Málaga

El 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer, se acerca un año más pidiendo paso para reclamar igualitaria visibilidad. Y en este sentido, continuar en la lucha para proporcionar reconocimiento y loar a las mujeres que han contribuido con su esfuerzo en dar empuje a la humanidad a lo largo de la historia es hoy más necesario que nunca.

Porque la provincia de Málaga no sería lo que es en la actualidad sin el trabajo infatigable y casi siempre silenciado de personajes femeninos que han quedado relegados a las páginas más ocultas del pasado.

Son incontables las mujeres que han perfilado la realidad en la que nos asentamos. Y en todos los ámbitos: cultural, político, social, laboral… De manera notoria en contadas ocasiones, de forma callada en la mayoría de los casos, pero, en cualquier modo, abriendo camino para que, poco a poco, se alcance de una vez por toda la igualdad real, plena de derecho y de hecho.

Recordar la labor de las mujeres, cuya herencia se encuentra en cada rincón de Málaga en el que posemos nuestros ojos, es, por tanto, una necesidad acuciante de la que queremos resarcirnos homenajeando a ocho de ellas que son ocho gotas en un inagotable océano violeta.

Victoria Kent Siano

Victoria Kent Siano nació en Málaga en 1891 y su figura es todo un clásico de los exámenes de Selectividad: en la provincia malagueña pocos son los que no saben que Victoria Kent fue, durante los años de la II República Española, directora general de prisiones.

Tuvo una carrera fulgurante. Abogada y política, Kent fue la segunda española en colegiarse en el Colegio de Abogados de Madrid en 1925, durante la dictadura de Primo de Rivera, y la primera mujer del mundo que ejerció como abogada ante un tribunal militar. Unos logros que bien merecen una estación de tren.

Todos los malagueños saben de corrido que Victoria Kent fue la directora de prisiones durante la Segunda República.

No obstante, a pesar de su papel como férrea defensora de los derechos de la mujer, muchos le tienen en cuenta que se negara a defender el sufragio femenino. El motivo de Kent es que pensaba que la mayoría de las mujeres aún no estaban preparadas para ejercer el voto. Según su manera de verlo, primero había que formarlas y alejarlas de la influencia de la Iglesia y de las clases conservadoras para que este voto no estuviera condicionado.

Se exilió de manera forzada tras la Guerra Civil y, en 1977, casi cuarenta años después de tener que marcharse, Victoria Kent regresó a España donde fue recibida con cariño por aquellos que admiraron su labor. No obstante, pasaría sus últimos años en los Estados Unidos, donde murió en Nueva York con 90 años.

Concepción Lazárraga Abechuco

La primera mujer farmacéutica de la ciudad de Málaga fue Concepción Lazárraga Abechuco, que abrió su laboratorio farmacéutico en la calle Santa Lucía. Concepción nació en Guipúzcoa en 1892, aunque llegó a Málaga con tan sólo 7 años.

Estudió en el Colegio Alemán y cursó Magisterio, el destino acostumbrado de la época para las jóvenes de clase acomodada, aunque su curiosidad por la ciencia la llevó a estudiar Farmacia en la Universidad de Granada. Más adelante se trasladó a Madrid para proseguir su formación en la Facultad de Ciencias de la Universidad Central, donde se graduó como licenciada en Farmacia en 1921, siendo una de las tres únicas mujeres que se titularon.

La primera farmacéutica de Málaga, Concepción Lazárraga, era un auténtico portento científico. Archivo Municipal de Málaga

Completó su profunda educación en Berlín y Estados Unidos y, debido a ello, tenía un gran dominio de diversos idiomas, por lo que su botica se convirtió en paso imprescindible para todos los extranjeros con alguna dolencia que en aquella época visitaran la capital malagueña. Falleció en el año 1967 y sus restos descansan en el cementerio de San Miguel.

Amalia Heredia y Livermore

La primera marquesa de la Casa Loring nació en Málaga en 1830 y gracias a su empuje los malagueños disfrutamos de una de las grandes joyas verdes más hermosas y valiosas de Europa: el Jardín Botánico de La Concepción.

Amalia Heredia y Livermore: Lo cierto es que Amalia podría haber posado mejor en su jardín. Ayuntamiento

Fue Amalia Heredia y Livermore, casada con Jorge Loring Oyarzábal, la que tuvo el papel más relevante en la creación de este lugar irrepetible. Para plasmar su idea, Amalia contrató la ayuda de un jardinero francés llamado Chamousst y, según cuenta la leyenda, el incesante comercio exterior que mantenía la gran flota de barcos que poseía la familia Heredia fue la que procuró las plantas que se sumaron a la colección botánica de la finca, con especies traídas de todos los rincones del mundo.

Esa es la leyenda. Por desgracia, la realidad es más prosaica y, como han aprendido los independentistas catalanes, más tozuda: lo cierto es que las plantas fueron llegando de diversos jardines y viveros europeos gracias a los numerosos contactos de Chamousst. Amalia falleció en 1902 y sus restos mortales también descansan en el cementerio de los vips de entonces: el Cementerio de San Miguel de Málaga.

María Zambrano Alarcón

¿A quién le puede caer mal María Zambrano? A los malagueños no sólo nos cae muy bien la figura de la pensadora veleña, referente en el mundo de la filosofía y el ensayo, sino que, además, es imposible que no nos suene su nombre gracias a la estación del AVE.

