Sin llegar a afectar al desarrollo normal de las obras actualmente en marcha, la falta de mano de obra cualificada sigue siendo un problema de calado en el sector de la construcción en Málaga. Tanto es así que son muchas las empresas asentadas en este territorio que se ven obligadas a contratar cuadrillas de operarios de provincias como Granada, Jaén y Córdoba ante la ausencia de trabajadores locales.
Así lo confirma la secretaria general de la Asociación de Constructores y Promotores (ACP), colectivo que en los últimos años viene advirtiendo de esta dificultad. "Estamos trayendo obreros de un sitio y de otro; ahora, especialmente, de las provincias más próximas que tienen menos actividad", añade.
Si bien admite que en otro escenario temporal se llegó a analizar la posibilidad de contratar personal del extranjero, se trata de una vía cerrada debido a la enorme dificultad que supone su tramitación.
Aunque actualmente no hay cifras que permitan medir la demanda real de mano de obra cualificada, tiempo atrás los propios responsables de la asociación llegaron a elevar la necesidad en unos 14.000 los operarios.
El gran escollo con el que se topa esta actividad económica, que da empleo a unos 60.000 personas en la provincia, es el escaso interés que genera entre las nuevas generaciones. Y ello a pesar de las altas tasas de desempleo existentes en este grupo de población.
Esta circunstancia ha hecho que los empresarios del sector estén tratando de acercar las bondades del tajo a los más jóvenes, cuya presencia es cada vez menor. Un detalle que contrasta con el paulatino envejecimiento de las plantillas.
¿Pero qué motiva este alejamiento tan evidente de una actividad con plena capacidad para dar empleo? Desde hace años una de las razones que se esgrime es el impacto tan tremendo que tuvo la crisis del ladrillo en 2007, cuyos efectos sobre empresas y empleados se dejaron notar durante toda la década posterior. Muestra de ello es que, a nivel nacional, la cifra de afiliados a la Seguridad Social pasó de 2.800.000 a 700.000 trabajadores.
Es decir, trascendió la idea de que se trataba de un sector poco seguro para mantener un puesto estable. Un primer factor al que añadir otro relacionado con el desgaste físico al que obliga el oficio, que aunque ha evolucionado a pasos agigantados con el empleo de maquinaria moderna y cómoda, sigue necesitando de un esfuerzo grande.
"Se trata de una profesión muy estigmatizada, que ha sufrido un desprestigio tremendo en los últimos años, por lo que no hay jóvenes que se formen para ello", afirmaba meses atrás Mariano Sanz, secretario general de la Confederación Nacional de la Construcción. Esta organización calcula que sólo el 9% de los trabajadores de la construcción tiene menos de 29 años y apenas 1.600 alumnos terminan al año una Formación Profesional (FP).
Para intentar contrarrestar esta tendencia preocupante, que se alarga en el tiempo, las empresas buscan en los centros de Formación Profesional que disponen de ciclos vinculados a la construcción una oportunidad de encontrar futuros operarios.
Uno de ellos es el Instituto de Enseñanza Secundaria La Rosaleda, que ofrece a sus alumnos ciclos de Técnico en Construcción, Técnico Superior en Proyectos de Obra Civil o Técnico en Obras de Interior, Decoración y Rehabilitación. Este centro protagoniza este martes un encuentro con empresarios de la construcción en el marco de una iniciativa impulsada por la Fundación Laboral de la Construcción y CaixaBank.
"Estamos analizando el porqué es un sector que no atrae a gente joven: entendemos que podemos ofrecer un trabajo con buenas condiciones de trabajo y remuneración y cada vez más especializado y tecnificado; tendremos que contarlo y en eso estamos", precisa Aragón.