La reciente intervención de la Sra. Lagarde, también conocida como Madame Inflation, en el BIS (Banco Internacional de Pagos) ha desatado una oleada de críticas. En ella ha anunciado la intención del BCE de introducir un euro digital a partir del otoño de 2023, hecho conocido, y la conveniencia-objetivo de que el dinero físico desaparezca en vez de convivir con la nueva cripto divisa, como había sostenido hasta la fecha el instituto monetario europeo.
La posición de la presidenta del BCE no es una sorpresa ni un hecho aislado. Los bancos centrales de todo el mundo están embarcados en proyectos similares (CBDCs en sus siglas inglesas) cuya justificación técnica es dudosa y sus potenciales efectos son muy preocupantes.
Aquí y ahora, la banca central emite dos tipos de dinero: moneda-billetes y depósitos para bancos comerciales y otras instituciones financieras, el Tesoro público y las agencias extranjeras. Las cuentas corrientes y de ahorro en los bancos comerciales ya están en formato digital. Luego con la excepción del efectivo, la mayor parte del dinero existente en cualquier economía desarrollada ya se encuentra digitalizado sin intervención de las autoridades.
"La mayor parte del dinero existente en cualquier economía desarrollada ya se encuentra digitalizado"
Con la tecnología actual y su previsible desarrollo, es innecesario que el BCE cree una CBDC y se arrogue el monopolio de su emisión. La tesis según la cual la creación de un euro digital proporciona una mayor inclusión financiera es falsa. En la Unión Monetaria Europea, no existe un problema de esa naturaleza.
El 98% de la población adulta tiene una cuenta bancaria y, por tanto, acceso a los servicios proporcionados por las entidades que las gestionan. Por otra parte, la creación de un euro digital puede causar un daño extraordinario a las instituciones de crédito y erosionar su solvencia.
Si el BCE abre cuentas a particulares, paga intereses por ellas y realiza transacciones en tiempo real, se puede producir un masivo trasvase de depósitos de los bancos comerciales hacia él. Ello, tiene el riesgo de generar crisis bancarias y de nacionalizar, supra nacionalizar en el caso europeo, la banca.
Tampoco soporta la introducción de un euro digital la hipótesis conforme a la cual éste contribuiría a agilizar y hacer más rápido el procedimiento para efectuar pagos dentro del sistema bancario y financiero. De entrada, esto es bastante eficiente en la Eurozona, debido a las tecnologías ya existentes y nada indica que ese proceso tenga viso alguno de detenerse sino, al contrario, de acelerarse a causa de la introducción de innovaciones tecnológicas impulsadas por la presión competitiva en el sector bancario.
En consecuencia, si la intervención de los poderes públicos o la provisión de servicios por ellos se ha de sustentar en la presencia de algún fallo de mercado, no cabe usar ese argumento en este caso. Los paladines de la CBDCs y de la paulatina supresión del efectivo consideran que esas dos medidas ayudarán a combatir la evasión fiscal, el blanqueo de dinero, etc.
Si esto ocurre, las personas que usan legalmente la moneda física se verían perjudicadas de la misma manera que las que la usan con fines ilegales, lo que es injusto. Además, la realización de actividades criminales quizá se encarezca pero quienes quieran llevarlas a cabo buscarán y encontrarán alternativas más sofisticadas y difíciles de detectar para sortearlas. Eso sí, a un precio más alto.
"La eliminación por ucase del dinero físico invade la esfera de autonomía privada de los individuos, uno de los fundamentos de la democracia liberal"
Por añadidura, la eliminación por ucase del dinero físico invade la esfera de autonomía privada de los individuos, uno de los fundamentos de la democracia liberal. Nadie puede arrogarse el derecho a saber en qué emplean los individuos el dinero ganado de manera legal y legítima.
Llevando este argumento a sus últimas consecuencias, una divisa digital monopolizada por los poderes públicos no sólo tiene posibilidades de utilizarse para obtener información indebida. Puede incluso emplearse para decidir qué bienes o servicios pueden ser pagados con ella o qué personas tienen capacidad de usarla y cuáles no, lo que abre un enorme portillo a la discrecionalidad del poder para restringir la libertad individual.
Por eso, le gusta tanto al Partido Comunista Chino. Las CBDC no producen los beneficios anunciados por sus promotores y violan los principios sobre los que se sustenta un Gobierno limitado y una economía de mercado.
Pone a los bancos centrales en competencia directa con los comerciales por los depósitos distorsionando una asignación eficiente del capital y el potencial control político del crédito y de otras transacciones económicas; aumenta el riesgo de crisis bancarias y de inestabilidad financiera; y además de todo esto, pueden ser empleadas para castigar a la gente cuyos puntos de vista políticos o sus gustos sean contrarios a los considerados correctos por los poderes públicos.