
Bandera de la UE frente a la sede de la Comisión Europea.
Europa se pone las pilas
La Unión Europea reacciona ante Trump avanzando en integración y una defensa común europea.
La llegada de Trump a la Casa Blanca está revolucionando el tablero geopolítico internacional. Los anuncios y decisiones que viene adoptando están generando riesgos e incertidumbres sobre nuestro futuro.
La historia nos muestra que los avances en la integración y unidad de la Unión Europea han venido siempre como consecuencia de sortear crisis. Lo vivimos en la crisis financiera de 2008 y en la recesión por la pandemia de la Covid-19. Estamos en un momento crucial para que se produzcan avances sustanciales en el proyecto europeo, sobre todo en materia fiscal y de seguridad y defensa.
La guerra comercial que Trump ha iniciado con su política arancelaria ha despertado a la Unión Europea de su letargo. Europa se muestra más abierta a diversificar sus relaciones comerciales, estrechando lazos con Canadá. El Acuerdo Económico y Comercial Global entre la UE y Canadá (CETA, por sus siglas en inglés) ha supuesto un aumento del comercio de más de un 60% desde su entrada en vigor provisional, en 2017.
La UE también está reforzando sus relaciones comerciales con otros bloques comerciales, como Mercosur, y más recientemente México, Malasia e India.
Además, la UE ha anunciado que reaccionará firme contra las barreras injustificadas al comercio libre y justo, protegiendo a las empresas, los trabajadores y los consumidores europeos frente a medidas arancelarias injustificadas. Al imponer aranceles, EEUU aumenta los precios de los bienes y servicios importados, encareciendo los costes para las empresas y generando inflación que finalmente merma el poder adquisitivo de sus propios ciudadanos.
La guerra comercial que Trump ha iniciado con su política arancelaria ha despertado a la Unión Europea de su letargo
Según las recientes estimaciones del PIB de la Reserva Federal se aprecia un fuerte enfriamiento del consumo y una merma del sentimiento empresarial por miedo a los aranceles. Sus previsiones han pasado en unos días de un crecimiento medio-alto a una cuasi recesión. Veremos si todo ello influye en la política comercial de Trump. Recordemos que la desconfianza puede convertirse en una profecía autocumplida, y que el miedo a una recesión acabe por provocar una recesión de verdad.
En todo caso, la Administración Trump está siendo un revulsivo para el proyecto de la Unión Europea. Estamos asistiendo a un distanciamiento respecto de Europa, aún más evidente con la nueva posición de esta Administración norteamericana en la guerra de Putin en Ucrania.
Europa ha entendido que tiene que ganar autonomía respecto del actual gobierno de los EEUU, que ya no es de fiar. Y de ahí su firme intención de aumentar su gasto en defensa de forma rápida y decidida. Debe hacerlo sin arriesgar la sostenibilidad fiscal y la estabilidad financiera en un momento de gran peligro.

Gráfico: Gasto en defensa como % sobre PIB en los países de la UE (2021 vs. 2024)
La eurozona sigue siendo una unión monetaria incompleta con una moneda común y políticas fiscales y económicas nacionales en gran medida descentralizadas. Esto conlleva riesgos que aún requieren un marco de gobernanza sólido y fiable. Afortunadamente, un aumento masivo del gasto en defensa es factible adaptando, por una parte, las reglas fiscales a la nueva realidad, esto es, permitiendo a los Estados miembros endeudarse más para que inviertan en defensa lo antes posible y durante mucho tiempo.
Pero sólo flexibilizando las reglas fiscales para la inversión en defensa activando la llamada “cláusula de escape nacional” –una disposición transitoria por definición—no se podrá alcanzar el volumen de fondos necesarios para financiar la defensa europea. Dado que se necesita un esfuerzo sostenido durante años, es mejor financiarlo con deuda que con aumento de impuestos. En ese sentido, el cambio de normas fiscales debería complementarse con el aprovechamiento de la capacidad de la UE para emitir deuda comunitaria, como se hizo con los Next Generation EU.
El reto consiste en hacerlo sin avivar los temores del mercado sobre la capacidad de los países para pagar sus deudas, porque en estos momentos lo último que necesita Europa es que se repita la crisis del euro. Para ello, este endeudamiento conjunto de la UE debe vincularse a una mayor integración de la política de defensa para lograr la mayor eficacia del gasto.
Lo que implica una cesión de soberanía por parte de los Estados miembros para compartir el poder de decisión en materia de política de defensa. Sólo así es posible lograr una verdadera seguridad y defensa europeas, priorizando la eficiencia y eficacia de las inversiones para evitar duplicar capacidades militares.
La clave está en realizar el esfuerzo de inversión en defensa, elevando el potencial productivo de Europea (y no importando el armamento que necesitamos). Todo ello es crucial para reforzar la capacidad de acción de Europa, su estabilidad macroeconómica y su cohesión social en un periodo de gran peligro.
La seguridad europea es un bien público común, pero la percepción de mejora de bienestar varía entre los ciudadanos de los distintos Estados miembros -por ejemplo, la percepción en Polonia y en España difieren-. Para hacer políticamente sostenible el esfuerzo fiscal en defensa no puede hacerse a costa de partidas de nuestro estado del bienestar.
Asistimos a un cada vez mayor consenso sobre la necesidad de aumentar la inversión en defensa. También por el efecto multiplicador del gasto en defensa sobre el PIB -de entre un 0,6 y un 1-, y por las múltiples aplicaciones civiles de gran parte de la investigación y desarrollo militares. Es triste que el mundo en que vivimos nos aboque a una carrera armamentística. En el caso de Europa, el giro estratégico debe ser concebido como un elemento disuasorio y una palanca para el desarrollo económico.
*** Mónica Melle Hernández es profesora de Economía de la UCM.