Cuenta el profesor de la Universidad Estatal de Arizona, Scott Scheall, en su libro F. A. Hayek and the Epistemology of Politics, que la razón por la que Mises y Hayek consideraban impracticable la planificación económica que proponían los socialistas de los años 20 y 30 no era eminentemente ética, ni atendía a que a los actores económicos les faltara motivación para perseguir el bien común en un entorno institucional sin propiedad privada.
Al contrario, el argumento principal era epistemológico: incluso si los requisitos éticos se dan, incluso si no hay problemas de incentivos, los gestores de la política económica, es decir, los planificadores, nunca van a poder adquirir el conocimiento necesario para alcanzar deliberadamente los objetivos del socialismo.
A partir de ahí, el profesor Scheall se plantea lo que es actualmente una de sus lineas de investigación: el problema de la ignorancia de los gestores políticos. Es decir, el problema derivado de que los logros obtenidos deliberadamente por los responsables políticos están limitados por la naturaleza y el alcance de su ignorancia y su capacidad de aprendizaje. Y por conocimiento se entiende lo que se sabe, no necesariamente de forma explícita, en términos de teorías y hechos, y también en términos de habilidades, capacidad y talento.
No he terminado el libro. Pero no he podido evitar cuestionarme si el planteamiento de Scott Scheall puede aplicarse a nuestros responsables políticos. Si, incluso aceptando la ética colectivista, que para mí es una barrera infranqueable, el éxito o los logros de nuestros políticos al cargo depende de la profundidad y alcance de su ignorancia y, en especial, de su capacidad de aprender.
Lo que despertó en mí esta pregunta fue la serena reflexión en redes sociales de mi amigo y compañero de Thinknomics, Sebastián Puig (@lentejitas), respecto al mercado de trabajo y el problema de los fijos discontinuos que no contabilizan como parados.
Quiero analizar si el éxito de nuestros políticos dependen de la profundidad y alcance de su ignorancia y, en especial, de su capacidad de aprender
Para empezar, “las estadísticas del SEPE han aflorado (datos estimados) más de medio millón de fijos discontinuos inactivos”. Las conclusiones son muy interesantes: el pluriempleo, el subempleo, la necesidad de matizar mucho cuando se evalúa las bondades de la reforma laboral. O como dice el autor: “Triunfalismos y apocalipsis, los justos. Menos alharaca y más serenidad”.
Pero el tema estrella que aborda es el cambio metodológico al contar parados, una cuestión que está provocando la emergencia de justificaciones absurdas por parte de quienes tienen como misión en la vida lavar la cara al gobierno. El hecho es que el Ministerio no ha aportado el número de fijos discontinuos, porque “no los tiene”.
Por supuesto que, en esas condiciones, la información de que disponemos los analistas y el respetable es insuficiente. Y, por supuesto, esta situación está provocando mucho ruido en la percepción que tiene la ciudadanía respecto a los resultados de la reforma laboral y de la situación real de nuestro mercado de trabajo.
Para apoyar sus afirmaciones, Sebastian Puig alude al profesor de la Universidad de Oviedo, Florentino Felgueroso, quien además, es investigador de FEDEA y autor en el blog Nada Es Gratis. En Thinknomics no nos casamos con nadie.
El Ministerio no ha aportado el número de fijos discontinuos porque "no los tiene"
El profesor Felgueroso deja claro que si C es el resultado de sumar A y B, y tenemos B y C, ¿cómo no vamos a disponer del dato A? Así de simple y aplastante. La conclusión es contundente: “Es legítimo hacer la interpretación de los datos estadísticos que le convenga a cada uno. No lo es poner un velo sobre cómo se generan estos datos públicos, negarse con insistencia a reconocer la depuración y a ofrecer una mínima desagregación de los mismos”.
Y entonces entra el problema de la ignorancia del gestor político en escena. ¿Qué sabe, qué ignora y qué capacidad de aprendizaje tienen los responsables del Ministerio de Trabajo y Economía Social? Poco y mucho. Me explico.
Si su objetivo es acabar con el desempleo real, estabilizar el mercado de trabajo, dotarlo de flexibilidad, y todos esos lugares comunes, las piezas no encajan. Porque es muy posible que, compañeros de partido o simpatizantes, o simplemente expertos en mercado de trabajo que quieren que Sánchez o Díaz salgan bien parados, hayan explicado que esta maniobra es demasiado obscena y no va a colar ni para los amigos.
Lo peor es que esta inyección de tinta de calamar en el análisis del mercado laboral no es una táctica nueva. ¿Cuál es mi explicación? Yo me niego a pensar que su objetivo es arruinar el mercado de trabajo, así que descartaré esa hipótesis. ¿Puede ser que carecen de capacidad para aprender? Tal vez. Pero, si eso es así, creo que no se debe a que son tontos y tontas, sino a otras razones.
La inyección de tinta de calamar sobre el mercado laboral no se debe a que tontos y tontas, sino a otras razones
Los miembros del gobierno, tanto el filo socialista como el filo comunista, saben mucho (en términos de conocimiento y de habilidades) y son muy capaces de aprender si consideramos que su objetivo es estrictamente electoralista. En ese terreno, han aprendido muy bien cuál es el diámetro de las tragaderas de los electores.
Si salen un par de “expertos” que justifiquen lo injustificable es suficiente para que los análisis reales queden fuera, incluidos los de FEDEA. Así se ha hecho con el tema de la 'Ley del Sí es Sí', con la rebaja del delito de sedición y el de malversación.
También se ha aplicado esa táctica para explicar, como ha hecho, por ejemplo, Jordi Sevilla, que el poder judicial, al emanar de la soberanía nacional, debe ser elegido por el Parlamento. Da igual lo que digan los verdaderos expertos en Derecho Constitucional, se les difama y ya está.
También saben lo corta que es la memoria del electorado y la eficacia del “miedo al otro”. Es decir, como viene la derecha, Franco, los ultras, la Inquisición, y todo lo demás, no te queda otra que votarme a mí, que soy una perversión de la izquierda, pero es lo que hay.
Así que tienes que comprar mi débil y tosco argumento y defender, aunque sepas que es una burda mentira, que el mercado de trabajo está como nunca y que soy el mejor gestor político de la historia de España. Y les funciona. ¿Son unos sabios en los suyo? El resultado electoral nos dará la respuesta.