Ana Isabel Cerezo es hija de dos inmigrantes andaluces que partieron a Barcelona en busca de trabajo en los años 60. Nació en Zaragoza y pasó su infancia en Salamanca, pero con 15 años aterrizó en Málaga, de donde se siente y donde ha vivido el resto de su vida. Fue la primera persona de su familia en pisar una universidad. Se licenció en Derecho en la antigua facultad de El Palo en 1992 y seis años más tarde sacó su Doctorado. Ahora, pasa sus jornadas maratonianas entre la misma facultad, ahora ubicada en Teatinos, y el edificio de Investigación Ada Byron, en el mismo campus, con licencia para muchos viajes. El próximo, a Bruselas para diseñar los ejes principales de la futura convocatoria de proyectos europeos sobre seguridad pública.

Cuenta que estudió Derecho porque “desde muy pequeña” ha tenido vocación de ayudar a los demás. “En el colegio de monjas quería ser santa o misionera”, ironiza, y poco más tarde pensó que para ayudar a los demás podía ser abogada. “Tenía clarísimo que quería ser una abogada que ayudase a los pobres”, asevera.

Pese a eso, nunca llegó a ejercer y no se arrepiente. El motivo principal tiene nombres y apellidos, los del profesor Díez Ripollés, su “maestro”. Se cruzó en su camino en las clases de Derecho Penal y, un día, la animó a pedir una beca de investigación. Lo hizo y, desde entonces, ha ido enlazando contratos y estancias hasta encontrar su hueco como catedrática en la Universidad de Málaga, desde donde dirige también el Instituto Andaluz Interuniversitario de Criminología y ha encontrado su “lugar en el mundo”.

P. ¿Desde la investigación ha hallado también el camino para ayudar a los demás que perseguía?

R. Sí, porque la criminología es muy vocacional. Realmente, estamos en contacto con las personas más necesitadas. Para mí, de hecho, los colectivos más vulnerables son los que se encuentran dentro de las prisiones.

La criminología es mucho más que las series de asesinatos y sucesos que tan de moda se han puesto en los últimos años, ¿no?

Es mucho más amplio de lo que todo el mundo piensa. Cuando uno de mis alumnos llega en primero, piensa en criminalística, no en criminología, en la escena del crimen, en lo que hace la policía científica. La criminología abarca muchas más cosas: desde el estudio de los delitos, los delincuentes o las víctimas, hasta las instituciones de control, el sistema penitenciario, el sistema judicial… Al final, el objetivo de la criminología es la reducción de la delincuencia. Yo me dedico a la criminología para ayudar a las personas y a los muertos no los puedo ayudar; para eso ya está la medicina legal, que es una cosa que no soporto. Siempre digo bromeando que a mí lo que me gusta es la delincuencia, la reinserción, las formas de ayudar a estas personas y a las víctimas.

Ana Isabel Cerezo, antes de la entrevista. Álvaro Cabrera

En su conversación, derrocha experiencia, conocimiento y una pasión por lo que hace inaudita. De hecho, reconoce que todavía se prepara a diario las clases que imparte a sus alumnos e ironiza con que solo dejaría su trabajo para ser presidenta del Congreso de los Diputados, porque le encanta la política, o directora general de Prisiones. “Ahí lo tendría todo: el trabajo de campo, muchas personas a mi disposición para poder hacer un montón de investigación y presupuesto, que es lo que más falta nos hace”, asegura.

P. Se habla mucho de investigación en ámbitos científicos, ¿cómo es investigar en ciencias sociales?

R. Tenemos financiación para hacer nuestros proyectos, pero podríamos hacerlos mejor, más elaborados, con más tiempo, si tuviésemos más. Siempre han primado las áreas relacionadas con las tecnologías y la Ciencia en detrimento de las Ciencias Sociales y Jurídicas o las Artes y Humanidades. Entiendo que necesitan equipamiento que a veces es muy costoso, pero hay unas diferencias muy grandes. De hecho, la criminología no está reconocida como área de conocimiento, depende de departamentos como el de Derecho Penal o Psicología, no tiene autonomía aunque existe una carrera y eso lo complica todo a la hora de optar a una beca. Estamos en tierra de nadie, pero yo llevo toda la vida luchando para que la criminología sea reconocida en este país, para que se creen puestos de trabajo, que es otra tarea importante.

