Un año después, aquí está el Málaga CF, a punto de renacer otra vez más. Pisando entre los escombros que dejó el descenso a Primera RFEF y con un nuevo proyecto que fue levantándose con veteranos y noveles, criados en La Academia, y contra viento y marea, con altibajos, el conjunto blanquiazul está ante una final que puede devolverle de nuevo al fútbol profesional.
De ese fútbol se descendió y se acabó con bronca en las calles aledañas a La Rosaleda. Esas mismas calles han reventado durante dos sábados consecutivos de alegría y malaguismo para traer a los suyos hasta aquí, hasta la vuelta de la final del playoff por el ascenso a Segunda División frente al Nàstic de Tarragona, con una mínima ventaja que los blanquiazules tendrán que defender con uñas y dientes, y con todo lo que tengan, porque habrá una ciudad y una provincia, porqué no, detrás empujando.
La cita es a partir de las 20:30 horas en el Nou Stadi Costa Daurada, donde acudirán más de medio millar de malaguistas, algunos sin entrada, con la garganta rota esperando por una vez no celebrar una derrota.
Los números se lo sabe cualquier malaguista de memoria. La victoria 2-1 de la ida le permite al Málaga valerse, además de otro triunfo, incluso de un empate para conseguir el ascenso. Una derrota por un gol después de una hipotética prórroga lo dejaría un año más en Primera RFEF. Caer por más de un gol tendría las mismas consecuencias.
Se espera un partido tosco. El Nàstic empezó a jugar el partido de vuelta en La Rosaleda después del intercambio de golpes inicial. A eso de los 20 minutos el ritmo se volvió lento, con el partido constantemente parado, por lo que el Málaga ya sabe lo que le espera en caso de que el partido se le ponga en contra, con un conjunto catalán que saldrá a morder, porque no le queda otra.
El once
El Málaga CF llega a la cita definitiva con varias dudas en el once. Una, el lateral derecho. Pellicer apostó por Gabilondo en la ida pero este terminó pidiendo el cambio agotado. Se disputará el sitio con Puga.
La otra gran duda es la de Larrubia, que no pudo ser de la partida en la ida cuando se había consolidado en el once y se ha pasado toda la semana entre algodones. Kevin ocupó su lugar. Pellicer se puede valer de su descaro para intentar romper el partido pronto, o bien guardarlo de revulsivo para la segunda mitad.
Aunque el cambio más sustancial es que Roberto jugará sin cadenas, como tuvo que hacer el pasado sábado en La Rosaleda por culpa de la amenaza de ver una amarilla que le haría perderse la cita de esta noche.
El resto, Herrero, Juande, Einar, Víctor García, Genaro, Manu Molina, Dani Lorenzo y Ferreiro tendrán su hueco salvo sorpresa.
El rival
El Nàstic espera enrabietado que llegue el partido de vuelta en su estadio, donde se ha mostrado como el equipo más sólido de la Primera RFEF. No están conformes los catalanes con la labor del arbitraje en el partido de ida y esa es parte de su gasolina.
Tendrán que proponer más que lo que ofrecieron en La Rosaleda, porque necesitan al menos un gol. Hace siete días saltaron al campo para que se jugara lo menos posible y el tiempo pasase rápido. Se toparon con Roberto, pero el resultado les da esperanzas.
Es un equipo con poderío en el juego aéreo, pero el Málaga también. Otro de los peligros que preocupa a Pellicer son las transiciones rápidas del Nàstic. Además, Daniel Vidal, que en la ida no pudo dirigir desde el banquillo al estar sancionado, sí estará en la banda dando instrucciones.
El vasco Mallo Fernández será el encargado de impartir justicia y el malaguismo espera que su nombre sólo sea una anécdota.
Escipión el Africano llegó a Tarraco con las fuerzas romanas dos siglos antes de Cristo para ganarle la guerra a los cartagineses. El Africano hoy es Roberto, no quiere conquistar el territorio, sólo quedarse con el ascenso. Será la última batalla.