La subida del SMI es un ejercicio de poder que revela la debilidad de quién lo ejerce. Ha sido un chantaje. Le ha dicho a la patronal: o aceptas lo que yo quiero, o te amenazo con imponerlo, incluso agravarlo. O te avienes a un aumento del salario mínimo interprofesional “negociado a mi favor”, o decido que sea el 5%.
Este viernes ha ejecutado su chantaje. Lo cual en lugar de demostrar su fortaleza, demuestra su debilidad. Ya no es capaz ni de sentar a la mesa a la CEOE/Cepyme. Se acabó aquella luna de miel en la que, según ella, el diálogo social era la clave de la política laboral española.
Ha sido un ejercicio de poder que demuestra la debilidad de quién lo ejerce. Cuando se carece de argumentos se aplica el rodillo. Eso es lo que ha pasado. ¿Por qué lo ha hecho la hasta ahora negociadora Yolanda? Porque se ha debilitado su posición política por varias razones:
- Ha perdido parte de su grupo parlamentario, con la salida de Podemos al grupo mixto. La vicepresidenta puede decir que en todo caso iba a ser un follón tenerlos dentro de Sumar en el Congreso. Pero en política la imagen vale y sus huestes han sido mermadas en número. Ya no puede hablar en nombre de 31 diputados, sino de 26. Ha descendido de la barrera de los 30, un número “redondo”.
- La ruptura de la posible coalición con Podemos ante las elecciones gallegas le deja en una situación más débil. Algo que será palpable si ni Sumar, ni Podemos obtienen presencia en el parlamento gallego. Más aún si la sangría de esos votos de izquierda, que no van ni al PSOE, ni al Bloque, aumenta la fortaleza del PP en Galicia.
- La derrota parlamentaria del miércoles pasado en manos de Podemos puede poner en duda su utilidad en el Gobierno de coalición sanchista. Su labor era embridar la izquierda más radical y no lo ha hecho.
Por todo eso, Pedro Sánchez podría mirar a cara a Yolanda Díaz y decirle “y van tres”.
Para salvar la cara, Yolanda ha echado mano de los otros aliados que le quedan: los sindicatos. Mejor dicho: se ha echado en sus manos. Les ha dado lo que pedían. El 5% de aumento del SMI. Ha querido demostrar que es la que manda. Pero no hay que engañarse, quién ha ejercido el poder real han sido los sindicatos.
Ha sido una “machada”. La vicepresidenta Díaz ha dicho a la patronal: “no quieres caldo, pues toma tres tazas”. Con ello ha ejercido el poder, pero ha perdido autoridad. Porque la manera de ejercer su poder no ha sido oportuna, ni probablemente justa, ni útil, y el poder ejercido inoportunamente, injustamente e inútilmente deteriora la autoridad de quién lo ejerce.
La CEOE a partir de ahora sabe que su opinión es “papel mojado” para el Ministerio de Trabajo. También que los argumentos económicos no van ser relevantes a la hora de tomar las decisiones económicas. Será la situación política la que ordene las decisiones. Cada vez que la Dª Yolanda Díaz se sienta amenazada, tomará una decisión para demostrar que “aquí la que manda es ella”.
No importa que se dé la paradoja de que ese 5% suponga un coste que se pagará en menor creación de puestos de trabajo. De momento, la vicepresidenta puede argumentar a su favor que los números de afiliación a la Seguridad Social han subido y que el de desempleados registrados en el SEPE está contenido. Pero si las tornas cambian, como seguramente ocurrirá los dos primeros meses de este año, la opinión pública empezará a preguntarse si el Ministerio de Trabajo es consciente de sus errores. Y, en consecuencia, lo hará el presidente. Entonces la debilidad de la chantajista será aún más palpable.
En ese momento, Pablo Iglesias (el de las teles raras), Belarra y Montero (las del grupo mixto) se sentarán con la esperanza de ver pasar por delante de su puerta el cadáver político de Yolanda. Pero no podrán reírse porque también serán cadáveres. Cadáveres que no tienen músculos, sólo huesos rígidos.