¿Hay desinterés o falta de conocimiento sobre lo que engloba esta área?

Si nos basamos en el número de alumnos que quieren estudiar Criminología, diría que hay mucho interés. En la calle, seguramente no porque la confunden con la criminalística, pero en todos los países hay delincuencia y se buscan soluciones. Esas respuestas las tienen que dar personas expertas y esos son los criminólogos, que no tienen su hueco en este país. En prisiones no hay un puesto de trabajo específico para un criminólogo, tampoco en los ayuntamientos.

Las respuestas a los problemas de delincuencia las tienen que dar los criminólogos, pero no tienen su hueco en este país"

En significativo esto cuando abordamos enormes retos como país como la lucha contra la violencia de género. Su tesis doctoral versó sobre ello, en un momento en el que todavía ni siquiera se calificaba como tal. ¿Cómo ha cambiado el panorama desde entonces?

Mi tesis fue de las primeras tesis sobre este tema y me enfrenté con una realidad muy dura. Investigué en la comisaría de Málaga todos los homicidios que se habían producido cuando no se llamaban todavía feminicidios, eran solo homicidios, asesinatos. Hice una retrospección de varias décadas para ver qué es lo que ocurría en estos casos, porque no se sabía nada. De eso han pasado ya unos cuantos años y, afortunadamente, se ha avanzado mucho. Ahora se puede abrir un telediario hablando de violencia de género, en mi investigación los jueces hablaban de crímenes pasionales. Se ha avanzado una barbaridad.

Pero todavía queda mucho por avanzar, sigue habiendo decenas de asesinatos machista cada año.

Este año, han matado a 51 mujeres. Hace 20 años, llegábamos a 80 asesinatos. Hemos reducido el número, en general hemos mejorado. ¿Lo que queremos es que no muera ninguna mujer a manos de su pareja? Por supuesto, pero eso es una utopía. Al igual que se van a seguir cometiendo robos, se van a seguir cometiendo asesinatos de otro tipo, se va a seguir traficando con sustancias ilegales, se van a seguir produciendo delitos contra la seguridad vial, se va a seguir produciendo casos violencia de género. Ningún país ha radicado la violencia de género ni ningún tipo de violencia ni de delincuencia, pero soy positiva, vamos avanzando.

El avance para que la violencia de género vaya disminuyendo es además muy, muy lento. El problema es que los partidos políticos necesitan tener el rédito rápido y utilizan todas las herramientas que tienen en su poder para acallar a la ciudadanía y convencerles de que son los mejores. Las políticas de igualdad no se escapan de esta dinámica. Hablan de erradicar la violencia de género, que es una palabra muy bonita, pero falsa. Es una utopía.

Álvaro Cabrera

Precisamente en esta legislatura, una medida regulatoria en este ámbito ha provocado una de las mayores crisis. ¿Se legisla con conocimiento o con la solo intención de lograr un rédito, una medida que vender al feminismo, a las mujeres?

Conozco a las personas que han elaborado la Ley Integral contra la Violencia Sexual y son científicas y académicas de renombre. Es una pregunta muy difícil, pero te diría que se hace lo mejor que se puede y que cada vez las leyes se elaboran mejor, con más conocimiento y el apoyo de más expertos. Lo que ocurre es que a la hora de aprobar una ley, los políticos empiezan a quitarte cosas que no van a ser muy populares. Esta ley en concreto les perjudicó mucho, tiraron para adelante y luego, cuando se demostró que los jueces se estaban encontrando con casos de reducciones de condena, hubo que volver atrás.