No es un referente femenino oculto, pero no está de más recordar su gran contribución a las letras, ya que Zambrano dejó una extensa obra, muy profunda, que, sin embargo, no fue reconocida en nuestro país hasta el último cuarto del siglo XX. Un largo y duro exilio la marcó, forjando su estilo y su carácter.

María Zambrano amaba a los gatos, ¿cómo no amarla a ella?

Afortunadamente, le fueron concedidos los dos máximos galardones literarios de España todavía en vida, aunque ya mayor: el Premio Príncipe de Asturias, en 1981, y el Premio Cervantes, en 1988. Pocos años después, en 1991 falleció este símbolo de lucha e implicación social y cívica, que supo conjugar un pensamiento y una sensibilidad poéticas incomparables.

Sabina Muchart Collboni

La pionera fotógrafa Sabina Muchart Collboni nació en 1858 en Olot, pero ejerció en la capital malagueña desde 1887 hasta prácticamente el día de su muerte, que se produjo en 1929.

Su numerosa familia, de orígenes humildes, se vio obligada a emigrar a Málaga debido a la Tercera Guerra Carlista y cuando llegaron aquí montaron una tienda de telas que se fue a pique. No debían ser muy buenos en los negocios porque por vicisitudes de la vida, pero sobre todo por requerimientos legales, cuando sus hermanos abrieron un estudio fotográfico en la plaza de la Constitución se vieron obligados a ponerlo a nombre de la propia Sabina, que no tenía ningún impedimento legal.

No sabemos si Sabina Muchart era muy de hacerse selfis.

El resto de la historia confirma lo que ya sabemos: la vida es de los valientes. Sabina se remangó, se hizo cargo del negocio y a lo largo de los años desarrolla una importante labor como fotógrafa, e incluso como reportera. Así, fotografió en 1900 el hundimiento del barco alemán Gneisenau que, tras chocar contra el espigón de levante del puerto, se hundió, tal y como se hundieron los negocios de la familia de Sabina que eran regentados por varones.

Isabel Oyarzábal Smith

Isabel Oyarzábal Smith nació en Málaga en 1878 y era una de esas mujeres polifacéticas a las que se les da todo bien: traductora, periodista, escritora, actriz y diplomática, fue una pieza clave en la constitución de los primeros movimientos feministas del siglo XX en Europa.

De hecho, el feminismo y la lucha contra las desigualdades sociales se convirtieron en eje primordial de su ajetreada existencia, conduciéndola de su Málaga natal a Suecia, pasando por la sede de las Naciones Unidas, los Estados Unidos y Canadá, y obligándola a un largo exilio en México, donde murió en 1974.

La vida de Oyarzábal la llevó a recorrer medio mundo. Junta de Andalucía

Sus memorias, escritas en inglés, tardarían 70 años en publicarse en España, pero su legado va dejando, paso a paso, de ser desconocido en la provincia de Málaga. A ello ha contribuido en los últimos años el rescate de algunos de sus libros y bautizar la sala de conferencias de la antigua Diputación, en plaza de la Marina, con su nombre.

Trinidad von Scholtz-Hermensdorff

En 1867 nació en Málaga la duquesa de Parcent que tenía un nombre que no le cabía en el DNI: María de la Santísima Trinidad von Scholtz-Hermensdorff y de Bear. Gran aficionada al arte, Trinidad fue una aristócrata que ejerció el mecenazgo en diversas formas y coleccionó importantes piezas en sus casoplones de Ronda y Madrid, en los que celebraba, claro, reuniones de intelectuales de la época.

Jugó un papel muy importante como impulsora de la Sociedad Española de Amigos del Arte, con el fin de promover las industrias artesanales españolas, organizar exposiciones y favorecer las donaciones a los museos.

Lo de posar con la manita en la cara viene de antiguo. Wikipedia

Una iniciativa que tuvo gran acogida y empujó la creación en la ciudad rondeña del Centro Benéfico Docente, una Escuela de Artes y Oficios donde maestros artesanos ayudaron a dar fama y difundir las manufacturas de la nación.

Por último, pero no menos impresionante, también fue una de las primeras mujeres que ocupó un escaño en el Congreso designado por Primo de Rivera, en 1927.

Teresa Azpiazu y Paul

La primera mujer concejal en debatir en el salón de plenos del Ayuntamiento de Málaga fue Teresa Azpiazu y Paul. No era malagueña, sino que nació en Cádiz en 1862, pero aquí, como demuestra el carnaval, tenemos mucha querencia por lo gaditano. Azpiazu y Paul, escritora y conferenciante, trabajó en la Casona del Parque de 1924 a 1930, durante la dictadura de Primo de Rivera. Comenzó bajo el mandato del alcalde Gálvez Ginachero, aunque la edil vería desfilar durante los seis años que ejerció a cuatro regidores distintos.

Azpiazu y Paul fue la primera edil de la Casona del Parque.

Teresa fue una política adelantada a su tiempo y abrió un camino al que sumó una importante labor por la cultura y como educadora. También fue directora de la Escuela Normal de Maestras, miembro de la Academia de Ciencias y participó en lo que por aquellos años se llamó instituto de anormales, que hoy se reconocería como educación especial.

Azpiazu y Paul murió en 1949 pero antes de ello desarrolló un trabajo fundamental y llegó a convertirse en una institución referente para nuestra ciudad como defensora de los derechos de la mujer, no queriendo otra cosa que lograr que las mujeres ejerciesen una profesión en igualdad de condiciones con los hombres.

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