El Índice de Miseria es un indicador creado por el economista Arthur Okun en los años setenta del siglo pasado. Se calcula sumando la tasa de desempleo y de inflación de una economía.

Dado que ambas variables afectan al bienestar de los individuos, su valor combinado es una aproximación razonable a la salud económica de un país y un instrumento útil para evaluar la política desplegada por los gobiernos.

Con este marco analítico de referencia, el Instituto Juan de Mariana acaba de publicar un interesante informe en el que realiza un análisis comparativo del Índice de Miseria español con el existente en la media de la UE-27.

Al finalizar 2023, España fue el país de esa zona con mayores niveles de miseria económica, superando a la media comunitaria en un 60%. La suma del paro y de la inflación fue de 15,2 puntos, superior a la de, por ejemplo, Portugal e Italia (8,4 y 7,7 puntos, respectivamente) y un 50% por encima de la registrada por los estados con mejor situación: Países Bajos, Bélgica, Dinamarca, Malta y Alemania. En lo que ha transcurrido de 2024, la brecha con la UE-27 se ha reducido sólo en 0,1 puntos. Un panorama brillante.

La situación real es peor si se tiene en cuenta la ocultación del paro efectivo realizada por los alquimistas del Ministerio de Trabajo, por ejemplo, la exclusión de los datos de desempleo de los trabajadores acogidos a contratos fijos discontinuos que, aunque no están ocupados, no constan como tales gracias a la contabilidad creativa de la señora Díaz y de sus colaboradores.

Si se tiene en consideración a los “desaparecidos”, la tasa de paro efectiva se situaría alrededor del 16,8% y elevaría el Índice de Miseria patrio hasta los 20,3 puntos, esto es, un 35% más que el derivado de las cifras oficiales.

Para tener una visión más amplia es muy interesante exponer cuál ha sido la trayectoria del Índice de Miseria español versus el europeo desde el acceso al poder de la coalición social comunista; esto es, el período 2019-2024.

Al finalizar 2023, España fue el país de la UE con mayores niveles de miseria económica, superando a la media comunitaria en un 60%

Los resultados ofrecidos por el Instituto Juan de Mariana confirman algo evidente, negado por el Gobierno: España es el país con peor desempeño de toda el área UE-27 y de la zona euro. En el espacio temporal señalado, la miseria económica se situó en los 102,9 puntos, frente a los 65 puntos de la primera y 60 puntos de la segunda; un 57% más alto.

Este sencillo análisis muestra con claridad meridiana que España no va bien y, por tanto, pone en su verdadera dimensión, una vez más, la realidad de la economía española frente a las fábulas triunfalistas del Gobierno.

Por otra parte, la foto ofrecida por el Índice de Miseria es desastrosa, aun asumiendo como buenos, que no lo son, los datos oficiales de desempleo, pero también introduce interrogantes adicionales.

Si estos son falsos y lo son, no reflejan el estado del mercado de trabajo y así es, resulta muy complicado conceder credibilidad o, al menos, tener una confianza total en las recientes revisiones del crecimiento de la economía española realizadas por el INE.

En contabilidad nacional es razonable y habitual revisar las cifras de crecimiento del PIB y lo hacen todos los países. Esto se traduce en correcciones al alza o a la baja de unas pocas décimas.

Sin embargo, cuando el ajuste es mayor y se sitúa por encima de lo normal, eso sólo tiene dos potenciales explicaciones: primera, errores graves por parte de quienes elaboran las estadísticas oficiales, lo que resulta inadmisible en un país desarrollado y poco creíble de acuerdo con la capacidad técnica de los profesionales del INE; segunda, algo más feo que no parece necesario explicar.

Este sencillo análisis muestra con claridad meridiana que España no va bien

Ningún estado de la OCDE, ninguno, ha llevado a cabo modificaciones en los datos revisados-finales de crecimiento de la dimensión de los verificados en España. En este entorno, la oposición debería poner en marcha una comisión en el Senado para que los diversos organismos que elaboran estadísticas básicas expliquen su desempeño.

Dicho esto, el Índice de Miseria español muestra las miserias de la política económica en curso. Un paro de la magnitud del español muestra tanto el fracaso de la contrarreforma laboral acometida por el Gobierno, incluso aderezadas con maquillaje estadístico, como la naturaleza estructural, no keynesiana, del desempleo español.

Según AMECO, la tasa de paro no aceleradora de la inflación (NAIRU) se sitúa en la vieja Piel de Toro entre el 11 y el 12%. Y, como cualquier manual de economía elemental enseña, eso es siempre y en todas partes el resultado de un factor fundamental: las rigideces existentes en el mercado de trabajo, intensificadas de manera sustancial por las medidas gubernamentales.

El Instituto Juan de Mariana ha realizado un encomiable esfuerzo de realismo al que es preciso añadir un comentario adicional: el Índice de Miseria no es mayor porque la política monetaria no está en manos del Gobierno, sino del BCE.

Pensar cuál sería la inflación española si aquella estuviese controlada por la actual coalición gubernamental es para echarse a temblar. Basta contemplar la política fiscal para hacerse una idea de cuál sería el comportamiento de un banco central con poderes para manipular la oferta monetaria.

España, obviamente, no “vive uno de los mejores momentos económicos en décadas”. La realidad virtual propagada por el Gobierno es por definición un espejismo, sostenida sobre el gasto, el déficit y la deuda. Antes o después se derrumbará como un castillo de naipes.