Desde que los españoles pudieron volver a salir a la calle tras el confinamiento de 2020, el Gobierno ha venido poniendo el foco en la rápida recuperación del mercado de trabajo para ensalzar su política económica. Sin embargo, ese discurso se tambalea. La creación de empleo lleva meses mostrando síntomas de agotamiento y se ha convertido en el verdadero talón de Aquiles de Pedro Sánchez de cara a las elecciones de 2023.
Todos los organismos dan por seguro que el PIB terminará 2023 por debajo de niveles prepandemia. Y cada vez más contemplan una recesión. También hay consenso en que el consumo privado tardará al menos hasta finales de 2024 o 2025 en recuperar los niveles de 2019.
Sin embargo, a la hora de votar, el indicador económico que más miran los españoles es el paro. De ahí que la coalición de Gobierno tenga más motivos para preocuparse por los datos de la última Encuesta de la Población Activa (EPA) que por el estancamiento del PIB en el tercer trimestre que constatará el INE este viernes si no hay una sorpresa.
"A la hora de votar, el indicador económico que más miran los españoles es el paro"
La EPA confirmó el jueves el frenazo en la creación de empleo en verano, un dato que podría ser la antesala de una recesión técnica y (de momento) corta. Pese al tirón del turismo, la tasa de desempleo subió hasta el 12,67% entre julio y septiembre.
[El paro sube al 12,6% y la creación de empleo se ralentiza, según la última EPA]
Quedarse sin empleo es, como es lógico, el mayor miedo de los trabajadores ante una crisis. En especial, cuando la inflación arrecia y hace más cuesta arriba llegar a fin de mes a cada vez más hogares. No digamos a los hipotecados que afrontan, además, la subida de los tipos de interés.
España arrastra desde hace décadas una tasa de paro que no es propia de un país desarrollado. De ahí que ya sea en tiempos de bonanza o de crisis, el paro siempre aparece entre las grandes preocupaciones de los españoles en la encuesta del CIS.
A lo largo de esta legislatura se ha ido configurando un discurso alrededor del 'escudo social' para proteger a quienes no tienen empleo o a quienes lo tienen, pero están en riesgo de pobreza. Sin embargo, si el paro sube, la moral de los votantes cae y también la recaudación fiscal.
El gasto social de los Presupuestos puede fidelizar una parte de ese electorado. Pero ya se vio con el 'efecto Ayuso' en mayo de 2021 cómo las urnas se decantaron por el sostenimiento de la actividad económica con medidas más laxas para hacer frente a la Covid-19. Es decir, en Madrid, los votantes premiaron poder ir a trabajar o poder abrir la persiana de su negocio.
La CEOE ha advertido esta semana a través de su think tank, el IEE, que es posible que en 2023 suba el desempleo. Mientras, la Cámara de España cree que la tasa de paro seguirá subiendo de aquí a final de año.
Es un diagnóstico que comparte el servicio de estudios de Adecco que advierte que en el cuarto trimestre de 2022 habrá "un debilitamiento adicional en la creación de empleo". Y eso que vienen.
Estas lecturas de la EPA son, en realidad, un síntoma más de la recesión que anticipan la AIReF, BBVA Research, el IEE o Funcas, entre otros, para el final de este año y el arranque de 2023.
[La AIReF prevé que la economía española entre en recesión el primer trimestre del próximo año]
Ni siquiera la buena temporada turística ha impedido maquillar ese deterioro económico. Los meses de julio a septiembre suelen ser muy buenos para el mercado laboral español. Pero este año, solo han permitido aumentar el empleo en 77.700 personas, una cifra que está por debajo de la media de ese periodo entre 2014 y 2019 y que, como advirtió el Banco de España, en términos desestacionalizados supone una caída del -0,1%.
Además, incluye 52.300 trabajadores contratados por el sector público. Así que el sector privado solo aporta los 25.400 empleos restantes.
Sin embargo, la peor alarma se enciende al observar a los autónomos. España está perdiendo tejido productivo como lo demuestra la pérdida de 30.800 trabajadores por cuenta propia.
"España está perdiendo tejido productivo como lo demuestra la pérdida de 30.800 autónomos"
El Gobierno sabe que el cuadro macroeconómico con el que preparó los Presupuestos Generales del Estado es optimista. Sin embargo, ni con ese crecimiento se puede afirmar que el empleo esté a salvo.
En el escenario dibujado por el Ministerio de Economía, con un avance del PIB del 2,1% el próximo año, la tasa de paro caerá al 12,2% y el empleo crecerá un tímido 0,6%, pero solo en el caso de que haya una gran moderación salarial en el sector privado. Es un dato lejano al 2,9 de 2022 o al 6,6% de 2021.
Pero es un cuadro macro que el Gobierno defiende en solitario, que omite el riesgo de recesión inminente y que tendrá que lidiar con una previsible caída económica en la eurozona y con un BCE que cada vez rema más fuerte para enfriar la economía.