Javier La Beira hojea uno de los diarios de José María Souvirón.

Javier La Beira hojea uno de los diarios de José María Souvirón. D. P.

Cultura

Recuperando a José María Souvirón, el escritor franquista defenestrado que guardó su mejor obra para sí

El director de Biblioteca Generación del 27, Javier La Beira, cambió como escritor y lector al hallar sus diarios. Ahora publica su 5º y último volumen.

3 noviembre, 2022 00:00

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Fue Premio Nacional de Literatura en pleno franquismo, anarquista de joven; catedrático, traductor y editor; nostálgico de su juventud en París, amigo de gigantes como Pablo Neruda; toda una institución tanto en el mundillo cultural y literario como en su Málaga natal... Pero, hasta no hace tanto, poca gente recordaba a José María Souvirón.

Como también ocurrió a tantos otros intelectuales del régimen franquista, la llegada de la democracia dejó su memoria en tierra de nadie: ni sus —muy populares en su momento— novelas, poesías o ensayos quedaron para la eternidad.

Ni siquiera un especialista de su tiempo como el director de la Biblioteca Centro Cultural Generación del 27, Javier La Beira, le había leído... Hasta que encontró en el archivo unos documentos que había cedido la familia del escritor: sus diarios. "Me los llevé a casa en verano y me enganchó por completo", recuerda en conversación con este periódico.

José María Souvirón, en una imagen de archivo.

José María Souvirón, en una imagen de archivo.

Aquel encuentro le transformó como lector y escritor, hasta el punto de publicar ahora el quinto volumen de sus diarios. "Es, sin duda, lo mejor que escribió José María Souvirón en su vida", valora La Beira, coeditor de los mismo junto con Daniel Ramos López.

Viernes, 25 de mayo de 1973. Su última entrada en el diario:

"Todo lo hago ahora despacio. Trabajar, pasear un rato, orar, leer. La fatiga del convaleciente me dura, aunque muy disminuida por el cuidado (...) Paso largo ratos de meditación, y veo la muerte sin lejanía ni excesivo temor, aunque sigo agarrado a la vida, en especial ahora que ha nacido la primavera (...) Procuro excitarme lo menos posible con la imbecilidad universal (me duele más la española) que veo por doquiera. La gente anda sucia, en especial la que tiene medios para lavarse. (Por fuera y por dentro). Huele mal la gente hoy, me molesta en la nariz. Sigo esperando que Cristo vuelva".

Este quinto y último volumen de los diarios, que comienza en febrero de 1969, dan fe de un Souvirón en la recta final de su vida, fielmente religioso, que abronca a sacerdotes si no les convence sus homilías o tardan demasiado en confesarle, y que se escandaliza cuando un ministro del régimen presenta una de sus propias obras a un concurso público de literatura.

"Frente al franquismo y lo ultra, es un liberal. Critica muchísimo la censura, que le parece impresentable, aunque no pudiera decirlo en público ni en sus artículos. Decía que la relación tan estrecha Iglesia-Estado no debía ser. Sin embargo, las huelgas casi las comprende y acepta... Aunque siempre con un pero", valora La Beira, que subraya cómo incluso llega a mostrar cierta simpatía por los jóvenes hippies que se encontró al final de su vida.

Para el director de la Biblioteca Generación del 27, lo fundamental que halló para hacerle recuperar del olvido a este autor es que el diario "está muy bien escrito". "Para mí, sus poemas son bastante flojos, dicho eufemísticamente. No entiendo el éxito que tuvieron. Y sus novelas están pasadas de moda, por completo. No están mal escritas, domina la técnica del novelista... Pero no tienen interés. Sin embargo, el diario me enganchó", explica.

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"Es de una sinceridad atroz, consigo mismo y con lo que ve. Era bastante independiente de criterio, y se ve muy auténtico. A raíz de ahí he leído muchos diarios y los escritores, como saben o se imaginan que les van a publicar, pues se ponen muy bien, parece que no tienen problemas, se cuidan de meterse con otros escritores o políticos... Hay mucho pasteleo, pero Souvirón es absolutamente sincero", compara Javier La Beira.

Para él, en los diarios se puede encontrar "un testimonio desde dentro de la España política y cultural de entonces, interesantísimo y desonocidísimo". Justamente, esa falta de reparo a la hora de hablar de todo tipo de protagonistas de la sociedad —también, parejas amorosas— condicionó la decisión de no publicarlos tras su fallecimiento, en 1973. "Tras su muerte, Souvirón desaparece del mapa", explica La Beira. Hasta ahora.

"Eso no me lo esperaba yo. Aquí, cuando editamos un libro, lo hacemos por amor al arte. Yo iba a editarlo por el placer de hacerlo, pero si además ha tenido una cierta repercusión y unas ciertas ventas... Pues muy, muy contentos", valora el director de la Biblioteca del Centro Cultural Generación del 27 ante la respuesta que ha tenido la publicación a lo largo del último lustro de los cinco tomos de los diarios.

La obra ha sido reseñada en algunos de los principales medios especializados del país, y se ha creado una cierta comunidad de lectores del otrora olvidado José María Souvirón... Pero ninguno como el propio La Beira: "A mí me ha determinado mucho como escritor y como lector. Yo creo que había leído un diario en toda mi vida, y en los últimos siete u ocho años he leído cuarenta o cincuenta", explica.

"Hay editores literarios que se enamoran o admiran fanáticamente a su autor. Yo no lo soy, reconozco que su poesía vale poco o sus novelas están pasadas de moda. ¡Y encima, como persona, conozco sus defectos y debilidades! Pero me cae bien. Soy la persona que más sabe sobre él del mundo", sentencia su editor.