Pocos lugares en la ciudad esconden tantos secretos como la Catedral de Málaga. En cada una de sus esquinas se encuentran capítulos de la historia forjados con las letras invisibles del paso del tiempo. Por los mármoles sobre la que se erige han caminado decenas de hombres y mujeres que firmaron con su huella en el libro del pasado. Las voces retumban entre sus capillas, escapando de unas paredes que quieren abrazar su legado. Pintores de cabecera de reyes, fósiles milenarios, imágenes que llegaron a esta tierra de la mano de Isabel y Fernando el Católico. Todo está dispuesto para que funcione como una majestuosa obra coral.
Uno de estos lugares lo representa la capilla de Santa Bárbara. Situada en la girola del templo, colindante con el oratorio sacramental, sus muros sostienen el único retablo que se conserva de primera fase del templo construida sobre la antigua mezquita de la ciudad, consagrada como Catedral tras la conquista cristiana de Málaga. El historiador del arte, José Manuel Leiva, explica que en 1524, el canónigo Francisco del Pozo encargó al imaginero Nicolás Tiller la realización de la arquitectura y las esculturas de este proyecto. Aunque para las policromía y las pinturas se designó a Jacome de Lobeo y a Francisco de Ledesma, respectivamente.
La primera impresión del conjunto puede resultar algo decepcionante. ¿El motivo? "Es muy estrecho y muy bajo con respecto al volumen de la capilla. Pero es que este retablo no estaba hecho para estar aquí, sino en la mezquita, cuyos techos eran menos altos. Sin embargo, no hay que infravalorarla. Todo lo contrario; posiblemente sea el retablo de más valor artístico de los que se conserva en la Catedral", subraya.
Otro de los aspectos dignos a destacar reside en el estilo: "Sorprende ver una obra gótica, cuando la iglesia de la Encarnación es barroca y renacentista. Esto se debe a que la vieja catedral se acogía a los cánones del Gótico", expone Leiva. Analizando la iconografía, se aprecia como en el ático está representado un Calvario: Jesús, muerto en la cruz, acompañado de la Virgen y San Juan: "Siendo este retablo de inicios del XVI, su crucificado es quizá el más antiguo que tenemos en Málaga".
En la segunda línea aparecen Santa Lucía, caracterizada con su famoso platillo con dos ojos, y Santa Apolonia, martirizada por no renegar de su fe siendo desdentada, motivo que explica la presencia de unas tenazas. En la parte inferior, San Roque: "Fue un santo muy importante en el Medievo y la Edad Moderna por ser el protector de enfermos, sobre todo de la peste. A la derecha está la Santa Ana triple, que simboliza la sucesión de Cristo como parte del Tronco de Jesé. Por ello aparece la Virgen María junto a su madre y a su hijo", añade el historiador del arte.
Pero todas las miradas se dirigen a Santa Bárbara, retallada por Fernando Ortiz en la segunda mitad del XVIII y presidiendo el centro del altar. Según cuenta la leyenda, esta mártir nacida en el 273 fue asesinada por su propio padre entre terribles torturas.
El progenitor la habría encerrado en su propio castillo para forzarla a apostatar. Sin embargo, lejos de renunciar a su fe, ella mandó construir tres ventanas en la torre, simbolizando la Trinidad, antes de morir. Es por ello por lo que en la iconografía religiosa suele aparecer representada junto a una torre: "Lo curioso de esta escena es que la edificación en cuestión se corresponde con lo que podría haber sido el alminar de la antigua mezquita, origen de este retablo, y que no se destruyó hasta el siglo XVIII. De hecho, podemos apreciar elementos propios del arte islámico, como los arcos de herradura, los dibujos simétricos o la propia forma de la estructura".
Leiva destaca que, gracias a esta pequeña referencia (escondida entre la multitud) podemos hacernos una idea que nos permita entender cómo fue el templo que antecedió a la Basílica de la Encarnación, la antigua mezquita de Málaga.