José Suárez es uno de los nombres propios de la arqueología en la provincia de Málaga. Con 40 años de trabajo a sus espaldas, en los que ha compaginado su participación en excavaciones, la labor de investigación y la docencia en la Universidad, se ha convertido en el rostro más visible de la campaña de excavación del Cerro del Villar, uno de los grandes yacimientos de época fenicia.

A apenas metros del lugar donde estos antepasados malagueños realizaban actividades rituales, desenterrado en la segunda fase del proyecto, el experto atiende a EL ESPAÑOL de Málaga. La cita tiene lugar el último día de esta etapa de intervención, prolongada cerca de un mes en la gran extensión localizada junto al río Guadalhorce.

Una jornada marcada por la emoción de haber recuperado de las entrañas de la tierra un objeto singular. Uno de los muchos operarios que participa en la actuación ha localizado y liberado, con el mimo propio de un cirujano ante un paciente, un ungüentario que se cree puede datar de entre los siglos III y II antes de Cristo. Lo que para el común de los mortales sería un recipiente antiguo sin más, adquiere la condición de descubrimiento, elevando los ánimos de la tropa en el Cerro del Villar. 

-Es más que llamativa la emoción que han sentido los arqueólogos cuando encuentran algo de ese valor. Cualquier diría que se asemeja a un nacimiento.

-Es verdad que cuando descubres un objeto singular o con un estado de conservación particularmente bueno, es muy emocionante. A los que nos gusta esto, a los que tenemos pasión por la arqueología, es uno de los momentos que aporta más satisfacción. 

-¿Cuántos años lleva José Suárez trabajando? 

-Tuve la suerte ya de adolescente, con 15 años, de participar en unas excavaciones que se llevaban a cabo en Villanueva de la Concepción, con el profesor Manuel Perdiguero. A partir de ahí, empecé a saber de primera mano lo que era una excavación arqueológica. Y de eso hace 40 años. 

Suárez, durante la entrevista. Álvaro Cabrera

-Y en esas cuatro décadas, ¿cuál diría que es el acontecimiento más grande en el que ha participado? 

-He dedicado mucho tiempo a actividades arqueológicas preventivas, de urgencias, y he tenido la suerte, durante 5 o 6 años, de participar en la recuperación del Teatro Romano de Málaga. Ese proyecto me parece especialmente importante, porque fui una de las personas que estuvo siguiendo el derribo de la Casa de la Cultura para garantizar que eso no afectara al Teatro Romano. Es uno de mis proyectos vitales.

-Fue una operación que generó mucha polémica en su momento.

-Efectivamente. El derribo de la Casa de la Cultura fue sometido a debate público en la ciudad y, antes de derribarla, se tuvieron que hacer sondeos en el patio para saber si había restos del frente del escenario del Teatro Romano. Luego vino una tarea muy delicada, la de desmontar aquello sin afectar al graderío.

-¿Diría que ya se conoce todo del Teatro Romano o quedan excavaciones por descubrir?

-Lo que es el inmueble y el entorno inmediato del Teatro Romano, prácticamente. Pero sí puede ser interesante seguir investigando la ladera de la colina de la Alcazaba, su perímetro.

-La gente de a pie camina a diario junto al Teatro Romano, es consciente de lo que ahí se encuentra. Pero ¿cree usted que los malagueños son sabedores de lo que hay en el Cerro del Villar?

-Intentamos compensar eso con la implantación de señalética, que hace que todo el que pase por el paraje del Guadalhorce tenga una información básica; con realidad virtual de alguna de las cosas que se conocen, y con conferencias de divulgación de los resultados de las excavaciones. Eso nos permite acercar el sitio al público y mantener el interés para que en el futuro las administraciones puedan, con los ajustes técnicos necesarios, acometer la creación de un parque arqueológico

-¿Ese debe ser el objetivo final? 

-Sí. Pero tiene su complejidad, porque en el caso de los restos fenicios las técnicas constructivas son diferentes a las de romanos y musulmanes, por ejemplo. Eran técnicas constructivas con piedra y barro, con recrecimientos de adobe, con muros de tierra… Eso hace que sean restos mucho más frágiles. Hay que garantizar la conservación, la humedad, una serie de parámetros que hay que tener en cuenta a la hora de poner esto en valor. No obstante, estamos trabajando para eso. El objetivo de la Universidad es investigar y que se conozca más el yacimiento. Cuanto más se conozca mejor sabremos qué espacios son los idóneos para incorporarlos a un posible parque arqueológico. 

