
El sacerdote acusado de abusar sexualmente de hasta cinco menores en un colegio de Alcobendas, el padre Marcelino.
Los abusos del sacerdote a las niñas del colegio de los Legionarios de Cristo se prolongaron durante un año
Según la denuncia, los abusos comenzaron en abril de 2024 y se han prolongado hasta marzo de 2025. El comportamiento de algunas víctimas cambió en este curso.
Más información: Los abusos del padre Marcelino a las niñas de La Moraleja: las llevaba al baño en grupo, les bajaba el pantalón y las tocaba.
Las presuntas agresiones sexuales cometidas por Marcelino de Andrés, párroco de los Legionarios de Cristo, sobre cinco alumnas de seis años de edad se prolongaron durante un año, entre abril de 2024 y marzo de 2025, aproximadamente, según detalla la denuncia que investiga la Policía Nacional.
Este detalle viene recogido en el auto en el que la titular del Juzgado de Instrucción número 7 de Madrid decretó hace una semana la libertad provisional del religioso, quien ejerció en su día como secretario personal de Marcial Maciel, fundador de esta congregación y condenado por abusos sexuales a más de 60 víctimas, todas ellas menores de edad.
La jueza considera que "los hechos objeto de investigación son muy graves". Todas las afectadas son niñas de "corta edad".
La investigación parte de la denuncia formulada por el padre de una de las menores a las diez y media de la mañana de un día del mes de marzo. El progenitor describe el cambio de carácter en la niña desde principios de este curso. La niña cambió su carácter, se volvió más irascible, experimentando estallidos de ira, terrores nocturnos y miedo a la oscuridad. A partir de ahí, poco a poco le fue preguntando qué le ocurría, hasta terminar llegando a los hechos que pondría en conocimiento de la Policía.
La menor acudía con frecuencia a la enfermería del colegio por dolores de tripa y cabeza sin cuadro médico específico. En casa, había manifestado en repetidas ocasiones tener dolor genital, pero los padres inicialmente no le dieron importancia a este hecho.
Desde que empezó este año, los terrores nocturnos de la menor se incrementaron. Hasta que una noche de este mes la niña les confesó que no se quería dormir por cosas que le habían pasado. Habló de un sueño de "malos". Al ser preguntada con mayor detalle dijo que "el padre Marcelino a veces nos molesta". Que les tiraba del brazo y de la ropa, y les decía a ella y a sus amigas que tenían que hacer "como bromas, que hicieran cosas malas sin contarlo, que eran secretos".
"No quiere que le haga eso"
La denuncia continúa con la niña contándole a su padre cómo el cura muchas veces en los recreos les lleva a sitios secretos. Le habla de dos patios, y dice que en el primer recreo del día, entre las diez y media y las once de la mañana, el padre Marcelino se llevó desde el patio de arriba al de abajo a varias compañeras y se dio cuenta de que les estaba pasando lo mismo que a ella, y que lo había hablado con ellas.
En el recreo de por la tarde, el sacerdote se las llevaba a ella y a otras al baño, según el atestado de la Policía Nacional. En la denuncia se detalla una ocasión en la que se llevó a cuatro menores, y allí les bajó el pantalón "un poco", les metió la mano por dentro de la ropa interior, llegando a tocarles en sus partes íntimas e incluso introduciéndoles el dedo. Otras veces era él, señala la denuncia, quien les bajaba del todo los pantalones si ellas no accedían. El cura lo hacía igual.
Tal y como figura en el atestado, una de ellas cuenta a sus padres "que ella no quiere que le haga eso", pero si las niñas intentaban marcharse, el sacerdote les chistaba, y acto seguido les exigía que permanecieran junto a él: "¿Dónde vas? Ven Aquí".
Tal y como ha publicado EL ESPAÑOL, dos profesoras del Colegio Highlands El Encinar conocían los episodios de presunta agresión sexual del padre Marcelino a las niñas. Según el atestado del caso, y el auto de libertad provisional emitido por la jueza, las menores les contaron a dos maestras del colegio las situaciones que habían vivido en los últimos meses con el párroco.
Las alumnas contaron a sus padres que las profesoras les dijeron "que no pasaba nada, que en sus zonas íntimas no las podían tocar y que no podían estar solas". Fue a mediados del pasado mes de febrero cuando las trabajadoras del colegio habrían recibido esa información de parte de las niñas. El escándalo saltaría tres semanas más tardes, hace siete días, cuando la Unidad de Atención a la Familia y Mujer (UFAM) acudió al colegio a detener al sacerdote. No estaba allí. Poco después lo localizaron en su casa.
Secuelas
A lo largo de todo el atestado policial, los padres de las niñas, al efectuar sus respectivas denuncias contra el mismo sacerdote, manifiestan que sus hijas les alertaron de "picores en sus partes íntimas". Los padres señalan además a la UFAM que las menores se quejaban de diversos dolores de índole vaginal y anal.
Los padres describen en algunas de ellas cuadros de estrés postraumático, bloqueos mentales, pesadillas y cambios radicales de humor, algo habitual entre las víctimas de violencia sexual. Incluso una de ellas empezó a experimentar claustrofobia al entrar en baños públicos, que es donde el sacerdote presuntamente las agredió sexualmente.
Según la juez, estas manifestaciones referidas por los progenitores de las menores a preguntas de los mismos pueden ser constitutivas de delitos de agresión sexual de menores de 16 años "que podrían incluso consistir en la introducción de miembros corporales por vía vaginal (introducción del dedo en la vagina de las niñas)", señala en su auto.