dan más expectativas profesionales y aprendizaje. Entrar hacia la mitad de los veinte años en una de ellas es comenzar una carrera ilusionante.
Las empresas lo saben y pueden elegir a los mejores de cada generación. Brillantes expedientes académicos, cualidades personales y entusiasmo en el trabajo. Durante más de veintitantos años serán la columna vertebral del negocio. Rendirán y serán recompensados económica y profesionalmente.
Sin embargo, todo cuento tiene su lado gris. En clase suelo afirmar que en estas grandes empresas: “a partir de los cincuenta años o eres de los que despides o eres despedido”. Hay varias razones para ello. La primera es que existe talento similar, más joven y más barato; talento no “maleado” por las malas prácticas de liderazgo que han sufrido algunas veces los mayores; talento más al día de las últimas tecnologías y, por lo menos hasta ahora, con más dominio de idiomas.
De esta manera, cada vez tengo más antiguos alumnos que vienen a pedir consejo en esas edades. Están lo que ahora se llama “prejubilados”, que no es sino un despido primado; o en desempleo porque la empresa quebró o desapareció, el sector está en reestructuración; o no se entendió, o no soporta tener un jefe a esas edades (yo tampoco). Ante la pregunta que suelen hacer de: ¿qué me aconsejas? Después de escuchar las circunstancias de cada uno, la respuesta suele ser: ¿has pensado en darte de alta de autónomo y trabajar como free-lancer (o sea como profesional liberal)?
La mayoría de ellos siempre han tenido un salario seguro a final de mes durante su vida laboral. Nunca han vivido el riesgo de depender del cliente, de venderle y, lo que es más importante, cobrarle. Ser autónomo (como se dice ahora) les da mareo.
La realidad es que, con el actual alargamiento de la vida física, la mayoría de las personas no sólo van a cambiar de trabajo varias veces en su vida. También van a cambiar de profesión
Luego viene la siguiente reflexión: el periodo de maduración para saber si vales para eso es de tres años. Al principio aceptas todo tipo de encargos obsesionado por la duda de ¿y si me quedo sin clientes? Por eso, si sirves para ejercer la profesión libre al cabo de tres años tienes la confirmación. Si vales tu problema no será buscar trabajo (que siempre hay). La decisión será elegir que encargos aceptas en función de tres factores: tiempo, dinero e imagen (que asegure futuros clientes).
Así continuarás tu vida de “autónomo”. Si no quieres renunciar a ningún cliente necesitarás contratar a alguien que te ayude. Decisión que te convertirá en empresario con la obligación de pagar una nómina cada mes. Si a los tres años no tienes esa sensación es que no vales “para venderte a ti mismo y lo que sabes hacer”.
Por eso, el siguiente consejo en mis clases para los empleados de esas grandes empresas es: durante los cuarenta años, si ves que no vas a llegar a ser de los que despiden o no te interesa hacerlo, debes prepararte para ver que harás a partir de los cincuenta, que, cómo y a quién vas a ofrecer tus servicios como profesional.
La realidad es que, con el actual alargamiento de la vida física, la mayoría de las personas no sólo van a cambiar de trabajo varias veces en su vida. También van a cambiar de profesión. Salvo que se conviertan en empresarios, que es una profesión que está cambiando continuamente. Por eso la Universidad del futuro será un lugar de “formación continua y reciclaje”, para ponerse al día o adquirir una cualificación profesional periódicamente.
Esta generalización tiene sus excepciones, como las empresas locales, familiares, pymes o los trabajos industriales muy especializados. Pero, aun así, he comprobado que incluso en estos casos la tendencia a quedar obsoleto a partir de los cincuenta se acelera si no estás en la muy alta dirección de la empresa.
Conclusión: ¿vas a entrar en los cincuenta y no eres de los que despiden o no te interesa serlo? Prepárate para competir en el mercado libre. La web Free-lancers, que ofrece seniors para trabajos profesionales como autónomos, factura ya más de 1.000 millones de dólares.
*** José Ramón Pin es profesor del IESE.