Han pasado casi nueve años desde aquella mañana de mayo de 2012 en la que presionado por el Gobierno del PP, Rodrigo Rato, anunció su dimisión de la presidencia de Bankia dentro de una operación para intervenir la entidad con dinero público.
Es un día que todavía permanece fresco en la memoria de sus clientes, sus empleados, sus accionistas y de quienes siguen los mercados financieros. También para Rato, puesto que ese 8 de mayo daba el primer paso hacia un precipicio que le haría caer a los infiernos tras haber pilotado la salida a Bolsa de la entidad y haber estado en la cúspide del poder económico en el Gobierno de España y en el FMI.
En cuestión de horas, José Ignacio Goirigolzarri tomaba las riendas del banco nacido en plena crisis financiera de la fusión de siete cajas de ahorro (Caja Madrid, Bancaja, La Caja de Canarias, Caja de Ávila, Caixa Laietana, Caja Segovia y Caja Rioja).
El entonces ministro de Economía, Luis de Guindos, presentó en la época al conocido exbanquero procedente de BBVA como un "gran experto" en banca comercial.
En aquellos días, hubo quien destacó la millonaria pensión con la que el banquero de Bilbao había abandonado en 2009 el banco azul. Casi una década después de su llegada a Bankia, es un detalle del que ya pocos hablan. 'Goiri' se ha convertido en uno de los rostros del mundo financiero más conocidos por todos los españoles.
Ha convivido con el estigma del rescate, al tiempo que ha conseguido reflotar la entidad en un entorno complicado para la banca por los bajos tipos de interés y el aumento de la regulación, a lo que se sumó en 2020 la pandemia que ha acabado acelerando la absorción de Bankia por CaixaBank con la que siempre soñó Fainé.
Una integración que como Goirigolzarri ha señalado en el I Simposio Observatorio de las Finanzas de este periódico supone dar un paso más en la historia de la unión de las antiguas cajas de ahorro. Tanto es así que el origen del nuevo banco son 130 cajas configuradas en "proyectos más solventes, capaces de aportar calidad de servicio y músculo financiero para ayudar a las familias y las empresas".
Conocida es la anécdota de la buena relación del banquero con Manuela Carmena. Pero la combinación de su talante y gestión ha conseguido en política algo más extraño todavía que la imagen de entendimiento de la exalcaldesa con la banca: Goirigolzarri es el único presidente de una empresa con presencia pública nombrado por el PP que ha permanecido en el cargo con Pedro Sánchez.
En la mañana en la que Goirigolzarri tomó las riendas de Bankia, EL ESPAÑOL no había nacido todavía, mientras que Invertia era un medio bursátil dentro del grupo Telefónica.
Mucho ha llovido desde entonces en el mundo financiero y también en el del periodismo. Hasta el punto de que el 'I Simposio del Observatorio de las Finanzas' organizado por Invertia dentro de EL ESPAÑOL ha sido este jueves el foro en el que se ha podido escuchar la última intervención de Goirigolzarri como presidente de Bankia antes de ocupar la nueva presidencia -con carácter más institucional- de CaixaBank.
En el escenario de la Universidad Camilo José Cela, el banquero ha reconocido este jueves que han sido días intensos y "emotivos", entre otros motivos porque dice que ha dejado atrás a parte de un "equipo fantástico". Pero ahora prefiere "mirar al futuro" y dice estar "muy ilusionado con el nuevo proyecto" con Gonzalo Gortazar como consejero delegado "en un contexto en el que el mundo financiero se va a transformar".
Habrá cosas que mantenga del pasado, como su despacho en las Torres KIO de Madrid, aunque a partir de la próxima semana, tendrá otro en Barcelona, en la sede de CaixaBank.
¿Hasta cuándo? Como ya comentamos hace unas semanas en esta columna, es posible que hasta que el Estado acabe saliendo de la entidad.
Mientras, Goirigolzarri tiene claros cuáles son los retos del nuevo banco. Mejorar la rentabilidad, diseñar una estrategia que sea acorde con el cambio de hábitos de los clientes que se ha producido con la revolución tecnológica y mejorar la reputación. Son tres desafíos que comparte todo el sector en un difícil contexto para el mundo financiero agravado por la pandemia.