Los datos dicen que la inflación es el impuesto de los trabajadores. Sus principales efectos sobre las economías familiares son: reducción de su consumo y ahorro.
La causa de estos cambios es que con inflación se deteriora la "capacidad adquisitiva" de las rentas salariales de las clases medias trabajadoras.
Con inflaciones alrededor de dos dígitos y aumentos medíos de los salarios del 2,5% los trabajadores españoles disminuyen su capacidad adquisitiva casi un 8% cada año. Casi un total del 15/20% de reducción de esa capacidad de compra en los últimos meses.
La primera consecuencia de esa disminución es reducir la propensión al ahorro. Al principio las familias siguen comprando los mismos bienes y servicios y dedican menos dinero al ahorro. Los últimos datos del Banco de España lo dicen.
En las capas trabajadoras de ingresos más bajos, el ahorro es casi nulo y el efecto de la inflación es la rápida reducción del consumo. Primero de artículos menos necesarios y luego de los imprescindibles. En algunos casos, pocos, las familias se endeudan para mantener su nivel de vida. Pero pronto dejan de poder acceder a esos ingresos financieros y la necesidad de devolver deudas, perjudica más aún el consumo.
En las capas medias se empieza ahorrando menos, hasta que la capacidad de ahorro se agota. Entonces, se utilizan los ahorros acumulados para mantener el nivel de vida. Por eso, el efecto sobre el consumo es más lento que en capas de menores ingresos.
Si la inflación se reduce en unos pocos meses, la situación de ahorro se recupera. Si la inflación permanece, con el tiempo se agotan las reservas de ahorro, se recurre al crédito al consumo y luego empieza el proceso de reducción del nivel de vida. Es lo que ya está pasando.
Por otra parte, al reducirse el consumo los empresarios dejan de contratar y despiden empleados de la clase media y trabajadora. En España ya se está despidiendo en lugar de usar el ERTE.
Primero porque los empresarios no saben cuándo y cómo se recuperará su actividad. Segundo porque en los ERTE hay que pagar los seguros sociales y, si la economía no se recupera pronto, despedir e indemnizar en un futuro cuando las empresas pueden tener problemas de liquidez. El ascenso del paro en el mes de julio ha sido el inicio de este proceso.
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Por eso, atacar la inflación lo antes posible es la mejor política en defensa de las clases medias y trabajadoras. Para eso, la decisión más importante está en las manos de los bancos centrales. Tienen que subir los tipos de interés para reducir la demanda.
Atacar la inflación lo antes posible es la mejor política en defensa de las clases medias y trabajadoras
La Reserva Federal americana y el Banco de Inglaterra ya han tomado esas medidas. Han subido sus tipos de interés al 2,2 y al 1,75% respectivamente y piensan en subirlos más. De hecho, en EEUU el dato de inflación (8,5%) muestra una tendencia a la baja y en julio se han creado puestos de trabajo.
Sin embargo, el BCE ha sido más lento, su tasa de interés es 0,5%. Por eso la inflación se mantiene o sube. Ese 0,5% es demasiado bajo para reducir la inflación, perjudicando a las clases medias trabajadoras.
¿Por qué el BCE no lo sube? Porque teme una recesión profunda en una Europa con países muy endeudados, como España.
Por tanto, para defender sus clases medias trabajadoras lo más importante que deben hacer los Gobiernos europeos endeudados es reducir sus deudas, sus déficits, sus gastos públicos.
El aumento del gasto público del Gobierno español dificulta que el BCE suba su tipo de interés
El aumento del gasto público del Gobierno español dificulta que el BCE suba su tipo de interés. La decisión más coherente para reducir la inflación.
La otra política para mantener la capacidad adquisitiva de los salarios es reducir sus impuestos. Dejar dinero en manos de esas clases medias trabajadoras. Es lo que ya ha anunciado Alemania.
Si los Gobiernos no hacen ninguna de estas políticas perjudican a quienes dicen querer defender: a las clases medias trabajadoras. Es el caso de España.
Como el Gobierno español sigue dilapidando y no baja impuestos, el BCE tiene más difícil combatir la inflación y se deteriora la capacidad adquisitiva de los salarios. Por eso el próximo otoño la clase media trabajadora va a empezar a pasarlo mal.
*** J. R. Pin es profesor del IESE.