Las elecciones del próximo 23-J presentan una diferencia sustancial en comparación con las últimas generales celebradas en noviembre de 2019. A diferencia de lo que sucedió hace cuatro años, ahora hay menos partidos con posibilidades reales de obtener representación. Y aunque el número de sillones a repartir sigue siendo el mismo, 11, los comensales que se sientan a la mesa se reducen a PP, PSOE, Vox y Sumar.

Fue el pasado 30 de mayo cuando la ejecutiva de Ciudadanos anunció que no se presentarían a los comicios de este domingo. Una decisión motivada principalmente por la debacle producida en las elecciones autonómicas y municipales del 28M.

Los ánimos de supervivencia se diluyeron en el núcleo duro del partido liberal. "La oferta del centro liberal en España no ha obtenido el apoyo suficiente de los ciudadanos", aseguró entonces el secretario general, Adrián Vázquez.

En 2019, tras la repetición electoral, Cs pasó de 4,1 millones a 1,6 millones. Traducido en sillones, de 57 a 10. En el caso de la provincia de Málaga, los números tampoco consiguieron abrir un espacio para el optimismo. La candidatura liberal había sido la segunda fuerza más votada el 28 de abril, con 159.000 sufragios y dos de los 11 escaños a repartir. El varapalo de noviembre también se confirmó en la capital de la Costa del Sol: un escaño por los pelos y 67.000 votos; menos de la mitad de lo obtenido medio año antes. 

Pero cuando se cierra una pierda, se abre otra. El hecho de que los naranjas no concurran este domingo no quiere decir que sus votantes se vayan a quedar en casa. Ahora, sin una opción que satisfaga las necesidades electorales de esos fieles, ¿qué posibilidades se vislumbran para los 67.000 votantes huerfános

Según fuentes consultadas del Partido Popular de la provincia, la matriz de transferencia habla de un trasvase de entre el 40 y el 65% en favor de los populares, tal y como pronostican los trackings internos que maneja la formación. 

Estos informes también apuntan a que un 5% del total optaría por irse al Partido Socialista y entre un 8-10% a Vox. Sumando las horquillas máximas, seguiría quedando un 20% de electores que en 2019 votaron a Ciudadanos y que ahora, a cuatro días de los comicios, todavía no han decidido a qué formación respaldarán

Es aquí donde reside parte de la estrategia (y al mismo tiempo dificultad) de los populares, quienes saben que necesitan absorber el mayor número posible de sufragios naranja al tiempo que los pactos con Vox se consolidan como una necesidad.

Estas mismas fuentes subrayan la importancia de plantear una campaña con un "mensaje de moderación" que atraiga tanto a conservadores como votantes de izquierdas escorados al centro. Hablan abiertamente del método Juanma y método De la Torre, en referencia a una forma de hacer política que "ha calado en el marco nacional". Las pretensiones no son otras que defender el diálogo frente a la imposición: "Todos tenemos cabida", abundan. 

Rechazo al bipartidismo

Estas predicciones del PP parecen no convencen en Cs. Andrés Reche, quien ha presidido la formación en Andalucía en los últimos tiempos, explica en conversación con EL ESPAÑOL de Málaga que el votante de Ciudadanos sigue sintiendo rechazo ante el bipartidismo: "Ese trasvase al PP no va a darse", sostiene.

También pronostica que parte de su electorado se va a acabar decantando por el voto en blanco: "No queremos el nulo porque queremos que la gente acuda a las urnas. El juego siempre se lo pone más fácil a los dos principales partidos, pero si se amplía el voto en blanco, se va a ver la falta de representación política (de una parte de la sociedad)", apunta.

Asimismo, insiste en que la "tristeza" de estas elecciones es que no solo no se ha mejorado la oferta, sino que se ha "reducido": "Nos han ido poniendo la esquela hasta que la sensación general era que estábamos muertos cuando todavía teníamos cierta vida. Ahora, la deriva ya sí estaba marcada, así que era presentarnos para nada", sostiene Reche.

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