José Suárez, de pie, en el interior de una parte de la excavación del Cerro del Villar. Álvaro Cabrera

-Este es el segundo año de excavación en el Cerro del Villar. Y apenas han rozado la superficie, por así decirlo.

-Si sumamos toda la superficie que ahora se ha excavado, con el edificio 2 o la casa del embarcadero; el taller del siglo VI del sector 3-4; un corte estratigráfico en profundidad, que es en el sector 5; el sector 8, que se excava para la implantación de la mota… Estamos hablando de entre 1.000 y 2.000 metros cuadrados. Y la superficie total del sector es de unos 40.000 metros

-No es factible una excavación completa…

-Hoy en día no se excava como Pompeya, con carretillas, porque hay que ir con mucho más cuidado. Todo necesita un proceso mucho más meticuloso. Es muy importante procesar la información, estudiarla a fondo. Por eso terminamos de excavar y empezamos a investigar para poder trabajar el año que viene.

-Lo del Cerro del Villar ¿es comparable con algún otro yacimiento arqueológico?

-Hay algún asentamiento fenicio en el Mediterráneo central que puede tener características parecidas, pero en la Península Ibérica la mayoría de los sitios de época fenicia se han seguido construyendo en épocas posteriores. Esto hace que para asomarte a esos niveles tienes tres o cuatro metros de sedimento. La ventaja del Cerro del Villar es que los niveles más antiguos, como resultado de los propios trabajos agrícolas que se realizaron en el sitio, están muy accesibles. La oportunidad de ver en extensión un asentamiento de estas características es algo que ofrece el Cerro del Villar y hay pocos sitios que lo tengan. 

-En otras conversaciones con colegas suyos, coincidimos en destacar que en los últimos años se ha producido un cambio de percepción respecto a la arqueología.

-Socialmente la arqueología está cambiando esa percepción. Desde principio de los 90 era algo negativo. Ahora se incorpora a las dinámicas habituales, por ejemplo, en el casco urbano. Igual que se hace un estudio geotécnico antes de que se vaya a construir en un solar, hay que hacer una evaluación arqueológica. Eso es ya asumido por la ciudadanía, que se interesa por su pasado. La gente mira una actuación y espera ver algo interesante o se plantea si tiene interés como para ser conservado. Hay actuaciones, como la obra del Metro, que han generado debate. Es verdad que no todo es conservable, pero que haya inquietud en la ciudadanía es un paso importante.

Detalle del ungüentario encontrado en el Cerro del Villar. Álvaro Cabrera

-¿La pregunta sobre el origen de Málaga tiene ya respuesta? 

-Estamos trabajando precisamente para aproximarnos lo máximo posible. Entendemos que la bahía de Málaga es uno de los sitios que tiene mejores condiciones para conocer la presencia fenicia en el interior occidental. Además, está el sitio de La Rebanadilla, otra isla situada al interior, que es muy interesante, donde se han encontrado restos que se remontan al siglo IX antes de Cristo. Se entiende que era como un santuario y un espacio de encuentro con la población local de finales de la Edad del Bronce, finales de la Prehistoria. Y el éxito de esa relación con la gente que viene de fuera, acaba logrando un proyecto de crecimiento urbano, como es el Cerro del Villar.

-La Rebanadilla está bajo el aeropuerto de Málaga…

-Está debajo de la segunda pista del aeropuerto. Y eso es siglo IX antes de Cristo.

"El entorno del Teatro Romano, la Alcazaba y La Aduana es el gran referente; hay que apostar por un plan que permita conocerlo, gestionarlo y conservarlo"

-Poníamos en valor antes la cada vez mayor compresión de los malagueños con la arqueología, algo que puede extenderse a las Administraciones públicas. Pero mientras eso ocurre, La Alcazaba se nos cae a cachos…

-Sí, hay monumentos como la Alcazaba que tienen una complejidad propia muy importante, que además se sometió a una gran intervención de restauración a principios del siglo XX. Sabemos que la Gerencia de Urbanismo tiene líneas específicas de trabajo para documentar todos los paramentos, estudiar las patologías y empezar a abordarlos para garantizar la conservación del gran monumento de época andalusí de Málaga. La Alcazaba necesita un apoyo fuerte por parte de la Administración porque es uno de nuestros tesoros.

