Durante los encuentros cofrades de EL ESPAÑOL de Málaga en el restaurante Taró, los tres expresidentes de la Agrupación (del siglo XXI) hablaron largo y tendido de todos los aspectos que atañen al nuevo recorrido oficial: su estética, estructura, configuración y convivencia con la ciudad, y como no, de los abonados. No solo por la reubicación de los mismos tras la aprobación del cambio de trazado, sino por el papel que desempeñan a día de hoy como parte de la Semana Santa. En esta cuarta entrega, las sillas y tribunas para ver las procesiones centran la dinámica del coloquio.
Nada más poner el tema de conversación sobre la mesa, Clemente Solo de Zaldívar y Rafael Recio (presidentes de la Agrupación entre 1997-2003 y 2003-2012, respectivamente) toman la palabra. Ambos hacen referencia a las vallas que puso el Ayuntamiento durante la última Semana Santa para separar al público de los abonados; coinciden en que es necesario un equilibro entre la seguridad y el cuidado del espectador.
Eduardo Pastor, máximo directivo de la institución entre 2012 y 2015, saca a debate el número de escaños que cada año se ponen a la venta: "No he escuchado a nadie que en la magna dijera nada de que fuera difícil entrar o salir de sus sillas. ¿Por qué? Porque vendieron menos localidades. ¿Y si esa fuera la solución? ¿Y si tenemos demasiados abonados que no se sientan en Semana Santa? ¿Para qué queremos 23.000 abonados que no están la mayor parte del tiempo? Ahora mismo prefiero una reducción del número; quizá si fuera hermano mayor, la cosa sería distinta".
Una cuestión que podría resolver el problema de la congestión del Centro, pero que daría lugar a nuevos inconvenientes. Clemente explica que cuando los medios de comunicación venden la programación, defienden que cada vez se consume más Semana Santa a través de la televisión: "Sin embargo, cuando pones alguna cadena siempre están criticando que las sillas están vacías. Eso es una contradicción. Al final, el que tiene un abono va a ver lo que quiere".
Del mismo modo, la cuestión económica también es un hándicap, tal como asevera Recio: "Las cofradías quieren la parte correspondiente de esos abonos". "Quizá hay que recibir menos o poner un precio mayor, porque no son caras. Es muy fácil decir esto desde atrás, pero puede que haya que pensarlo", responde Pastor. "En los años 40, las localidades solo las podían pagar los ricos. Ahora, todo el mundo. Si hacemos eso, van a decir que hemos creado un espectáculo para gente selecta", añade Clemente.
Todo esto forma parte de una controversia que lleva vigente décadas en el mundo de las procesiones: "¿Cómo se ha llamado a la tribuna donde se podía ir gratis? La tribuna de los pobres. ¿Y la otra? La de los ricos. Es la dicotomía de las dos Semanas Santas, aunque eso ya ha cambiado, porque la tribuna principal ahora es de protocolo", dice Recio.
Clemente Solo de Zaldívar añade que ya en el pasado hubo un intento de sacar más sillas con el objetivo de abrirse paso a un exterior en el que hubiera negocio: "Pero fue un fracaso". Pastor subraya que eso fue lo que ocurrió con el Plan Centenario, el proyecto embrionario del que nació el actual trazado oficial, aunque con matices en cuanto a su configuración económica: "Me plantearon la rotación de un sector de sillas, algo que no es malo, pero es que esa no tiene que ser la función de la Agrupación de Cofradías".
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