Si quieres ser competitivo en cualquier concurso de agrupaciones de canto de carnaval, cuidar todo lujo de detalles en el tipo que elijas debe ser uno de los aspectos que más tengas que tener en cuenta. Un buen tipo y una buena puesta en escena son primordiales para optar a premios. En el COAC del Carnaval de Málaga, lo saben de sobra los chicos de la murga de Estepona y San Pedro de Alcántara, que este año son Pá tí tó, un escuadrón de divertidos patos en un estanque de feria que odian profundamente a los niños que tratan de pescarlos con sus cañas.
En cuanto se abrió el telón del Teatro de la Escuela Superior de Arte Dramático de Málaga durante la tercera preliminar del Carnaval de Málaga, nadie de los presentes pudo evitar esbozar una sonrisa al ver aparecer a casi una veintena de adorables patos amarillos en escena.
"¿Quién ha hecho esta chulada de disfraces?", se preguntaban algunas personas entre el público. Pues bien, el artífice de estos tipos es Alejandro Mariño, un artesano gaditano con quince años de experiencia. Empezó en 2008 y ya ha trabajado para grupos ilustres como Las muchachas del congelao, haciéndoles los complementos hace ya más de catorce años, pero también ha trabajado para autores como el Selu -hizo el relleno que daba unos kilitos de más a las ya archiconocidas Pepis-, el Sheriff, el Yuyu o el Vera. Este mismo año también ha creado los tipos de la Chirigota del Sofri, Los incautados.
Es un genio de la gomaespuma, su especialidad. Según cuenta Alberto Benítez, el director de la agrupación, tenían claro que si iban a llevar un tipo hecho de foam, no podía ser otro el artesano que lo hiciera. Así que no dudaron en llamarlo a principios de agosto de 2022. Le plantearon la idea y se dispusieron a hacer todo lo que fuese necesario para que Mariño aceptara. Y lo hizo.
"La propuesta fue fácil, las cosas como son. Lo único que nos preocupaba en un principio era ver por dónde iban a sacar los brazos sin que quedara feo. Queríamos que el pato se viera sin defecto alguno, queríamos que la sensación que diera fuera de continuidad, que no fuera cantoso que era un disfraz", explica Mariño, en conversación con EL ESPAÑOL de Málaga.
En cuanto llegaron a un acuerdo, Mariño se puso a trabajar en el prototipo. Para que ustedes lo entiendan, este es el primer modelo del tipo que se hace y que se va cambiando hasta que llega a convertirse en la forma deseada por el grupo. "Me puse en agosto a trabajar en ello y cuando lo vieron no tuvimos que cambiar nada. La forma del pato era la perfecta, los brazos encajaban bien y ellos fliparon, estaban encantadísimos", cuenta.
En el caso de este grupo, todos llevan el mismo modelo de pato, así que dentro del proceso de producción el primer paso es el prototipo. Tras lograrlo, después simplemente toca sacar las plantillas para volver a replicar el primer pato y seguir dándole forma a la gomaespuma para posteriormente ir a los detalles y a la pintura. "Esto me ahorra trabajo. Con el Canijo he tenido años en los que cada uno iba de una forma", comenta.
Así, el artesano es siempre real con sus clientes. Les explicó que el tipo en gomaespuma cuando se pinta siempre queda en tono mate, pero él suele aplicarle otra capa para que brille más, lo que implica que quede más bonito, pero que pese un poco más. Es por ello por lo que trató de tenerlos terminados con tiempo suficiente para que los chavales pudieran ensayar con los tipos puestos. El tiempo de producción del conjunto de todos los patos se llegó a alargar algo más de tres meses. "Ellos no están acostumbrados a estos tipos y no es sencillo cantar con ellos puestos. Hay grupos que dejaron de usar tipos de gomaespuma por no soportar el peso, pero ellos han estado un mes y medio ensayando con ellos y parece que lo llevan bien", comenta Alejandro.
Cuando los chavales salen a escena, el público no les ve la cara. Solo vemos la figura íntegra de cada pato en la presentación. Esto fue idea de Alejandro. Tras muchos años viendo y trabajando el carnaval, se ha dado cuenta de que este tipo de disfraces permiten bajar la cabeza haciendo que este tenga continuidad. En el caso de la murga de Estepona y San Pedro de Alcántara, se puede apreciar cómo el cuerpo y la cabeza del pato parece que estén unidas.
Los de Benítez le han dado su primera oportunidad en el Carnaval de Málaga. Tenía ganas de estrenarse en estas tierras y espera poder verlos en semifinales o -si el jurado quiere- en la Gran Final para ver cómo funcionan los patos en directo. "He trabajado con agrupaciones sevillanas, gaditanas e incluso de Barcelona, pero el COAC de Málaga es algo muy nuevo para mí. Aquí en Cádiz conozco a todo el mundo, pero de verdad que tenía muchas ganas de descubrir otros concursos como el de Málaga", explica el artesano.
En la foto de perfil de WhatsApp de Alejandro vemos a un niño pequeño sonriente junto a todos los patos en fila. Es su sobrino y se emociona al hablar de él. Reconoce entre lágrimas que el mundo de la artesanía tiene algo muy complicado en común con el carnaval: te quita mucho tiempo de convivencia en familia. "En esa foto me lo trajeron a la nave para que lo viera. Le encantó el tema de los patos. Me emociono porque no lo veo tanto como a mí me gustaría", lamenta.
Pese al sacrificio que requiere su trabajo, sí que reconoce que pese a la subida del precio de los materiales, él no puede quejarse en cuanto a peticiones por parte de los grupos. "La gente sabe que si no cuenta con artesanos para crear sus puestas en escena no compiten. Se gastan hasta el dinero que no tienen en un buen tipo buscándose las papas: vendiendo papeletas, una play o una cesta de Navidad. Otra cosa es que seas más dejado, pero veo el ritmo de trabajo igual que siempre, la gente está comprometida en ese sentido", declara. Cabe recordar que un tipo de carnaval -para una persona- puede perfectamente situarse de media entre los 500 y los 1.200 euros en función del artesano, el número de detalles y la calidad de los materiales.
Pese a que ha tenido problemas con algunos grupos a lo largo de todo este tiempo, aunque estos sean minoría, Alejandro confiesa que después de quince años ha aprendido a valorar al grupo que le valora sin importarle el renombre que tenga la agrupación. "Ya sea de Málaga, de Almería o Cádiz. Al final te das cuenta de que lo importante es valorarte tú y que el grupo te valore a ti, no hay más", zanja.
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