Las prisas no son buenas consejeras. Y por muchas urgencias que haya en el Málaga CF y en su entorno, después especialmente de la temporada pasada, esto también es aplicable al equipo blanquiazul. Y de eso, además de otras cosas, es de lo que han podido pecar los de Guede en las dos primeras jornadas de Liga, y también el propio entrenador argentino.
Este jueves compareció en rueda de prensa uno de los jugadores llamados a convertirse en líderes del vestuario, Unai Bustinza. El central vasco, una de las doce incorporaciones que han llegado este veranos para elevar el nivel de la plantilla, ha reconocido que ha palpado en el vestuario "esa necesidad por querer las cosas muy pronto y querer agradar demasiado rápido".
Después de la decepción y el cabreo consecuencias del final de la temporada anterior, los ánimos empezaron a cambiar en la afición malaguista con los nombres que se fueron incorporando a la plantilla malaguista. El aldabonazo definitivo lo provocó la llegada de Rubén Castro, que volcó el discurso en la dirección contraria a la de los últimos años.
Desde que el canario pronunció las palabras Primera División, el discurso se extendió por todas las arterias de la familia malaguista, desde el propio club hasta la afición pasando por los medios de comunicación.
El nuevo objetivo se estableció en lo más alto, el ascenso. Pero eso conllevaba un riesgo que no ha tardado en aparecer. La exigencia iba a ser máxima y la paciencia, especialmente en la afición, iba a ser mínima.
Y esa exigencia máxima se ha trasladado al vestuario, desde Guede a los jugadores, como ha desvelado Bustinza. Y, hasta el momento, no se ha sabido manejar.
La evidencia más palpable fue el cambio de sistemas y cinco hombres diferentes en el once contra Las Palmas respecto al primer partido del campeonato en Burgos. El mensaje que se transmitía con esa revolución tras el primer día era de urgencias. De necesidad imperiosa de ganar tras la pobre imagen de Burgos.
Sobre el campo, se vio a los jugadores del Málaga, especialmente en la segunda parte, haciendo la guerra por su cuenta, con un equipo largo y que se diluyó demasiado pronto.
Una de los motivos que estaban detrás de lo que se vio en el césped de La Rosaleda lo ha desvelado Bustinza, que también contaba que el mensaje que quedó en el vestuario es que hay que ir "piano, piano", porque la categoría "lo exige".
La primera oportunidad para ir con pies de plomo llega este sábado en Miranda de Ebro, donde espera el Mirandés.