Entre la tradición barroca y el ideal neoclásico: los escultores Diego Márquez y Miguel Márquez. Ese ha sido el TFM con el que el Comité Español de Historia del Arte ha premiado a la malagueña Lidia Henares. El organismo, fundado en 1977 para estimular las reuniones entre los profesionales del sector y fomentar los estudios del campo, ha reconocido su trabajo defendido en la Universidad de Granada en 2022.
En conversación con EL ESPAÑOL de Málaga, Henares relata con ilusión y alegría los detalles del proceso que le han llevado a ser una de las tres galardonadas: “Todos los años convocan unos premios para los mejores TFM que se han presentado en el curso anterior”, explica.
Como requisito imprescindible, constaba la necesidad de que estos proyectos tuvieran una calificación de sobresaliente. En su caso, un 10 con matrícula de honor. Con este ítem logrado, solo faltaba que llegara el veredicto, algo que sucedió durante la celebración del congreso en el que se reúnen los académicos de distintas universidades.
Los Márquez, una familia del arte antequerano
Este proceso se ha desarrollado gracias a los estudios cursados en el máster Tutela del patrimonio histórico-artístico: el legado de Al-Andalus, en la UGR. Inicialmente, Lidia Henares tenía previsto pedir la beca de colaboración del Ministerio, planteando para ello un trabajo basado en la Virgen de los Reyes, de la Hermandad del Viacrucis de Granada: “Me interesaba su relación con el círculo de los Asensio de la Cerca para, a partir de ahí, poder estudiar la escuela malagueña”, asegura.
Sin embargo, optó finalmente por solicitar una beca propia de la UGR, planteándose junto a su tutor la necesidad de abarcar un tema más amplio, que no se circundiera a una sola imagen. Durante su estancia en la carrera, Henares había realizado una investigación previa sobre los Márquez son el catedrático Sánchez López: “Me centré en el estudio de las imágenes para constatar que los escultores usaban libros basados en tratados. Cuando me tocó decidir, se me vino a la cabeza ese proyecto y comencé desde aquí”, cuenta.
Henares expone que los estudios de Historia del Arte, especialmente aquellos en los que el arte sacro es protagonista, suelen enfocar la metodología en la revisión bibliográfica crítica y el estudio de fuentes documentales. “En base a eso, construimos el relato. En mí caso, visité distintos archivos para conocer las fuentes originales, además de la visita a iglesias, conventos, museos y colecciones”, subraya.
Entre las conclusiones que este estudio resaltan, se encuentra la constatación de que Antequera fue uno de los núcleos de producción artística más relevantes del siglo XVIII y que compitió con otros puntos importantísimos como Sevilla o Granada (las principales escuelas). Incluso le llegó a mantener el pulso a ellas junto a Málaga.
Esta industria artística llegó hasta el siglo XIX gracias a otra familia, encabezada por Andrés de Carvajal, con su hijo y su nieto como exponentes.
No es el único aspecto que resalta. La influencia cultural fue tan amplia que durante el XVIII la ciudad comenzó a abastecer al ayuntamiento, conventos e iglesias, particulares… “Esto acabó retroalimentándose con los artistas del lugar. Se creó una autarquía artística que configuró un tejido cultural capaz de mantener a la ciudad en una posición muy reseñable ante el panorama andaluz”, explica.
Todo ello tiene como resultado la consolidación de formas artísticas “muy concretas”, como la que se puede apreciar en la propia concepción de los tronos/pasos procesionales o las dolorosas, a las que “ahora se le llama malagueñas, pero que tienen su origen en Antequera”, abunda.
El Comité Español de Historia del Arte distingue a los tres mejores trabajos presentados con un premio económico de ́ 250 euros a cada uno, su correspondiente certificado y la suscripción gratuita al CEHA durante los siguientes cuatro años.