El hijo del chófer de Jordi Amat se ha convertido en un fenómeno editorial. El escritor cuenta en el ensayo, elogiado por el público y la crítica desde su publicación en 2020, la vida del periodista Alfons Quintà en la corrupta Cataluña de Jordi Pujol. Un trepidante viaje a las cloacas de la Transición con un personaje grotesco y tirano en el centro. El reportero estrella de la edición catalana de El País y primer director de TV3 acabó asesinando de un disparo a su expareja, y después se suicidó.
Como todo fenómeno editorial ha acabado teniendo su propia adaptación al cómic, publicada hace tan sólo dos semanas. José Pablo García (Málaga, 1982) ha sido el encargado de ilustrar esta sórdida y alucinante historia. "Norma Editorial estaba buscando dibujante para este proyecto a través de las redes sociales. Soy bastante yonqui de las redes, pero no estaba pendiente. Mi vecina Vero me avisó. Le escribí al editor Óscar Valiente y surgió el proyecto", cuenta el artista.
A nivel documental, García ha tenido la suerte de trabajar codo con codo con el autor. "Es la primera que ocurre algo así. Me facilitó sin problema los documentos de su investigación durante los tres años que duró la escritura del libro", relata mientras reconoce que le resulta "igual de difícil" dibujar un cómic ambientado en la Guerra Civil o en la Transición, "un tema poco tratado en la novela gráfica actual y una época fascinante como materia gráfica", porque no las ha vivido.
La novela gráfica abarca desde el nacimiento del periodista en 1943 hasta la actualidad, haciendo hincapié en los años 60, 70 y 80. El dibujante vio películas de la época como Gary Cooper, que estás en los cielos; Solos en la madrugada, y El crack para documentarse. "Hay muchos títulos que me sirvieron para el vestuario y los peinados. El despacho de Quintà es muy parecido al del mítico detective Areta", desvela.
Alfons Quintà era hijo del secretario y chófer de Josep Pla, padre del catalanismo conservador. Vivió una infancia y adolescencia sin su padre presente en la crianza, y rodeado de personajes influyentes de la burguesía y política catalana. García lo define como "un maestro del acoso, el chantaje y la manipulación". "A la vez resulta fascinante porque era un verdadero psicópata", admite.
El lector ya percibe la condición de Quintà al inicio de la novela gráfica cuando trata de chantajear a Pla con 16 años para poder marcharse al extranjero a estudiar. "Amenaza con ir a un policía, que era un torturador muy peligroso, con toda la información que tenía en su casa: cartas comprometedoras con políticos catalanes en el exilio. Eso estaba totalmente prohibidísimo en los años 50", recuerda García.
Su biografía, recalca, "nos sirve como un hilo conductor perfecto para entender lo que fue la Transición". "Este tipo estuvo presente en momentos decisivos: el retorno de Josep Tarradellas (presidente de la Generalidad de Cataluña en el exilio desde 1954 hasta 1977), la llegada al poder de Pujol, además de ser el primer director de TV3, la mayor herramienta de propaganda que utilizó Pujol para consolidarse", señala.
El cómic muestra, según García, "la trastienda de la Transición, muy alejada del relato oficial y el mito, y cómo el poder protegía a personajes nada ejemplares como el rey emérito, Pujol y el propio Quintà, que no dejó de ocupar cargos relevantes porque el poder lo necesitaba para mantenerse y porque sabía cómo manipular a través de los medios". Amat escribe en las últimas páginas del cómic que El hijo del chófer "visualiza con oscura nitidez cuál fue el proceso constitutivo del lado oscuro de la España democrática".
El redactor pasó de arremeter duramente contra Pujol y Banca Catalana en sus artículos a ser su subordinado. El mismo que había destapado los problemas de la entidad financiera pasó a crear en 1983 la televisión autonómica catalana, la gran arma del pujolismo.
El Gobierno se gastó más de 83.000 millones de euros en sanear la entidad financiera. Se trató de la crisis más grave de la historia financiera española. "Pujol se enriqueció con el banco que llevó a la bancarrota y a la ruina a miles de familias", asegura Pere Ríos en El País. Mientras tanto, TV3 informaba de forma muy laxa sobre el tema justo antes de las elecciones de 1984.
Cuando dejó de ser útil, el mismo sistema que lo había utilizado para que dejase de ser un problema para Pujol, lo desechó y lo convirtió en un despojo y la sombra de lo que fue. "Ha sido un éxito en Cataluña porque hablamos de acontecimientos históricos vistos desde la cara B de la Transición. El psicópata de Quintà estaba detrás de un montón de operaciones y lo protegían. Sabían cómo se comportaban con las redactoras del periódico, cómo acosaba y humillaba a los trabajadores en público. Pero como era eficaz en su trabajo le permitían esas tropelías", critica.
En la presentación de Barcelona, esta misma semana, el dibujante malagueño tuvo la suerte de conocer a trabajadores de El Observador, último medio donde trabajó Quintà. "Un director de TV3, Vicent Sanchís, nos contó episodios espeluznantes. El tipo prohibía a los redactores que se rieran. Era un personaje grotesco", critica.
-¿A qué conclusiones llega tras leer la novela y adaptarla al cómic?
-Las conclusiones son horribles. Tampoco hay muchos visos de que las cosas mejoren visto lo visto. La lectura es indignante: que todo está podrido desde siempre. Quizá hoy no se permitían tales barbaridades como el acoso laboral. Un personaje como Quintà no duraría ni un par de semanas en una redacción. Pero en esa época podía seguir con su delirio con total impunidad.
Uno de los personajes secundarios del cómic es Pujol. "Me parece el político más importante del siglo XX en España. Lo apoyaba el ABC, que lo nombró hombre del año, y el PSOE. El rey emérito era muy amigo suyo. Tenía un carisma aplastante", reconoce García.
Para el dibujante, la Transición es una de las épocas que más le fascinan de la historia de España. "El fin de la dictadura supuso un cambio acompañado de una euforia colectiva y de esperanza. Pero también de mucho miedo. Es el momento de explotar a nivel narrativo esta época. Hay miles de historias interesantes", afirma.
El dibujante saltó a la fama tras ilustrar los hazañas y desventuras del cantante Joselito en 2015. Un año después, al artista le llegó la oportunidad de su vida: adaptar a viñetas el ensayo La Guerra Civil Española de Paul Preston. La editorial Debate volvió a contar con él en 2017 para ilustrar otro ensayo del ilustre hispanista: La muerte de Guernica.
Desde entonces, a García le han llovido tentadoras ofertas y las ha aceptado: desde llevar al cómic el tercero de los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós (El 2 de mayo) a la adaptación de la famosa novela de Javier Cercas, Soldados de Salamina, que fue llevada al cine. Ahora está trabajando en el cuarto de los Episodios Nacionales titulado Bailén. Saldrá después de verano. Mientras tanto está de promoción con este cómic donde se desvelan los oscuros entresijos del poder.