Kendrick Perry (Florida, 1992) está muy concentrado en su próxima cita de playoffs contra el Barcelona. Sabe que es un equipo rival muy difícil de vencer, pero no imposible. “Será divertido”, reconoce con una sonrisa a EL ESPAÑOL de Málaga. Es consciente de que la temporada ha sido redonda para el equipo pese al bajón de la BCL. Están unidos, y eso para él es primordial.
Durante la entrevista, el base estadounidense no quita el ojo a la canasta o a la pelota naranja. El baloncesto ha sido siempre su pasión. En 2010, mientras estudiaba en el instituto, en su clase de español le propusieron formar parte de un programa de intercambio en España. Perry no pudo viajar porque se encontraba inmerso en sus entrenamientos de baloncesto, algo que, en su momento, según asegura, no se perdonaba. No sabía que algo más de una década después se iba a convertir en uno de los grandes del baloncesto español con la camiseta verde y el dorsal 55.
“No creo que mini Kendrick Perry se imaginara nunca que iba a poder venir hasta Europa. Mucho menos haciendo lo que más le gustaba y en un equipo tan fantástico como este. Tenemos el éxito que tenemos porque somos un equipo muy especial”, declara.
No se arrepiente del salto que ha dado, más allá de lo profesional. Mirando hacia atrás en esta bonita temporada, Perry reconoce que Málaga se ha convertido en ese lugar al que llamar “hogar”. “Me he adaptado a la cultura de aquí desde el primer día. La gente aquí es alucinante. Aunque reconozco que también ayuda el factor del éxito en la cancha de baloncesto. Pero es cierto que fuera simplemente ha sido una transición muy sencilla para mi esposa y para mí. Ambos estamos súper cómodos aquí”, explica.
“Hasta como espetos. Me encantan los espetos”, apostilla el jugador en un momento de la conversación confesando incluso su pasión por el chiringuito Los Manueles de Torremolinos. “Me gustan también otros sitios, pero ese es mi favorito”, cuenta entre risas. Aunque muchos crean que vive encerrado en su flow americano, está trabajando en la integración y en “sumergirse” en la cultura malagueña. “Quiero ver qué hay más allá del baloncesto en esta ciudad. El otro día, como ya sabes, estuve apoyando al equipo de balonmano femenino, a las Panteras. Parece que este va a ser mi hogar durante los próximos dos años, así que quiero estar lo más integrado posible… Aunque en términos de clima, Málaga y Florida son muy similares, es fácil familiarizarse con esta ciudad”, cuenta.
“¿Solo los próximos dos años? ¿No te gustaría acabar tu carrera aquí?”, le preguntamos con curiosidad. “Ya se irá viendo…”, espeta entre risas. “Lo único que sé es que me encanta estar aquí. Si el destino quiere que sea en Málaga donde yo acabe, yo no tengo ningún tipo de queja al respecto. Aunque vamos, insisto en que el futuro está tan lejos… que es difícil hablar ya”, expresa.
Sabe que está a tan solo unas semanas de su merecido descanso, pero antes toca enfrentarse a un gran rival: el FC Barcelona Baloncesto: “Será emocionante. Todo el mundo sabe el pedazo de equipo que es el Barcelona. Estamos tranquilos y con el buen rollo que nos caracteriza a todo el equipo, como se ve hoy en el ambiente, esto es fundamental”.
En el último encuentro de los cuartos de playoffs contra el Tenerife, los cajistas comenzaron a corear su nombre desde las gradas por su magnífica actuación –fue MVP– en un partido que fue prácticamente perfecto para el equipo a excepción de los primeros minutos de juego, donde costó arrancar. “Yo estoy muy agradecido con esos cánticos. Me siento en deuda con ellos. Estos aficionados han sido geniales todo el año, no solo conmigo, sino con todo el equipo. Pero reconozco que cuando corearon mi nombre se me puso la piel de gallina. Tengo un enorme apoyo con ellos aquí y, de verdad, disfruto cada segundo de formar parte de este grupo, soy un afortunado”, dice con emoción.
A tan solo unos días de sus merecidas vacaciones, esas que Ibon no quiere que lleguen nunca, Perry ha prometido ponerse las pilas con el español, un idioma que ya practicó en el colegio durante cuatro años y del que “le van y vienen” algunas palabras. “Espero lograr hablar con más fluidez pronto”, dice. Esos serán sus deberes para el verano, más allá de tumbarse al sol y disfrutar del mar en la costa malagueña. “Es lo que más disfruto de esta maravillosa ciudad, zambullirme en el mar y olvidarme de todo”, zanja.
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