Realmente, esto ha ocurrido en muchas ocasiones, no solamente con esta ley. Cuando se reformó los delitos de tráfico de drogas disminuyó considerablemente la población penitenciaria en España porque salieron bastantes personas de las cárceles pero no causa el mismo estremecimiento que salga una persona que trafica con drogas que una que ha cometido abusos o agresiones sexuales.

Los políticos hablan de erradicar la violencia de género, que es una palabra muy bonita, pero falsa, una utopía"

En los últimos años, al tiempo que se ha experimentado nueva oleada de feminismo, con el #Metoo o las masivas manifestaciones del 8M, aparecen estudios que señalan que los más jóvenes están cada vez menos sensibilizados con la violencia de género, relativizan o incluso rechazan situaciones de maltrato. ¿Qué ocurre?

Yo creo que es un tema transgresor. Cuando eres joven vas a la contra de lo que te dicen que tienes que hacer. Los chicos están escuchando una y otra vez discursos sobre la igualdad cuando son personas que ya están socializando en una sociedad cada vez más igualitaria, están viendo sus madres están trabajando, que las mujeres son independientes, y no ven que realmente es un problema real que está ocurriendo a ciertas familias o parejas. Yo no soy pesimista, creo que se ha avanzado mucho. Hay gente joven que por el contexto en el que se encuentran pueden tener micromachismos integrados o pensamientos machistas, pero piensa en la época de nuestros abuelos. No hay color.

En los delitos en general, las últimas memorias de la Fiscalía inciden en que hay un aumento de la violencia. ¿Qué está pasando?

La sociedad actual es menos agresiva y menos violenta. Estamos en unos niveles de delincuencia de los más bajos de Europa, con una estabilidad en las cifras de delincuencia desde los años 90, después de la apertura de la Transición en los 80, del auge de las drogas, la prostitución, la libertad en general. No podemos llegar a una conclusión de un año para otro, hay que mirar las evoluciones de muchos años atrás y ahora no estamos peor. La Fiscalía lo que recoge son los casos que llegan al ámbito judicial, los más graves. No la delincuencia real. Lo que sí es destacable, por ejemplo, es que ahora se utilizan más armas de fuego que hace 30 o 40 años o hay más delincuencia organizada, pero son cosas muy puntuales.

Emergen nuevos perfiles, pero en las cárceles te sigues encontrando lo de siempre, la pobreza"

También ponen estos informes el foco en la violencia entre los menores.

En ese sentido sí que se aprecia un incremento de actitudes violentas, pero hay que tener en cuenta que el bullying y comportamientos de este tipo siempre han existido pero no tenía nombre, no salían. Hace 30 o 40 años, se ocultaba y se cambiaba al niño de colegio. Lo que sí ha cambiado la realidad respecto a entonces es la incursión de las redes sociales, que no existían. Esto puede estar afectando y, de hecho, se ha demostrado que está aumentando el número de suicidios.

Precisamente se habla del uso de las redes sociales y del acceso a la pornografía como posibles causas.

¿Acaso los adolescentes de los años 80 no consumían pornografía? En forma de revistas, de películas, pero se consumía igual. Lo que sucede es que ahora es más fácil todo, pero las inquietudes son las mismas que teníamos hace 20 años. A veces le digo a mis alumnos que yo vivo los 80, con una tasa de delincuencia enorme, y salíamos a la calle sin tener miedo ninguno porque no éramos conscientes del peligro que había aunque estaban robando bolsos a nuestro lado. Ahora somos muy conscientes de los peligros que conlleva la delincuencia, pero tenemos tasas muy bajas. Perdemos un poco la perspectiva.

Álvaro Cabrera

¿Ha evolucionado el perfil de la víctima o del delincuente durante los últimos años?

