La noche en la que se presentó el cartel de la Semana Santa, Pilar Romero se encontraba en su casa. Tan solo habían pasado unos pocos segundos, pero en su teléfono móvil ya tenía el primer mensaje de los cientos que llegarían durante las horas siguientes. Desbloqueó la pantalla, entró en la aplicación y vio que era su amiga Noelia Losada, concejala de Cultura en el Ayuntamiento: "¡Mira, es tu farmacia!", rezaba el texto.
Detrás de la centenaria estampa de la Virgen de la Esperanza, dibujada por Fernando Prini, el edificio de calle Larios número 8 emergía como un grito callado que anunciaba la vuelta de las procesiones. En esa vivienda está escrito el arraigo de un pueblo a sus calles, a sus construcciones. A su pasado más vivo. "¡No solo eso; también es mi casa, y la de mis tíos y la de mis bisabuelos! ¡Es el lugar donde hemos vivido siempre!", exclamó. "En cuanto pueda, me hago con uno y te lo mando", le dijo Losada.
Con la resaca emocional de las horas posteriores, Pilar Romero, al frente de la histórica Farmacia Mata de calle Larios, habla con EL ESPAÑOL de Málaga sobre los recuerdos que reflotaron tras la caída del telón del Echegaray: "Es una ilusión tremenda poder ver a la Esperanza junto al edificio en el que está mi hogar. Ojalá se viera un poquito más del letrero", dice con humor.
Un rótulo del que apenas se atisban dos letras: F y A. Suficiente para saber qué comercio aguarda en un inmueble que es santo y seña del patrimonio decimonónico de la calle más importante de Málaga. "Es un orgullo poder pertenecer a la historia de la ciudad", pensó al momento de ver la obra. "Mi padre era un amante de la Semana Santa; un cofrade del Sepulcro, pero también de la Amargura y de la Esperanza, que es donde está enterrado. Ahora, sus recuerdos vuelven a mí, porque considero que este negocio sigue siendo la farmacia de mi padre".
Afirma que al ver el cartel por primera vez sintió la nostalgia de una obra que conjuga la antigüedad de los 100 años de historia agrupacionista con el futuro, que es la Virgen: "Es lo que nos queda después de estos dos años tan duros". Las anécdotas resurgen detrás de cada pantallazo del cartel compartido: "Me tenías que ver esa noche, sin parar de teclear. He recibido muchísimo mensaje y comentarios en Facebook. Respondí al artículo de la Agrupación diciendo que salíamos nosotros y desde entonces ha sido un no parar", asegura con alegría.
Más de un siglo de vida
Una parte del pasado de Málaga sigue vivo entre las paredes de la Farmacia Mata. Fernando Alonso, "profesor y enamorado de la historia", cuenta en su haber con dos libros publicados sobre los negocios antiguos. "En el letrero que tenemos en la puerta pone la fecha 1894. La puso un amigo de mis padres porque había encontrado referencias de aquel año. Sin embargo, Alonso se puso a investigar y descubrió que el origen es todavía más antiguo", explica Pilar Romero.
Esta botica la fundó Agustín Pérez de Guzmán y en 1881 ya estaba en la plaza de la Constitución: "Lo sabemos gracias a una noticia que encontramos en el Avisador, un viejo periódico de Málaga. Todavía no se había inaugurado Larios (ese momento no llegaría hasta agosto de 1891) y, al ser una calle tan cara, se buscaba que hubiera negocios buenos. Este señor llegó a un acuerdo para trasladarse al lugar en el que residimos desde entonces. Eso sí, con la condición de que no podía haber otra farmacia en toda la vía".
Sin embargo, las fuentes que hablan del año en el que se instalaron en Larios son confusas: "Hay referencias de 1896, pero también de 1894. Podemos decir que estamos aquí desde mediados de la década de los 90 del siglo XIX. Me interesa mucho la fecha, porque he pasado de cumplir 125 hace poco, a enfilar la recta hacia el siglo y medio de vida", bromea.
Durante las primeras décadas del siglo pasado, Agustín Pérez de Guzmán fue la persona que estuvo al frente de la Farmacia. Un señor procedente de una familia granadina con "muchísimo dinero", soltero y sin hijos, razón por la cual la saga no continuó. "Según me cuentan, era muy pijo, hasta el punto de mandar diariamente sus camisas en tren para que se las plancharan en Madrid. ¡Se ve que aquí no había nadie que lo hiciera igual de bien!", añade entre risas.
Tras morir Pérez de Guzmán, a finales de los 20, un Caffarena se hizo cargo de la compañía, pero en 1931, el bisabuelo de Pilar Romero, decidió emprender el camino que a día de hoy se conoce: "Él tenía la Farmacia Americana enfrente de la plaza de toros, pero se trasladó a Larios 8 en 1931", expone.
Con el cartel todavía fresco en la memoria, Pilar Romero habla de un edificio que ha conocido la Semana Santa reflejada en él. De los balcones que se abrían al paso de Zamarrilla. De las petaladas infinitas y los amigos de su primo que se agolpaban para ver pasar a la Virgen de su familia. De lo que supone llevar el sello de la ciudad. "Son cosas que refuerzan mi decisión de quedarme aquí y sentirme parte de Málaga. Solo espero que las procesiones vuelvan a discurrir hacia arriba. Es mucho más bonito ver venir a los cortejos desde la Alameda", añade.
José Carpena, esperancista
Cada mañana, delante del chaflán del edificio, José Enrique Carpena, hombre de trono de la Esperanza, coloca su expositor de lotería. Desde hace seis años, esa esquina se ha convertido en el lugar en el que pasa la mayor parte del día. A veces, más que en su propia casa. Día a día, semana a semana, mes a mes. Año a año.
La noche en la que se presentó el cartel, estaba "en el sofá tranquilo". No estaba siguiendo la gala porque no sabía que la estaban televisando. Sin embargo, cuando se encendieron las luces del Echegaray, su hija llegó y le dijo: "¿Has visto el cartel?". Al instante exclamó: "¡Qué bonita! ¡Es la Esperanza de hace 100 años!", pero ella insistió. ¿Te has fijado en el lugar en el que está inspirado? "Se me pusieron los pelos de punta y el orgullo me recorrió el cuerpo porque me vi reflejado en él", relata Carpena.
Afirma que en la obra de Prini está su Virgen, su cofradía y todos sus sentimientos. Unas emociones personales y profesionales que convergen en un mismo punto: "Habiendo sitios tan emblemáticos, es un honor que se haya fijado en un lugar como este. Empecé a recibir muchos mensajes, algunos bromeando y diciendo que faltaba yo en el cartel, pero no. En el dibujo de Fernando tiene que estar el edifico y Ella", sostiene.
Nada más enterarse del paisaje representado, le escribió a Pilar. "Ella está encantada. Nuestras vivencias se han encontrado en torno a su creación. Me siento parte de ellos, porque me tratan como a uno más. Saben que estoy aquí para lo que haga falta y es un afecto recíproco. Estoy muy agradecido y me alegro mucho de que le hayan puesto a la Virgen de la Esperanza en su puerta".
Con rotundidad, afirma que el cartel le ha gustado por cómo es, por quién está, y por el lugar al que te traslada."He pedido uno para enmarcarlo porque lo siento mío, como si fuera parte de él". La vida vuelve a florecer detrás de la plumilla, esperando que la calle Larios vuelva a ser testigo del renacer de un pueblo, como el árbol talado que retoña. Golpe a golpe.