Lunes, 27 de febrero, auditorio del IESE en Madrid. Los profesores Juan José Toribio y Javier Díaz Jimenez disertan sobre las perspectivas de la economía global y la española para 2023.
El profesor Toribio habla de la perspectiva mundial para 2023. Su conclusión es: inflación persistente con un posible pico, luego disminuirá; el crecimiento seguirá bajo.
Volviendo la vista atrás el mundo ha sufrido un shock. Tanto por parte de la oferta, como de la demanda. La oferta por los cuellos de botella en los suministros que suben precios. La demanda porque los bajos tipos de interés y la acumulación de ahorro por parte de las familias permitía el gasto después de la pandemia. Ambos efectos se empezaron a notar en la inflación.
La restricción de oferta puso en peligro: puestos de trabajo, el PIB d y el nivel de vida de muchos ciudadanos.
La reacción: aumento del gasto público. En Estados Unidos se han comprometido 4,2 trillones de dólares (el 21% del PIB) en gasto social y aún se están discutiendo en las cámaras otros tantos en materia de infraestructuras, cambio social y climático. La UE dio 100.000 billones de créditos blandos para mantener empleos (ERTE´s, …) y ahora 750.000 millones de los fondos Next Generation. Encima, cada país europeo aumenta sus gastos públicos. Eso produce déficit público, que genera inflación, y también deuda pública sin precedentes.
Por tanto, a la inflación de costes y de demanda de principios de 2022, generada por la guerra de Ucrania, se añadió una segunda ola de inflación. La de los gastos distribuidos en ayudas sociales a los ciudadanos, el gasto corriente de los estados y sus esfuerzos financieros adicionales.
Para luchar contra esa inflación los bancos centrales (Reserva Federal, Banco Central Europeo, Banco de Inglaterra, …) inician subidas de tipos de interés. También los sindicatos reclaman subidas salariales. Se genera una tercera ola de inflación. Ya no son sólo los precios de la energía los que presionan la cesta de la compra, también los salarios, otras materias primas como cereales, fertilizantes o piensos y los tipos de interés (en hipotecas, por ejemplo). Además, cómo sigue habiendo demanda los precios no bajan.
A finales de 2022 la inflación parecía ceder. Llegó a estar por encima del 10% en otoño tanto en USA, como en la UE. Luego empezó a bajar. Pero la subyacente era alta, en particular la de la cesta de la compra (¿cuarta ola inflacionaria?).
Hasta aquí lo pasado ¿y este año?
El FMI (Fondo Monetario Internacional) anuncia crecimiento de la economía global del 2,9% del PIB. Para las economías desarrolladas 1,2% y para las emergentes el 4,0%. Es bajo, pero mejor de lo que se hubiera esperado en otoño de 2021. Para España anuncia el 1,1%; se queda corto. Para eso España tendría que estar ya en recesión técnica y no lo está.
Conclusión: crecimiento bajo, pero mejor de lo esperado, incluso en España.
Con la inflación el FMI también hace previsiones: los precios de materias primas bajarán en 2023. Casi un 16,2% los carburantes y un 6,3% otras commodities. Todo si no hay más circunstancias agravantes inesperadas o “cisnes negros”. Los procesos de suministros se van acomodando a la situación bélica y la incertidumbre china. Como suele pasar, los mercados después de un periodo especulativo se regularizan. Por eso en 2023, aunque los precios no bajarán, sí ralentizarán su crecimiento. Según el IMF al 4,6% en las economías potentes y al 8,1% en las demás. Como las proyecciones para 2024 son menores, se supone que irá disminuyendo a lo largo del año.
Consecuencia: es previsible que siga la subida de los tipos de interés para combatir la inflación. El BCE no tiene otra alternativa porque carece de control de la política fiscal-presupuestaria de los países de la zona euro. Además, la Comisión Europea no parece tener prisa para acabar con las vacaciones fiscales, que reduciría el déficit y la deuda pública de los estados.
Lo seguro es que dentro de unos meses volveremos a hablar del PIB y la inflación. El primero subirá algo más de lo previsto. La inflación, probablemente, no bajará tanto como se espera; de hecho en España en febrero volvió a subir.
*** José Ramón Pin es profesor del IESE