El Gobierno británico acaba de aprobar un paquete de ajuste fiscal de 55.000 millones de libras esterlinas. Este se reparte casi a partes iguales entre recortes del gasto público y aumentos de los impuestos.
El objetivo de los tories es hacer creíble a los mercados su programa de reducción del déficit, recuperar la confianza y sentar las bases del crecimiento para sacar a la economía de la recesión, certificada el jueves pasado por el canciller del Exchequer, Jeremy Hunt en la Cámara de los Comunes. La experiencia del keynesianismo de derechas, ensayada por la Sra. Truss, pasa a la historia y el tándem Sunak-Hunt abraza una versión errónea de la austeridad.
El análisis del diseño de la política fiscal y presupuestaria anunciada por los tories es relevante como un ejemplo de qué no ha de hacerse y, por tanto, tiene una enorme utilidad para evitar cometer los mismos errores en los que ellos están incurriendo de manera incomprensible.
"El análisis del diseño de la política fiscal y presupuestaria anunciada por los tories es relevante como un ejemplo de qué no ha de hacerse"
Esta es una cuestión a tener en cuenta por el próximo Gobierno español si se produce un cambio en la dirección de los destinos patrios tras las elecciones generales a celebrar el año próximo y el centro-derecha accede al poder.
Por ello, es interesante comparar la actuación del Gabinete conservador entre 2010 y 2014 con la actual. En aquel tiempo, David Cameron y, su ministro de Finanzas, George Osborne implementaron un plan de rebaja del gasto público como respuesta a la Gran Recesión; dos tercios de la consolidación presupuestaria, 4,4% del PIB entre 2010 y 2013, reposó sobre esa variable.
Al mismo tiempo, el Gabinete tory introdujo una serie de reformas estructurales; entre ellas, una mayor desregulación del mercado de productos y del laboral y una elevación de la edad de jubilación.
Ese plan fue criticado de manera feroz por el FMI, que predijo una recesión de gran alcance y duración. Esto no se materializó y esa institución llegó a tener que disculparse públicamente.
Reino Unido creció en los años siguientes a tasas más que razonables y el incremento de su PIB per cápita fue superior al registrado en los países europeos que implantaron políticas diferentes, por ejemplo, España.
Al igual que Gran Bretaña, Irlanda puso en marcha un plan de austeridad, 11% del PIB, basado en recortes del gasto en el cuatrienio 2010-2014. Dicha estrategia logró al igual que en el Reino Unido reducir el déficit público e impulsar la recuperación económica, a pesar de la gran crisis bancaria que enfrentó el Tigre Celta, superior a la experimentada por el otro Britania.
Los irlandeses también acompañaron la restricción presupuestaria con reformas estructurales en los mercados de bienes, servicios y en el laboral. ¿Qué lección cabe extraer de los ejemplos comentados?
"En las estrategias de consolidación fiscal exitosas, al menos dos tercios del ajuste han de recaer sobre el gasto"
La teoría y la evidencia empírica disponible muestran que, en las estrategias de consolidación fiscal exitosas, al menos dos tercios del ajuste han de recaer sobre el gasto. Las razones son evidentes: primera, las subidas impositivas tienen un impacto depresor sobre la economía más intenso y duradero que el derivado de la disminución de los desembolsos del sector público.
Segunda, rebajar el gasto en vez de aumentar los impuestos contribuye de forma decisiva a romper la espiral de una crisis fiscal, lo que elimina la incertidumbre y estimula la demanda al hacer a los consumidores y a los inversores más optimistas respecto al futuro.
En este contexto, los efectos contractivos del programa fiscal y presupuestario del Gobierno de Su Majestad se ven reforzados por el endurecimiento de la política monetaria aplicada por el Banco de Inglaterra; imprescindible para yugular una inflación que supera los dos dígitos.
[El Banco de Inglatera ejecuta la mayor subida de tipos desde 1989]
Al impacto negativo sobre la demanda agregada de la elevación de los tipos de interés se le sumará ahora el derivado de las alzas impositivas, lo que se traducirá en una recesión más profunda de lo que hubiese sido posible.
El debate sobre la política fiscal y presupuestaria está teñido de grandes dosis de ideología, de demagogia y de voluntarismo. Ahora bien, los hechos son tercos. Existe una profunda diferencia entre los resultados obtenidos por los paquetes de consolidación centrados en el aumento de los impuestos y los asentados en las reducciones del gasto.
Al mismo tiempo, es importante tener en cuenta el papel desempeñado por las políticas complementarias de acompañamiento como la liberalización de los mercados de bienes, servicios y laboral.
Por lo que se refiere a España, con un alto nivel de déficit estructural y de deuda, se ha perdido demasiado tiempo. Cuanto más se tarde en actuar, más dura y costosa habrá de ser la estrategia para estabilizar las finanzas públicas.