Es muy complicado concretar porque en prisión no están todos los delincuentes, por ejemplo. Sí hay un avance, por ejemplo, de los ciberdelitos, que tienen un tipo de delincuente muy específico y no necesita ser el de un experto en informática. Emergen nuevos perfiles, pero en las cárceles te sigues encontrando lo de siempre, la pobreza. La persona que llega a prisión es de barrios y colectivos marginales, muchos gitanos e inmigrantes, pero ¿ese es el perfil del delincuente? No. Es la persona que al final termina siendo condenada. El rico suele tener buenos abogados que lo sacan pronto o en el tráfico de drogas no se atrapa al que está arriba, sino al que se encarga de lo más precario, al del trapicheo.

Precisamente, el tema de tráfico de drogas es pujante en la Costa del Sol, ¿llega a ser preocupante?

A mí me preocupa muchísimo el tráfico de drogas y otro tipo de tráfico de objetos ilegales, no solamente de droga, por parte de delincuencia organizada. Hay mafias en la Costa del Sol y son muy violentas. De vez en cuando, se habla de tiroteos, de muertos y son ajustes de cuentas. Es un tema del que no se habla mucho, pero sí interesa fuera. Han llegado investigadores aquí que querían estudiar qué es lo que está pasando con el crimen organizado, cómo estaban funcionando las mafias y la delincuencia organizada en la Costa del Sol.

¿Qué le preocupa, en términos criminalísticos, de Málaga?

Es muy interesante lo que ocurre con la afluencia de turismo. Los hurtos desde hace tiempo van en aumento en el centro de Málaga, pese a la vigilancia.

¿Es Málaga una ciudad insegura?

Yo diría que no, pero es verdad que las ciudades que se están gentrificando, con la afluencia de turismo, van cambiando. Me preocupa que ese cambio del centro histórico pueda llevar a más inseguridad, que el proceso de gentrificación provoque una inseguridad cada vez mayor. En Estados Unidos esto está muy estudiado. En los downtown de las principales ciudades, llenos de oficinas, de restaurantes, a partir de las 18:00, cuando la gente se va, se queda todo vacío. Eso es un foco de inseguridad muy importante.

¿Pero ve viable que la gentrificación derive en un aumento de la inseguridad en la capital?

A pesar de que nuestras características nos hace estar mucho tiempo en la calle, yo tengo miedo a que las ciudades se estén convirtiendo en esas ciudades americanas en las que sí está ocurriendo. Ahora mismo aquí no está sucediendo, pero los cambios que vivimos en el centro pueden propiciar que en el futuro se incremente la delincuencia callejera.

Álvaro Cabrera

¿Qué otros problemas aprecia en la ciudad?

Me preocupa que se pierda la esencia o la idiosincrasia de la ciudad, que se abandonen los barrios. Seguimos teniendo barrios marginales, es una ciudad que en eso tampoco ha cambiado tanto en los últimos años.

Su paso por la política

El nombre de Ana Isabel Cerezo apareció en las listas del PSOE al Ayuntamiento de Málaga en 2011. En los puestos de salida, como número tres. Fue directamente una intervención de la entonces líder socialista, María Gámez, la que la llevó de cabeza a meterse en el mundo de la política. Reconoce que le encanta, pero nunca ha militado. De hecho, concurrió como independiente. "Mi ideología es completamente socialdemócrata, pero tengo la libertad de que hay cosas que me gustan y otras que no y las puedo decir", apunta.

Esa fue una de las cosas que aprendió de los pocos meses que estuvo en la Casona del Parque, que "tienes que tragar un poquito". La otra, que "los partidos políticos, por lo menos los principales, son oficinas de empleo. La gente milita para tener un puesto". Un cáncer de mama y la negativa a dejar la universidad y estar en política a tiempo completo pusieron el punto final a esta experiencia, que asegura que no repetiría.

"Ya lo he hecho y ahora me ilusionan otras cosas", explica, y estas no andan muy alejadas de la política. Por una parte, está volcada con la candidatura de Ernesto Pimentel para las elecciones al Rectorado de la Universidad. Por otra, dirige un grupo de política criminal formado por jueces, fiscales y profesores de universidad que está haciendo lobby en las instituciones europeas con una propuesta alternativas para la legislación sobre las personas internas con problemas de enfermedad mental y discapacidad intelectual.

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