-Desde el punto de vista casi patrimonial, ¿es prioritario la intervención sobre la Alcazaba? 

-Ahora mismo hay un entorno conformado por Teatro Romano, la Alcazaba y el Museo de la Aduana que, a nivel patrimonial, es el gran referente de Málaga. Por eso las Administraciones tienen que apostar por su conservación e implantar un plan especial que permita conocerlo, gestionarlo y conservarlo. Debe ser sin duda una de las prioridades. 

-¿Hasta qué punto conocer el pasado nos permite mejorar el presente desde el punto de vista del conocimiento arqueológico? 

-No creo tanto en que el hecho de conocer el pasado vaya a evitar que vuelvan a suceder cosas que pasaron antes. Si algo tiene la condición humana es que podemos equivocarnos y tropezar dos veces en la misma piedra. Pero sí es muy importante porque genera lo que es la identidad de los ciudadanos. Y un pueblo que tiene identidad y que se interesa por sus orígenes, por su pasado y por su historia, es un pueblo culto, es un pueblo rico. 

Suárez dialoga con una de las integrantes del equipo de la excavación. Álvaro Cabrera

Si Málaga se pregunta sobre sus orígenes, sobre quiénes eran los fenicios, significa que Málaga está empezando a creerse. Los pueblos que hacen ese esfuerzo son los pueblos que podemos considerar cultos o más desarrollados. Existe una tendencia en los últimos años para que Málaga se valore y sea vea desde fuera como un sitio atractivo. Y la ciudadanía es consciente de eso. Málaga gusta, Málaga suena bien y los malagueños, que se sienten más orgullosos de su presente, quieren conocer su pasado.

-Le iba a preguntar si a usted si le gusta esta Málaga, la Málaga que está de moda.

-Esa Málaga ha tenido sin duda grandes luces y ahora hay que pulirla, tenemos un diamante que hay que seguir gestionando porque a lo mejor ese efecto llamada que se ha concentrado principalmente en el Centro, empieza a necesitar que se diversifique la oferta. En ese sentido, el paraje natural del Guadalhorce, el propio Cerro del Villar y proyectos que se empiecen a abordar en el ámbito periurbano me parecen interesantes para un proyecto de ciudad de futuro, de amplia mirada. Lo que se ha hecho es bueno y nos puede permitir reflexionar y seguir creciendo en el futuro.

"Cualquier iniciativa de arquitectura contemporánea debe tener su espacio en una ciudad como Málaga; lo que hay que hacer es buscar el lugar idóneo"

-Usted, que habrá estudiado mucho el urbanismo de lo antiguo, ¿qué piensa cuando mira el urbanismo de lo moderno?

-Es un debate en el que, desde mi perspectiva patrimonial y el interés por lo antiguo, siempre debe pesar el respeto a lo previo. Por ejemplo, el Centro o la configuración del casco urbano en el siglo XIX es algo que hay que proteger y eso excluye actuaciones que se han hecho en el pasado. Pero cualquier iniciativa de arquitectura contemporánea debe tener su espacio en una ciudad como Málaga. Lo que hay que hacer es buscar el lugar idóneo para llevarla a cabo.

-¿Tiene usted opinión sobre la Torre del Puerto?

-Siempre que ese proyecto sea compatible con la Farola, con los elementos patrimoniales y demás, se puede estudiar. Tampoco creo en las visiones que sean excesivamente radicales, sino que todo hay que estudiarlo y valorarlo, pero respetando ámbitos singulares como el BIC de La Farola. Son los técnicos los que tienen que valorar eso a fondo, para que realmente un elemento tan importante en la identidad malagueña no se vea influido por otro tipo de proyectos en su entorno. 

-Si le preguntasen por ese gran proyecto que acometería si dependiera de usted, ¿cuál diría? 

-Hay un tema que me gustaría abordar. Los fenicios se están convirtiendo en una seña de identidad de Málaga y hay hitos en la ciudad que forman parte de su patrimonio que necesitan una puesta en valor, una inversión y una presentación al público. Uno de esos lugares es el hipogeo que se localiza en el aparcamiento de la Alcazaba. Debería existir una ruta que conectara hitos como ese con las murallas de Museo Picasso y las murallas del Castillo de los Genoveses. Por fin hemos conseguido que las mezquitas de calle Agua sean visitables. Ha costado mucho. Poco a poco parece que van saliendo las cosas, aunque sigue habiendo asignaturas pendientes.

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