Se llama Alba Córdoba y, según su DNI, es de Montilla, un pueblo de la provincia que lleva su propio apellido. Sin embargo, la realidad es que desde que estudió la carrera de Periodismo y el máster de Investigación de Medios en Europa en la UMA vive en la capital malagueña y ya incluso está empadronada.
Desde el 2018 forma parte de la Facultad de Ciencias de la Comunicación como FPU, es decir, cuenta con un contrato para la Formación del Profesorado Universitario que concede el Ministerio de Educación, en el Departamento de Periodismo de la UMA. El contrato, que tiene una duración aproximada de 4 años (se ampliará debido al Covid), financia su tesis doctoral y le permite impartir docencia.
Para lograr su objetivo de conseguir la mención internacional del doctorado tenía que realizar una estancia de investigación en algún país extranjero y ella decidió que su destino sería Viena, en Austria. Sin embargo, lo que no esperaba es que la pandemia se iba a poner tan difícil en Europa durante estos meses invernales.
"Desde que llegué a Viena, en septiembre, la situación en Austria ya era bastante complicada. Las UCI estaban bastante saturadas y los casos de Covid aumentaban de manera exponencial", reconoce, pese a todo, que cuando vio, días previos a decretarse el confinamiento general en Austria, el confinamiento de Salzburgo y Alta Austria tenía esperanza que en Viena, con mejores datos y los no vacunados confinados, no fuese a pasar.
"De hecho, el alcalde de la capital salió en rueda de prensa y aseguró que no sometería a toda la población a un confinamiento. El jueves previo ya empecé a leer en la prensa nacional las intenciones de confinar Austria entera y lo primero que sentí fue rabia", sostiene la cordobesa, que ha podido disfrutar durante dos meses su experiencia en el país, pero el final de la estancia le va a ser "un poco amargo".
Es su último mes en el país y ahora, con las fechas navideñas, iba a recibir la visita de amigos y familiares. "Aunque también reconozco que la situación se la han ganado a pulso. Cuando llegué me sorprendió muchísimo el escaso uso de la mascarilla, a excepción del transporte público o museos (y mira que obligan a llegar FFP2). Es cierto que te piden el certificado de vacunación para todo pero pero parece que enseñarlo exime de llevar mascarilla", relata.
Le llamaba especialmente la atención cómo camareros o recepcionistas, que tanto trato tienen con el público y, especialmente, con los turistas, nunca usaban mascarillas. "He llegado a ir a un centro comercial y, junto a mis amigos, ser los únicos que llevábamos mascarilla en el interior. Encima, a veces se les ve molestos cuando entras a un sitio donde hay mucha gente y tú llevas mascarilla", añade.
Nada que ver con el confinamiento en España
Según Córdoba, los confinamientos de Austria y España son como la noche y el día. No tienen nada que ver. "Aquí se puede salir a pasear o salir a hacer deporte, ir a comprar (los comercios esenciales están abiertos), ir a trabajar e, incluso, ir al colegio. A mi parecer, la diferencia con la situación anterior es el cierre de bares y restaurantes, museos, teatros, etc.", detalla.
Hay que tener en cuenta que es el cuarto confinamiento que viven en Austria. Durante estos, han podido incluso reunirse en casa o manifestarse. "Los días que llevamos de confinamiento ya me he encontrado incluso comercios no esenciales abiertos", comenta, dando a entender la situación de la exigencia legislativa en este país.
Respecto al ámbito educativo e investigador, donde ella se mueve, según le cuentan sus compañeros, han enfrentado prácticamente los mismos problemas que en nuestro país. Eso sí, "en la mayoría de las clases, “obligan” a tener las cámaras encendidas al alumnado y son menos gente por clase, por lo que quizás sea más sencilla la organización".
En lo que queda de confinamiento, su organización será teletrabajar y salir a comprar y pasear con prudencia, puesto que "en función de cómo se vaya desarrollando la situación y las limitaciones que impongan, ahora parece que no están muy claras, así actuaré".
El movimiento anti vacuna
"Aquí, el movimiento anti vacunas es bastante grande. Se ha demostrado en las últimas manifestaciones previas al confinamiento general", declara la docente. Austria es uno de los países con la tasa de vacunación contra la Covid más baja. Solo el 66% de la población tiene la pauta completa.
"Es curioso, pero he llegado a ver cómo medios nacionales sorteaban coches y cestas de la compra anuales entre los lectores que enviasen su cartilla de vacunación, lo que indica cómo de complicada está la situación en este sentido", añade.
Desde el punto de vista de la cordobesa, cree que el principal problema ha sido "la estrategia de gobierno". En el país cuentan con test PCR gratuitos. Los austriacos los recogen en droguerías y disponen de hasta un máximo de ocho test semanales. Una vez que se realizan el test PCR de solución oral en casa, lo depositan en unos contenedores en la droguería donde lo recogieron y obtienen el resultado, como muy tarde, al día siguiente.
"Los anti vacunas optaban por esa vía y como era válida para entrar en cualquier establecimiento no había problema. Si bien, cuando se aplicó la normativa 2G (solo es válido el certificado covid), el número de personas vacunadas aumentó considerablemente", zanja.